De buenos prop¨®sitos...
La incipiente narrativa, para decirlo de un modo suave, es un coladero de buenas intenciones. Hoy m¨¢s que nunca la literatura admite cualquier pretendiente, y a esa generosidad o abaratamiento del criterio, que nos ha llevado a una masiva producci¨®n editorial, se conf¨ªan las nuevas novelas con la esperanza de acoplarse pronto al benepl¨¢cito general. Y dado que publicar trae consigo prestigio y reconocimiento, no es extra?o que los nuevos narradores procedan de profesiones, estratos sociales o iniciativas ciudadanas que tienen determinado un p¨²blico receptivo. Sucedi¨®, hace unos a?os, con las vacilaciones literarias de algunos periodistas m¨¢s o menos famosos, y se extiende ahora a otros ¨¢mbitos de gesti¨®n social, como trabajar en una instituci¨®n mas¨®nica, ser integrante de una ONG o pertenecer a una familia sefard¨ª. Los textos de solapa sobre los autores resaltan estos rasgos de la vida civil, para evitar al lector la inc¨®moda sensaci¨®n de leer un libro sin antes identificar al autor. Cuando se trata de un primer libro, presupone adecuar los sucintos datos del autor al asunto que propone, o lo que es peor, legitimar con la breve biograf¨ªa la capacidad de elaborar con solvencia una novela. No es ¨¦sta una buena manera de leer, y menos a¨²n una primera obra, cuya ¨²nica credencial deber¨ªa ser la propia escritura, pero con esta sugerencia se despliegan esos textos de identificaci¨®n, y hay ocasiones en que hacerles caso nos revela a las claras tanto la intenci¨®n comercial del editor como el sentido que el autor tiene de la literatura: una manera pr¨¢ctica de difundir la identidad retratada en la solapa. Coincidencia o insidioso azar, lo cierto es que las tres novelas que hoy ocupan esta secci¨®n insin¨²an una t¨¢cita conexi¨®n entre la descripci¨®n que se hace del autor y el tema que aborda la obra.
En El tri¨¢ngulo del le¨®n Pe
dro V¨ªctor Fern¨¢ndez (Le¨®n, 1961) se aplica, con una precisa voluntad de divulgaci¨®n, a esclarecer la intervenci¨®n de la masoner¨ªa en nuestra historia reciente, a trav¨¦s de media docena de personajes, todos de una impecable tacha moral, comprometidos con el Frente Popular contra el oscurantismo y la injusticia social. Con tal fin, el autor no tiene reparos en mezclar did¨¢ctica y narraci¨®n, y en ofrecer un cat¨¢logo de rituales, ceremonias y s¨ªmbolos que convierte la novela en un manual de propaganda de los objetivos mas¨®nicos. Nada habr¨ªa que oponer a esta reivindicaci¨®n, pero el peso doctrinal es tan fuerte que la peripecia de los personajes est¨¢ determinada por una actitud muy semejante a la integrista. Esta imposici¨®n, tal vez obligada, que inquietar¨¢ al lector suspicaz con las cofrad¨ªas de todo signo, resulta, no obstante, lo m¨¢s relevante, pero despojada del misterio mas¨®nico simplemente es una novela m¨¢s que a?adir a la tem¨¢tica de moda sobre los vencidos de la Guerra Civil. Aunque en esta corriente tampoco destaca por sus cualidades literarias; se aprecia que Pedro V¨ªctor Hern¨¢ndez es m¨¢s historiador que narrador: la novela est¨¢ escrita con la prosa administrativa de un investigador municipal, y sus personajes hablan como si leyeran un informe.
Sobre Dejarse llover, de Pau
la Farias (Madrid, 1968), habr¨ªa que decir, de entrada, que s¨®lo una infinita benevolencia aceptar¨ªa considerar que este libro es una novela, y no un relato o un cuento extenso muy desmadejado. El punto de arranque es preciso: en un clima de guerra, en un territorio sembrado de minas de un pa¨ªs que no se nombra -aunque se mencionan "los verdes prados balc¨¢nicos" y "las verdes monta?as maced¨®nicas"- unos hombres tienen la misi¨®n de sacar un cad¨¢ver de un pozo para evitar que contamine las aguas. La narraci¨®n apenas se desv¨ªa de ese n¨²cleo, y para llenar de color dram¨¢tico el relato se insertan algunos textos de entonaci¨®n l¨ªrica contra la guerra y sus calamidades. Aun as¨ª, el narrador, al que se alude como "extranjero", se mantiene como abstra¨ªdo de la realidad; esboza situaciones, evoca fugaces encuentros, intenta transmitir el absurdo y el horror de la guerra, pero su prop¨®sito es m¨¢s ¨ªntimo y, dir¨ªamos, de un afectado ternurismo: recobrar una cantilena infantil ("Una, dola / tela, catola..."), mientras recuerda la pujante lluvia que hizo emerger el cad¨¢ver del pozo y lo arrastr¨® colina abajo. Una experiencia que, convertida en literatura, dir¨¢ el narrador, es "la ¨²nica verdad que nos arrulla cuando todo falla". O sea, que no hemos aprendido mucho: la literatura es consuelo y la infancia, refugio.
Deshojando alcachofas, de
Esther Bendahan (Tetu¨¢n, 1964), es la t¨ªpica y t¨®pica novela de personajes femeninos, transmitidos por la propia voz brumosa, delicada y quejica, muy extendida en los ¨²ltimos quince a?os, que ensarta en una pl¨²mbea cavilaci¨®n general cualquier preocupaci¨®n cotidiana, desde la sospecha de infidelidad del marido, hasta interrogaciones existencialistas ("?soy yo quien quiero ser?"), pasando, claro est¨¢, por la exhortaci¨®n a la verdad del amor ("?he amado alguna vez o s¨®lo me he obsesionado?"), manteniendo a la vez una mirada de intranquilidad sobre el servicio dom¨¦stico. En esta novela se turnan tres mujeres: una pintora, a la que se le supone una sensibilidad art¨ªstica; un ama de casa siempre nerviosa y l¨ªrica; y una inmigrante dominicana, desconcertada, pero l¨²cida, respecto a su lugar en el viejo mundo. Narrada mediante mon¨®logos sucesivos, cada una de estas mujeres representa una de las tantas alcachofas que se est¨¢n cociendo al comienzo, y que la autora se olvida de que alguien las quite del fuego. De haber introducido una pizca de humor -el t¨ªtulo, al menos, promete algo en la l¨ªnea de Jardiel Poncela-, nos hubiera deparado alguna satisfacci¨®n. Pero s¨®lo hemos encontrado una frase de m¨¦rito referida a una hora en un coche que pasa "lenta como la inteligencia prehist¨®rica de un mono". Sorprendente. Aunque lo habitual es otro estilo m¨¢s burbujeante. Por ejemplo: "S¨¦ que lo que pienso no es exactamente lo que piensan los dem¨¢s, a pesar de que tiendo a creer que los dem¨¢s sienten como yo". Qu¨¦ sutiles abismos interiores.
El tri¨¢ngulo del le¨®n. Pedro V¨ªctor Fern¨¢ndez. Tabla Rasa. Madrid, 2004. 252 p¨¢ginas. 15 euros. Dejarse llover. Paula Farias. Espasa. Madrid, 2005. 106 p¨¢ginas. 12,90 euros. Deshojando alcachofas. Esther Bendahan. Seix Barral. Barcelona, 2005. 254 p¨¢ginas. 15,20 euros.
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