'Casablanca'
EL PA?S regala ma?ana al adquirir un ejemplar el libro-DVD del legendario filme
En 1938, el profesor Murray Burnett, aspirante a dramaturgo, entra al azar en un cafet¨ªn de la Costa Azul y oye cantar a un pianista negro As time goes by, cancioncilla de autor casi ignorado que es para ¨¦l recuerdo nost¨¢lgico de su ¨¦poca estudiantil y s¨ªmbolo eterno del amor. Le emociona el reencuentro y escribe bajo su inspiraci¨®n una pieza teatral que no llega a estrenarse y acaba siendo uno m¨¢s de los muchos guiones cinematogr¨¢ficos que la Warner recibe diariamente. As¨ª comienza la historia de Casablanca, la mejor pel¨ªcula de todos los tiempos seg¨²n el American Film Institute; modelo cumbre del cine de culto; la obra del s¨¦ptimo arte que, pese al paso del tiempo, convierte el adjetivo "m¨ªtica" en ep¨ªteto, y, en cualquier caso, el t¨ªtulo que, durante a?os y en nuestro pa¨ªs, ha servido de respuesta inmediata a la mayor¨ªa de quienes eran preguntados a bocajarro cu¨¢l era, en su opini¨®n, la pel¨ªcula por antonomasia. No importa que algunos cr¨ªticos "ilustrados", con verg¨¹enza ajena ante la popularidad del filme, la desmitifiquen esgrimiendo su argumento inveros¨ªmil, su incoherencia psicol¨®gica, su moral contradictoria o fallos de racord, t¨®picos a doquier, frases delirantes, sentimentalidad que bordea lo cursi. El plebiscito de tres generaciones de espectadores sigue siendo aplastante frente a la pedanter¨ªa de algunos entendidos. Como en los cuentos infantiles y en los sue?os, aceptamos lo incre¨ªble ante la verdad del relato y sus personajes. El clich¨¦, el cromo repetido, aunque resulte kitsch, en Casablanca se torna genial porque su repetici¨®n revela lo eterno del arquetipo. Umberto Eco la compara, en ese sentido, con la Sagrada Familia de Gaud¨ª: una antolog¨ªa de lo esencial de todas las pel¨ªculas; un collar de s¨ªmbolos que encadenan el esp¨ªritu del espectador permiti¨¦ndole vivir, identificado, esa "historia muy grande de amor", como la consideraba el propio Bogart. Para el semi¨®logo italiano, sus autores se encontraron, tras la filmaci¨®n, con que hab¨ªan tejido un texto que conten¨ªa un mensaje directo al inconsciente colectivo y personal, un proyecto pedag¨®gico que, a trav¨¦s del relato sentimental de una renuncia amorosa, revelaba el mito perenne de la renuncia a la pasi¨®n er¨®tica. M¨¢s all¨¢ de sentimientos narcisistas infantiles val¨ªa la pena renunciar a un amor ego¨ªsta para ser fiel a otro m¨¢s grande, la humanidad oprimida y humillada, luchando contra el mal en el mundo. Lo que, en apariencia, no pasa de ser una modesta aportaci¨®n de la serie B a la propaganda antifascista, aporta la m¨¢xima moraleja de que, en momentos hist¨®ricos tan crueles como la II Guerra Mundial, no importan los sentimientos de "tres peque?os seres", sino la victoria sobre el nazismo. Si Casablanca sobrevive frente al paso del tiempo no es por lo que tiene, aun siendo mucho, de obra de arte, sino por haber proyectado ante la visi¨®n del alma humana el arquetipo m¨ªtico del h¨¦roe como un modelo ¨¦tico, seg¨²n el cual, quien al principio se muestra reacio a cumplir su destino redentor y desciende a los infiernos de su culpa, lo acaba asumiendo, combativo, sacrificado y, al final, victorioso.
