Raoul Peck revisita Ruanda, y Sokurov, la derrota de Hirohito

Es ¨¦ste un festival evidentemente interesado por temas pol¨ªticos. Tras la pel¨ªcula debate sobre la lucha palestina, la revisi¨®n del ¨²ltimo Mitterrand, los juicios sumar¨ªsimos del nazismo, las matanzas de Ruanda y los campos de concentraci¨®n nazis, han llegado dos pel¨ªculas pol¨ªticas m¨¢s. Una de ellas, Algunas veces en abril, es una nueva aportaci¨®n a la denuncia de la masacre de tutsis en la Ruanda de 1994, contada por el haitiano Raoul Peck, que obtuvo hace cinco a?os un gran ¨¦xito con su pel¨ªcula sobre Lumumba.

La visi¨®n de Peck no es distinta a la que hace unos d¨ªas nos ofreci¨® Terry George en Hotel Ruanda, aunque s¨ª m¨¢s modesta en producci¨®n y en contenidos, quiz¨¢s prevista para la televisi¨®n. Quien da primero da dos veces, y Sometimes in april (t¨ªtulo que hace referencia al mes en que comenz¨® la matanza) ha dado la impresi¨®n de algo ya visto, aunque no por ello carezca de inter¨¦s. Peck hace hincapi¨¦ en la importancia de las arengas radiof¨®nicas que exaltaron a los hutus a asesinar a sus compatriotas tutsis. Precisamente uno de los personajes principales es una de las estrellas de aquella radio asesina.

Por su parte, El sol, del siempre pol¨¦mico director ruso Aleksandr Sokurov, culmina en esta pel¨ªcula su trilog¨ªa sobre personajes pol¨ªticos, narrando los ¨²ltimos momentos del derrotado emperador Hirohito (Hitler y Lenin fueron los motivos precedentes). Sokurov tiene un estilo incorruptible, especial para paladares avisados. Su ceremonial parsimonia en la descripci¨®n de detalles (Hirohito contemplando un ¨¢lbum de fotos familiares y otro de estrellas de Hollywood), su af¨¢n por mantener largos silencios (el emperador escondido en un b¨²nker), y en esta pel¨ªcula, una fotograf¨ªa de luz mortecina que casi no deja ver las largas conversaciones del emperador con el general McArthur que forman el n¨²cleo de la pel¨ªcula.

El franc¨¦s Jacques Audiard cambi¨® el signo del programa con un t¨ªtulo de halo po¨¦tico, De latir, se ha parado mi coraz¨®n, como lo tiene la propia pel¨ªcula, aunque se sit¨²e en ambientes duros y algo s¨®rdidos. Un hombre de 28 a?os (Romain Duris) se dedica a cobrar por m¨¦todos violentos deudas ajenas y tambi¨¦n a oscuros negocios inmobiliarios. Contin¨²a as¨ª la ocupaci¨®n de su padre, a quien ama, detesta y admira. Un encuentro casual hace que renazca en ¨¦l su vieja vocaci¨®n de concertista de piano, y toma clases con una joven china (Aure Atika), que s¨®lo se expresa en su propio idioma, por lo que deben entenderse exclusivamente a trav¨¦s de la m¨²sica. El pasado del joven, sin embargo, le pedir¨¢ cuentas atrasadas de las que no podr¨¢ zafarse. El ¨²ltimo plano del filme muestra sus manos golpeadas y ensangrentadas mientras parecen tocar el piano... Pel¨ªcula bien realizada, de narrativa nerviosa y llena de recovecos, que mantiene en vilo al espectador (hubo pocas deserciones y aplauso final). El festival parece estar anim¨¢ndose al final del programa. A la vejez, viruelas.