Historias falsas del 'plan Ibarretxe'
Mucho se ha hablado de los aspectos jur¨ªdicos y pol¨ªticos del plan Ibarretxe. En cambio, ha pasado desapercibida una cuesti¨®n aparentemente menor, la justificaci¨®n hist¨®rica que hace el lehendakari Ibarretxe de su plan. Tanto en el texto legal como en todas y cada una de las intervenciones del lehendakari se parte del supuesto de que en la Primera Guerra Carlista los vascos fueron derrotados por la fuerza militar espa?ola y que la ley del 25 de octubre de 1839, como consecuencia, aboli¨® los Fueros (el plan Ibarretxe ser¨ªa la reparaci¨®n definitiva de esta injusticia hist¨®rica y, por tanto, la soluci¨®n del conflicto vasco). Se presenta como una verdad hist¨®rica indiscutible algo que no deja de ser una interpretaci¨®n discutible, por no decir un t¨®pico totalmente falso.
En efecto, lo que ocurri¨® en realidad poco tiene que ver con esta interpretaci¨®n hist¨®rica, asumida como dogma por el lehendakari. Se olvida que la Primera Guerra Carlista fue una guerra civil espa?ola y tambi¨¦n, por tanto, una guerra civil entre vascos, entre liberales y carlistas; que el primer batall¨®n de voluntarios de toda Espa?a contra el carlismo se cre¨® en San Sebasti¨¢n, el Batall¨®n de Txapelgorris; que el fuerismo pol¨ªtico fue creaci¨®n de los liberales y no de los carlistas; que la ley de 1839 fue resultado de un compromiso, el Convenio de Vergara; etc¨¦tera.
El car¨¢cter abolitorio y de castigo de la ley del 25 de octubre de 1839, por muy arraigado que est¨¦ el t¨®pico dentro y fuera del nacionalismo, no deja de ser una gran falsedad hist¨®rica. Para comprobarlo, dado lo reducido de este espacio, basta con recordar cu¨¢l fue la valoraci¨®n de aquella ley por los contempor¨¢neos. Para empezar, la ley de 25 de octubre de 1839 no se llamaba "Ley Abolitoria de los Fueros" como con posterioridad se la conoce con frecuencia, sino "Ley Confirmatoria de los Fueros". Y eso es lo que hac¨ªa la ley, como admitieron todos los representantes fueristas vasconavarros en su tramitaci¨®n y aprobaci¨®n.
Todos los foralistas votaron a favor de la ley, incluido Zumalac¨¢rregui, que ten¨ªa un papel destacado en aquel Parlamento que sigui¨® a la Primera Guerra Carlista. S¨ª, Miguel Antonio de Zumalac¨¢rregui, el hermano olvidado -supongo que por ser liberal- de Tom¨¢s, tan recordado sin embargo por ser carlista. No s¨®lo los diputados votaron a favor, sino que las Diputaciones Forales urgieron y presionaron desde el principio para que se aprobase el Proyecto del Gobierno y, una vez convertido en ley, lo conmemoraron con homenajes, celebraciones, composiciones musicales e incluso con un monumento erigido en Vergara en recuerdo del abrazo que dio origen a la ley.
No hubo ninguna objeci¨®n por parte de las instituciones y representantes forales. Ni siquiera los carlistas que no hab¨ªan aceptado el Abrazo de Vergara levantaron la voz entonces (los reproches a la ley por parte de ¨¦stos vendr¨ªan mucho m¨¢s tarde). No pod¨ªa ser de otra forma, pues la ley del 25 de octubre dec¨ªa lo siguiente en su art¨ªculo 1?: "Se confirman los Fueros de las Provincias Vascongadas y de Navarra, sin perjuicio de la unidad constitucional de la Monarqu¨ªa"; y el art¨ªculo 2?: "El Gobierno..., oyendo antes a las Provincias Vascongadas y a Navarra, propondr¨¢ a las Cortes la modificaci¨®n indispensable, que en los mencionados Fueros reclame el inter¨¦s de las mismas, conciliando con el general de la naci¨®n y de la Constituci¨®n de la Monarqu¨ªa...".
