El norte
Hace un fr¨ªo europeo. Pens¨¢bamos que la Tierra se calentaba y ahora resulta que se enfr¨ªa. Mejor, as¨ª nos vamos acercando al norte de las cosas. Todos nuestros asuntos deben tener un norte por m¨¢s que no lo veamos. A ver si el fr¨ªo nos espabila. En alg¨²n momento tendremos que hacer un esfuerzo por levantar la vista de los ¨¢rboles para ver el bosque de nuestros problemas.
Dec¨ªa Phillip Roth que la narrativa de Bellow est¨¢ centrada en el problema de pensar. No es un mal problema. Nosotros andamos enredados en lo contrario, de ah¨ª el zarandeo callejero y los condones del Papa y la brillante teor¨ªa seg¨²n la cual una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, que anda repitiendo Ana Botella como si hubiese descifrado el c¨®digo de Da Vinci. Hablando de best sellers, resulta que no s¨®lo hay que comprarlos sino que adem¨¢s hay que montarles una fiesta con canap¨¦s y limpiarles el buen nombre como quien limpia el polvo (el polvo que no tienen) de las cubiertas. No hombre, eso ya no. Mejor celebramos a Bellow y dejamos que los vendedores de El Corte Ingl¨¦s le den lustre a las listas de venta.
Volviendo al clima, que es un tema muy socorrido, ahora que sabemos lo que siente un noruego, sobre todo lo que siente en los pies, lo mismo nos da por abrazarnos a la Constituci¨®n europea y dejamos al pobre Llamazares a¨²n m¨¢s solo. C¨®mo le gusta a este hombre arrinconarse.
Recuerdo un chiste de Quino en el que un pol¨ªtico de izquierdas se lanzaba a la campa?a electoral bajo el lema "Nosotros estamos por el cambio y con la gente" y tras los desastrosos resultados electorales se ve¨ªa obligado a sustituirlo por "C¨®mo cambia la gente, antes estaba con nosotros".
M¨¢s cambios, la derecha anda revuelta como si fuese primavera y ha adoptado un aire de juvenil rebeld¨ªa. Lo malo de la derecha es que cuando se quita a?os se pone siglos encima y enseguida combina la euforia con las camisas negras. En fin, hay gente para todo.
La otra ma?ana vi a un hombre bajarse del coche en mitad de la calle para hacerle una foto con su tel¨¦fono m¨®vil. No es que el coche fuese nada del otro mundo, supongo que de lo que estaba verdaderamente orgulloso, el pobre, era del tel¨¦fono. No deja de resultar curiosa esta perversi¨®n de objetivos. Uno fotograf¨ªa a su esposa pero en realidad est¨¢ enamorado de su m¨®vil. Bien pensado, no es nada nuevo, tambi¨¦n se escrib¨ªan cartas de amor para presumir de pluma.
Deportes: Serena Williams levant¨® tres bolas de partido para terminar aplastando a la Sharapova en la que ha sido la m¨¢s hermosa guerra de tallas del nuevo siglo. La brutal Williams se ha sacado un rev¨¦s mortal para tumbar a la bella y fina Sharapova y las mujeres grandes de este mundo han dado una voltereta de alegr¨ªa. Por cierto, ambas tenistas me parecen tambi¨¦n muy buenas en lo suyo y s¨¦ que est¨¢ muy mal hacer este tipo de comentarios cuando dos mujeres est¨¢n trabajando, pero es que el invierno viene fr¨ªo y a algo hay que arrimarse.
Espect¨¢culos: Bienvenido Buenafuente. A pesar de lo que piensa Maragall, los medios de Madrid tambi¨¦n somos capaces de ver m¨¢s all¨¢ de nuestras centralizadas narices y en la guerra del late night preferimos, es decir, prefiero, a este catal¨¢n antes que al otro. Y volviendo al zarandeo nacional, ?por qu¨¦ cuando Maragall dice Madrid suena como un insulto? Los madrile?os acostumbramos a decir Barcelona, por ejemplo, como si nos fueran a pegar con una regla a poco que no nos brille el entusiasmo. Dicho lo cual me veo en la obligaci¨®n de a?adir que estoy por la descentralizaci¨®n absoluta. El ¨²nico peligro que le veo, es que puesto a volar aupado por este pensamiento feliz, no se sabe muy bien d¨®nde parar, o si parar.
El problema de los nacionalistas es que quieren que salgamos de nosotros mismos y volemos muy lejos con la imaginaci¨®n, para acabar aterrizando justo en su jard¨ªn. Y puesto a volar puede que le d¨¦ a uno por pasarse de largo el norte propio y el ajeno, para acabar enredado al norte mismo del universo o en una l¨ªnea de Beckett, que representa todo lo que hemos dicho y todo lo que somos capaces de decir y al mismo tiempo a uno y a todos los hombres perdidos de este mundo.
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