Es la mejor pel¨ªcula de todos los tiempos, seg¨²n el American Film Institute
Casablanca se disfraza de aventuras en un marco ex¨®tico para elevar una guerra entre potencias a combate ideal en nombre de la dignidad humana contra toda quimera totalitaria. As¨ª, la escena emocionante del canto coral de La Marsellesa, que ahoga el belicoso y provocador rugido del grupo militar alem¨¢n. Casablanca finge contar la t¨ªpica historia de un tri¨¢ngulo amoroso para sublimar la pasi¨®n, la ambivalencia ¨¦tica y la dif¨ªcil libertad humana, desgarrada en la escena inolvidable del aeropuerto envuelto en niebla. "Dijiste que yo ten¨ªa que pensar por los dos y es lo que he hecho. Y s¨¦ que tienes que subir a ese avi¨®n con V¨ªctor, que es a quien perteneces. Eres parte de su obra, eres su vida. Siempre nos quedar¨¢ Par¨ªs". Casablanca es, en resumen, un relato inici¨¢tico, misteriosamente inspirado por el Fausto de Goethe, en el que hasta el detalle m¨¢s peque?o del gui¨®n, decorado, vestuario, luz, m¨²sica y di¨¢logos, proyecta un profundo significado simb¨®lico, como intent¨¦ demostrar en Casablanca. Una historia y un mito (Editorial Kair¨®s, 1994) al cumplirse el cincuentenario del filme. ?Ser¨¢ que, como suger¨ªa Umberto Eco, la pel¨ªcula, en realidad, se realiz¨® a s¨ª misma, se hizo sola, porque "algo ha hablado en el lugar de su realizador?". De ser as¨ª, bien se merece el culto y la veneraci¨®n recibida por su condici¨®n casi sagrada de poder eternizante. ?C¨®mo se explica que ese "cuento de hadas" de final infeliz, que acaba mal, haga la felicidad de tantos y tantos cuantas veces esta misma dicha les exige volver a revivirlo?
Si, en los a?os cuarenta, el p¨²blico se identific¨® con el Rick antifascista y, en los sesenta, con el revival rom¨¢ntico de unos sentimientos heridos de muerte por el materialismo imperante, hoy Casablanca nos permite comprender el mensaje central de la canci¨®n que fue su origen remoto y su constante resucitadora en la memoria de millones de seres: the fundamental things apply as time goes by. Lo esencial se revela en y con el paso del tiempo porque todo tiempo pasado conserva una huella de eternidad. Mucha gente ha notado esa huella en su alma de forma muy sencilla y a trav¨¦s de un popular error: la famosa frase "play it again, Sam", que da t¨ªtulo a la comedia de Woody Allen Sue?os de un seductor y que nunca se dice en Casablanca. He ah¨ª el deseo inconsciente de que nos relaten de nuevo el cuento de nunca acabar, the same old story, la misma vieja historia de amor y de gloria, de vida y de muerte. De ah¨ª su reiterada difusi¨®n por todos los medios posibles, mientras corren los a?os. La canci¨®n nos recuerda y nos confirma que, en toda ¨¦poca y en cualquier lugar del mundo, mientras haya un amor combatiente no importa lo que nos traiga el futuro, pues siempre nos quedar¨¢ como referente ¨ªntimo el mito del h¨¦roe, luchador contra el mal, y el misterio de una pel¨ªcula que realiz¨® alg¨²n dios. Para nuestra esperanza en el ser humano y nuestra felicidad siempre nos quedar¨¢ Casablanca.
Este texto se incluye en el libro-DVD de Casablanca que se regalar¨¢ ma?ana, domingo, al adquirir un ejemplar de EL PA?S.
Entre el amor y la dignidad
Casablanca se realiz¨® en 1942. Sus int¨¦rpretes principales fueron: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Paul Henreid, Claude Rains, Conrad Veidt, Sydney Greenstreet, Peter Lorre, Madeleine LeBeau y Dooley Wilson.
Director: Michael Curtiz. Productor: Hal B. Wallis. Productor ejecutivo: Jack L. Warner. Gui¨®n: Julius J. Epstein, Philip G. Epstein, Howard Koch y Casey Robinson -este ¨²ltimo no acreditado-, basado en la obra teatral Everybody comes to Rick's, de Murray Burnett y Joan Alison. M¨²sica original: Max Steiner. Fotograf¨ªa: Arthur Edeson. Montaje: Owen Marks. Direcci¨®n art¨ªstica: Carl Jules Weyl.
El filme gan¨® en 1943 tres oscars, los correspondientes al de mejor pel¨ªcula, mejor director y mejor gui¨®n. Se estren¨® en Nueva York en noviembre de 1942 y en Espa?a, el 19 de diciembre de 1946, en Madrid.
Babelia
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