En contra de lo que se ha sostenido despu¨¦s, el "sin perjuicio de la unidad constitucional" del art¨ªculo 1? no supuso en ning¨²n momento problema para los fueristas vasconavarros. Si la ley no dio todos sus frutos fue debido a que no se pudo llegar a acuerdos para aplicar el art¨ªculo 2?, "modificaci¨®n de los Fueros oyendo a las Provincias". En efecto, el arreglo foral previsto fue posible en el caso de Navarra, Ley Paccionada de 1841, pero no con las Provincias Vascongadas. Aun as¨ª, estas provincias fueron arrancando al Gobierno importantes competencias forales, incluso algunas que nunca hab¨ªan formado parte de las instituciones vascas en el Antiguo R¨¦gimen.
?sta es, en resumidas cuentas, la historia de aquella ley que por primera vez daba un reconocimiento constitucional a los Fueros, buscando compatibilizar foralismo / constitucionalismo. Cosa distinta es lo que ocurri¨® despu¨¦s. Pasar¨ªan tres largas d¨¦cadas para cuando los neocat¨®licos, integristas y carlistas, nuevamente en pie de guerra, lograran satanizar calificando de abolitoria la ley del 25 de octubre para oponerse de frente al r¨¦gimen liberal del que eran patrimonio el Abrazo de Vergara y la Ley de Fueros. A estos representantes de la reacci¨®n antiliberal lo que les importaba era la insurrecci¨®n y no los Fueros. No en vano, en sus asambleas no dudaron en gritar "mueran los Fueros y s¨¢lvese la religi¨®n". No voy a repetir lo ocurrido despu¨¦s con la 2? Guerra Carlista y la Ley de julio de 1876. Como se sabe, los carlistas consiguieron, efectivamente, el "mueran los Fueros".
La leyenda negra sobre la Ley Confirmatoria de los Fueros adquirir¨ªa despu¨¦s un fuerte impulso de la mano de Sabino Arana. A ¨¦ste lo que le importaba era lo de "Euskadi es la patria de los vascos" y poner en marcha el movimiento nacionalista. A este objetivo, sin ocultarlo en ning¨²n momento, supedit¨® todo lo dem¨¢s, incluso la historia. Y, para dar coherencia a su ideolog¨ªa, no porque en realidad compartiese esa versi¨®n, dio paso a la teor¨ªa de que hasta la ley de 1839 los vascos eran independientes, y que a trav¨¦s de aquella ley fueron sometidos a Espa?a.
Esta lectura de la ley del 39, realizada para echar a andar el movimiento nacionalista, ha sido seguida despu¨¦s por nacionalistas y muchos no nacionalistas cuando el movimiento creado por Sabino Arana ya no necesita de tales patra?as hist¨®ricas, sino que m¨¢s bien le perjudican. Si Sabino levantara la cabeza se extra?ar¨ªa del ¨¦xito de una teor¨ªa en la que nunca crey¨® ni por asomo, y seguramente se asombrase m¨¢s todav¨ªa de que sus seguidores hayan sido incapaces, m¨¢s de un siglo despu¨¦s, de distinguir y separar el grano de la paja que mezcl¨® en su doctrina debido a necesidades pol¨ªticas y a su peculiar sentido del humor.
Triste destino de una ley que intent¨®, por primera vez, compatibilizar el fuerismo vasconavarro y el reci¨¦n surgido constitucionalismo espa?ol. No s¨®lo fue el primer intento, sino, a mi entender al menos, mejor y m¨¢s acertado que todos los intentos posteriores. De aquella ley, derogada por la actual Constituci¨®n para Guip¨²zcoa, Vizcaya y ?lava, no as¨ª para Navarra, nos queda la falsa leyenda, olvidando su significado hist¨®rico de buscar mediante el pacto y la negociaci¨®n la inserci¨®n no conflictiva de los vascos en la Espa?a contempor¨¢nea. Mejor hubiera hecho Ibarretxe en seguir ese esp¨ªritu de pacto y negociaci¨®n a la hora de elaborar su plan en vez de tratar de imponer de forma unilateral su proyecto pol¨ªtico, algo totalmente incompatible con la tradici¨®n pactista de la historia vasca.
Jes¨²s Eguiguren Imaz es presidente del PSE-EE (PSOE).
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