Vocaci¨®n por el arte
Aunque le conoc¨ªa, a cierta distancia, en nuestra antigua Facultad de Filosof¨ªa y Letras de la Universidad Complutense donde ambos estudiamos y donde iniciamos casi simult¨¢neamente nuestras respectivas carreras docentes en la d¨¦cada de 1970, mi amistad con Javier Tusell se remonta a cuando ocup¨® el cargo de director general de Bellas Artes, del Ministerio de Cultura, durante los primeros gobiernos de UCD, en esos conflictivos a?os de nuestra emergente democracia. Ya por entonces, Javier Tusell hab¨ªa adquirido un merecido prestigio como historiador de la Espa?a contempor¨¢nea, pero a¨²n nada se sab¨ªa de lo que iba a ser su segunda vocaci¨®n, la del arte, que le acompa?¨® hasta el final.
Estoy, pues, hablando de unos 25 a?os de apasionada entrega al estudio y difusi¨®n del arte contempor¨¢neo de nuestro pa¨ªs, ya que a lo largo de este tiempo Javier Tusell no ha dejado de ocuparse de este tema a trav¨¦s de exposiciones, cursos, conferencias y un innumerable conjunto de art¨ªculos publicados en diarios y revistas, en los que siempre aportaba datos y visiones cr¨ªticas sagaces sobre el mundo art¨ªstico de actualidad sin temor a que sus opiniones resultasen pol¨¦micas, como era caracter¨ªstico en ¨¦l.
Durante los a?os en los que desempe?¨® el cargo de responsabilidad pol¨ªtica en la Direcci¨®n General de Bellas Artes, Tusell marc¨® con su gesti¨®n un antes y un despu¨¦s de lo que deb¨ªa ser la posici¨®n oficial democr¨¢tica en ese tan dif¨ªcil campo. Es cierto que le hubiera bastado el papel desempe?ado en la gesti¨®n para la recuperaci¨®n e instalaci¨®n del Guernica, de Picasso, en nuestro pa¨ªs, para ser recordado.
Evidentemente, en un tema tan complejo como ¨¦ste hace falta aunar muchas voluntades y esfuerzos, pero estoy convencido de que su contribuci¨®n personal para el ¨¦xito final de esta operaci¨®n fue decisiva. A ¨¦l le toc¨®, entre otras cosas, decidir el d¨®nde y el c¨®mo de su instalaci¨®n en el Museo del Prado, cumpliendo as¨ª con la voluntad expresada por el genial pintor y sus familiares. No era una decisi¨®n f¨¢cil en un momento pol¨ªtico de nuestro pa¨ªs todav¨ªa muy delicado, en el que el emblem¨¢tico cuadro deb¨ªa ser protegido de sus m¨²ltiples posibles amenazas por la no menos emblem¨¢tica Guardia Civil. Supo resolver con sensatez y criterio el problema, que, desde un punto de vista cultural, quiz¨¢ mereciera ser considerado como el de mayor trascendencia simb¨®lica de nuestra transici¨®n democr¨¢tica. Lo hizo, adem¨¢s, con el rigor de un gran historiador, como qued¨® constatado en el magn¨ªfico cat¨¢logo que se public¨® con tan fausto motivo, donde se recopilaron documentos hist¨®ricos decisivos de la vida del cuadro y su recuperaci¨®n por parte de nuestro pa¨ªs.
As¨ª con todo, ser¨ªa injusto reducir s¨®lo a eso la aportaci¨®n de Javier Tusell en la gesti¨®n pol¨ªtica del arte contempor¨¢neo. Fue, por ejemplo, el primer cargo oficial que supo vincular la pol¨ªtica democr¨¢tica con el arte de vanguardia, salvando un abismo heredado que parec¨ªa infranqueable. En este sentido, cambi¨® por completo la orientaci¨®n de las condecoraciones oficiales y promovi¨® las primeras grandes muestras de nuestros mejores artistas de vanguardia, algunos reci¨¦n regresados del extranjero tras a?os de exilio.
En definitiva: Javier Tusell normaliz¨® la pol¨ªtica de las bellas artes en nuestro pa¨ªs, indicando cu¨¢l deber¨ªa ser en el futuro su rumbo democr¨¢tico, y se gan¨® con ello el aprecio profundo y casi siempre la amistad de los artistas y los profesionales del medio.
Como modesto miembro de esta comunidad, he de confesar que me cuesta contener la emoci¨®n al tratar de la muerte de este admirable amigo que ya pertenece, por derecho propio, a la historia del arte contempor¨¢neo de nuestro pa¨ªs.
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