Boda en Windsor Castle
La medida de c¨®mo pasa el tiempo la da el sosiego con que la opini¨®n brit¨¢nica acogi¨® ayer la noticia de que Carlos de Windsor se casar¨¢ el 8 de abril con Camilla Parker Bowles, en los ¨²ltimos a?os p¨²blica pareja del heredero al trono, y que hab¨ªa sido su amante antes y despu¨¦s de casarse con su primera esposa, Diana Spencer, fallecida en accidente de coche en 1997. La un tanto ditir¨¢mbicamente conocida como princesa del pueblo hab¨ªa dicho: "En mi matrimonio ¨¦ramos tres", mientras acusaba a Camilla de rompematrimonios.
Hoy, en cambio, los m¨¢s directamente implicados -la madre de Carlos, Isabel II; los hijos de Carlos y Diana, William y Harry; el primer ministro, Tony Blair, y el jefe de la Iglesia anglicana, reverendo Rowan Williams- se felicitan con aparente convicci¨®n de un enlace que tapa un agujero protocolario-espiritual. Los contrayentes viv¨ªan juntos en Clarence House y se planteaba el problema de qu¨¦ precedencia correspond¨ªa a Camilla en los actos representativos.
Todo ello, sin embargo, comporta una serie de ajustes para que todo siga en su sitio. Camilla pasar¨¢ con la boda a ser su alteza real duquesa de Cornualles, y cuando Carlos herede la Corona, princesa consorte, aunque los expertos en realezas discuten si para ello hace falta o no una ley, puesto que con cualquier pr¨¢ctica anterior la esposa del rey adoptar¨ªa el estatus de reina, y eso es, justamente, lo que se trata de impedir. Y como debido a su edad, 56 y 57, esposo y esposa no van a tener hijos, la sangre de la casa de Windsor y la l¨ªnea din¨¢stica no sufrir¨¢n menoscabo alguno. En ese sentido, la boda ser¨¢ civil y la Iglesia anglicana, de la que el monarca es jefe temporal, se contentar¨¢ con celebrar en el castillo de Windsor un servicio de oraci¨®n en beneficio de la real pareja. Carlos, divorciado en 1996, y Camilla, desde el a?o anterior y con dos hijos de su matrimonio, no celebrar¨¢n boda religiosa, aunque desde 2002 los anglicanos divorciados pueden, con determinadas dispensas, casarse de nuevo en la Iglesia. Parece que la familia real ha preferido ahorrarse alguna mala cara si lo hac¨ªa.
Es largamente irrelevante que Carlos se divorcie y matrimonie con una divorciada; el caso del duque de Windsor y su se?ora Simpson, en los a?os treinta, suena hoy a recuerdo cavern¨ªcola. La rica serie de esc¨¢ndalos a que nos tienen acostumbrados los royals brit¨¢nicos provoca hoy m¨¢s encogimientos de hombros que otra cosa.
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