Pues va a ser que s¨ª
Los partidarios del "no" repiten con machacona insistencia que la Europa que consagra la Constituci¨®n es la Europa de los mercaderes; una Europa en la que no cabe la solidaridad; una Europa apol¨ªtica. Admito que este Tratado avanza poco en materia de gobernanza econ¨®mica y no cambia nada en materia de fiscalidad o de pol¨ªtica social. Pero eso no autoriza a decir que la Uni¨®n es un gigantesco supermercado sin control pol¨ªtico. La idea de Europa nace de una reflexi¨®n pol¨ªtica, se desarrolla al comp¨¢s de los acontecimientos pol¨ªticos y avanza lentamente hacia una uni¨®n pol¨ªtica.
La idea de Europa nace cuando los europeos empiezan a ser conscientes de la dimensi¨®n de la tragedia que supuso la Segunda Guerra Mundial. M¨¢s de 100 millones de europeos hab¨ªan muerto por causas no naturales entre 1914 y 1945. La riqueza de los pa¨ªses europeos era en este a?o la mitad de la que ten¨ªan en 1939. Los pa¨ªses europeos que hab¨ªan dominado la escena mundial hasta entonces asist¨ªan como convidados de piedra al reparto del mundo entre los sovi¨¦ticos y los americanos. La uni¨®n de Europa parec¨ªa la ¨²nica f¨®rmula posible para asentar la paz, recuperar la prosperidad y cobrar un cierto protagonismo en el nuevo orden mundial. Churchill habla ya de los Estado Unidos de Europa en 1946. El Congreso del Movimiento Europeo de 1948 de Constituci¨®n Europea.
El proyecto europeo arranca con los Tratados de Roma (1957). Los pa¨ªses fundadores de la CEE apuestan por integrar sus econom¨ªas trasfiriendo competencias estatales a instituciones comunes; es decir, renunciando a parcelas importantes de su soberan¨ªa. Fuera quedan los pa¨ªses que se hab¨ªan inclinado por el socialismo real, los que sufr¨ªan reg¨ªmenes totalitarios (Espa?a y Portugal) y tambi¨¦n el Reino Unido y los pa¨ªses n¨®rdicos aferrados al sacrosanto dogma de la soberan¨ªa estatal. Democracia, econom¨ªa de libre mercado y supranacionalismo son los principios pol¨ªticos que ponen en marcha el proceso de construcci¨®n europea. En definitiva, pol¨ªtica.
El siguiente hito, en el proceso europeo, el Acta ?nica (1986), es tambi¨¦n consecuencia de los avatares pol¨ªticos. Las crisis del petr¨®leo, la competencia de los pa¨ªses emergentes y los cambios demogr¨¢ficos alteraron radicalmente el escenario econ¨®mico y revolucionaron las ideas econ¨®micas imperantes hasta entonces. Las pol¨ªticas keynesianas de est¨ªmulo a la demanda son sustituidas por las nuevas pol¨ªticas de oferta puestas de moda por la Escuela de Chicago. El Acta ?nica, obediente a los nuevos dogmas, convierte el mercado com¨²n en un mercado interior sin fronteras y elimina las rigideces que frenaban el crecimiento econ¨®mico. Pero, al mismo tiempo consagra la cohesi¨®n econ¨®mica y social, como uno de los pilares b¨¢sicos de la construcci¨®n europea. Es decir, m¨¢s pol¨ªtica, porque como recuerda David Allen: "El sistema econ¨®mico europeo podr¨ªa posiblemente sobrevivir sin los efectos redistributivos de la pol¨ªtica estructural, pero lo que no sobrevivir¨ªa ser¨ªa el proyecto pol¨ªtico de la Uni¨®n".
En los a?os siguientes la historia se acelera; cae el Muro de Berl¨ªn (1989) y los pa¨ªses de la Europa del Este llaman a la puerta de la Uni¨®n; el conflicto de los Balcanes pone al desnudo la impotencia europea y echa en brazos de la ¨²nica estructura militar con capacidad operativa, la OTAN, a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia. La respuesta europea es Maastricht (1992), que trae consigo la moneda ¨²nica y la ciudadan¨ªa europea. Y que adem¨¢s incorpora las dimensiones de seguridad y defensa de un lado, y de seguridad y justicia, de otro. Maastricht tambi¨¦n consagra al Consejo Europeo como la instancia que debe dar a la Uni¨®n "los impulsos necesarios para su desarrollo y definir sus orientaciones pol¨ªticas generales"; y aumenta el protagonismo del Parlamento Europeo, al instaurarse el procedimiento de codecisi¨®n. Todo ello supone un avance en la arquitectura institucional de la Uni¨®n. El Tratado de ?msterdam (1997) es Maastricht m¨¢s empleo y pol¨ªtica social; y el de Niza (2000) se limita a adecuar la casa com¨²n para "coser las dos europas".
?Qu¨¦ a?ade la Constituci¨®n a este proceso? Ci?¨¦ndome s¨®lo a los aspectos pol¨ªticos, que son lo que la izquierda cuestiona, la Constituci¨®n consagra los valores que ya figuran en el tratado de Maastricht (la libertad, la democracia y el respeto por los Derechos Humanos) a las que vienen a a?adirse las menciones a la dignidad humana y a la igualdad. La Uni¨®n se marca como objetivos en el interior de su territorio la paz y el bienestar de sus pueblos, el mercado interior, el desarrollo sostenible, el progreso cient¨ªfico y t¨¦cnico, la protecci¨®n social, la cohesi¨®n econ¨®mica y el respeto a la diversidad cultural. En el exterior, la paz, la seguridad, el desarrollo sostenible, la solidaridad, el comercio justo, la erradicaci¨®n de la pobreza, la protecci¨®n de los derechos humanos y la observancia del derecho internacional.
La Constituci¨®n integra, con pleno valor jur¨ªdico, la Carta de Derechos aprobada en Niza y anuncia la adhesi¨®n de la Uni¨®n al convenio del Consejo de Europa sobre Derechos Fundamentales.
Tambi¨¦n consagra la econom¨ªa social de mercado, como un modelo que obliga a avanzar, con el mismo ¨¦nfasis, en el crecimiento, la solidaridad y la protecci¨®n de los recursos naturales. Y hace de la inmigraci¨®n y la lucha antiterrorista pol¨ªticas comunes, incluyendo adem¨¢s una cl¨¢usula de solidaridad entre los Estados miembros. Adem¨¢s, engloba la pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n en el marco m¨¢s amplio de la acci¨®n exterior de la Uni¨®n y crea la figura del ministro de Asuntos Exteriores.
Los espa?oles sabemos mejor que nadie la carga pol¨ªtica que el proyecto europeo comporta. Europa significa democracia, libertad y respeto a los derechos de los dem¨¢s, es decir, aquello de lo que fuimos privados durante muchos a?os. Y eso es, ni m¨¢s ni menos, lo que consagra esta Constituci¨®n; que nadie nos diga que eso no es pol¨ªtica.
Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo es eurodiputado del PP.
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