Como la noche y el d¨ªa
Uno. Que alguien me saque de aqu¨ª. No s¨¦ si ha sido por azar o por concepto, pero en el Lliure est¨¢ sucediendo algo muy especial. Dos funciones en cartel: Marie & Bruce (1979), de Wallace Shawn, y VOS (Versi¨®n Original Subtitulada), de Carol L¨®pez. El mismo tema, la pareja, en clave de drama negr¨ªsimo y comedia rom¨¢ntica, como en Melinda y Melinda. Gente a la que no te apetecer¨ªa conocer: Marie y Bruce. Un d¨ªa en la vida de un matrimonio, la ¨²ltima parada antes de enfilar la carretera perdida, o de instalarse para siempre en Mulholland Drive. Un d¨ªa de verano, calor extremo, nervios como cuerdas de guitarra. Mal rollo diamantizado, puro Strindberg. No sabemos nada de ellos ni c¨®mo han llegado a esa situaci¨®n l¨ªmite. Durante el primer cuarto de hora, la furia bitchy de Marie y la apat¨ªa de buey son¨¢mbulo de Bruce exhalan una nube de vitriolo que te quema los pulmones, pero eso es s¨®lo el principio. ?Una cr¨®nica del tedio, de la desintegraci¨®n? Una construcci¨®n de la asfixia, muy sabia, perversamente elaborada: la banalidad como mecanismo del horror, atravesada por estallidos de poes¨ªa demente. Tras el desayuno, dos mon¨®logos donde aflora todo lo que ya no pueden o saben decirse. M¨®nica L¨®pez, m¨¢s Vitti que nunca, se adentra en su desierto rojo: tendida entre las flores gigantes de un jard¨ªn secreto, anhela ser penetrada por un perro, mientras Eduard Farelo (Bruce, m¨¢s Willis que nunca) alquila una habitaci¨®n de motel para masturbarse y contempla por la ventana a una desconocida que jam¨¢s conocer¨¢. Tom Cairns llev¨® al cine esta historia, una peque?a producci¨®n independiente, con Julianne Moore y Mathew Broderick. Aqu¨ª tambi¨¦n hay mucho cine. Nada de proyecciones: cine del bueno. La pi¨¦ce de resistance de la obra (y del espectador) es una largu¨ªsima fiesta a la que asisten Marie y Bruce, donde la incomunicaci¨®n general y la profusi¨®n de banalidades perforan como chorros de arena y alcanzan altas cotas de p¨¢nico hipn¨®tico. Para que la n¨®mina no se disparase, la directora Carlota Subir¨®s, que ya hab¨ªa montado admirablemente en el Lliure The Designated Mourner, la cumbre de Wallace Shawn, ha recurrido a un cineasta, Joan L¨®pez Lloret, para filmar la fiesta y la cena que le sigue, y el resultado avala su elecci¨®n: Homar, Orella, Andreu Benito, Arquillu¨¦, Chantal Aim¨¦e, y as¨ª hasta la friolera de 50 actores, desfilan por la pantalla en lo que acaba siendo la versi¨®n hard del baile de El Gatopardo: el lienzo puntillista de un acabamiento general. Bruce, borracho perdido, plurirrevolucionado, parece feliz, en la cima del mundo. Marie, en pleno t¨²nel, acaba cayendo en un sof¨¢ y al despertar lanza una frase escalofriante: "?Me has pegado mientras dorm¨ªa?". Asistimos luego a una de las cenas m¨¢s terribles y dolorosas de la historia del teatro, el definitivo mano a mano, que M¨®nica L¨®pez y Eduard Farelo llevan a una altura digna del mejor Cassavetes. Una explosi¨®n ritual de culpa, humillaci¨®n y tortura, con una coda final en la que, como postre helado, se insin¨²a que al d¨ªa siguiente todo volver¨¢ a comenzar. Un plato fuerte, muy fuerte, para est¨®magos curtidos, y servido por manos maestras.
Dos. Algo contigo. En el Espai Lliure, la otra cara de la luna, la m¨¢s luminosa. Carol L¨®pez, autora y directora de VOS, firma el texto, pero los miembros de la compa?¨ªa comparten los derechos de esta comedia deliciosa, divertid¨ªsima, estupendamente escrita e interpretada, que se ha convertido en un ¨¦xito instant¨¢neo, uno de los sleepers del a?o. Aqu¨ª tenemos a dos parejas, dos catalanas (Vicenta Ndongo, ?gata Roca) frente a dos bilba¨ªnos (Andr¨¦s Herrera, Paul Berrondo), que contemplan la Barcelona actual con una constante mezcla de sorna y estupefacci¨®n. (En la obra se habla castellano y catal¨¢n, con unas gotas de euskera). Dos amigos, casi hermanos, uno de los cuales pierde la cabeza por la novia del otro, y progresivo viceversa. Un asunto viejo como el mundo, que se convierte, h¨¢bilmente centrifugado, en un retrato generacional, una cr¨®nica de costumbres muy bien observadas por un ojo cari?oso, certero y agridulce, con una estructura ciento por ciento cinematogr¨¢fica. Las influencias -o, mejor, las lecciones- son manifiestas (Rohmer, el Woody Allen de Annie Hall, el primer Trueba) pero est¨¢n fant¨¢sticamente deglutidas y asimiladas. Los personajes son cin¨¦filos consumados, que juegan todo el rato a las pel¨ªculas y se saben de memoria los di¨¢logos de Tarantino y de Johnny Guitar, entre otros mil, pero eso es el chocolate del loro. Se dir¨ªa que este equipo ha optado por el teatro porque resulta much¨ªsimo m¨¢s barato, m¨¢s inmediato que el cine, con muchas m¨¢s posibilidades de b¨²squeda: de hecho, la funci¨®n no estuvo acabada, tras reescrituras constantes y cambios de tono, hasta poco antes de su estreno. Cualquier estudioso de las relaciones entre cine y teatro deber¨ªa pasarse por el Lliure y analizar los resultados que obtienen Carlota Subir¨®s y Carol L¨®pez de la interfecundaci¨®n de lenguajes y estructuras. La mirada de Subir¨®s es casi entomol¨®gica, y utiliza la c¨¢mara como lupa amplificadora del vac¨ªo y la claustrofobia; Carol L¨®pez, por el contrario, elabora un tejido que le permite una enorme agilidad formal, con los personajes "hablando a c¨¢mara", con escenas telescopeadas (el pasado visto desde el futuro) y constantemente reelaboradas, como un gui¨®n en permanente reescaletaje. Quiz¨¢ todo esto suene demasiado sesudo, y haya que insistir en que, ante todo, esa labor est¨¢ al servicio del placer esc¨¦nico, siendo su m¨¢ximo logro hacer f¨¢cil lo dif¨ªcil. Si la puesta en escena de Marie & Bruce es un ejercicio extremo de coherencia a la hora de atrapar y plasmar lo insoportable, el abismo que crece y se desborda, VOS es una fiesta de la ligereza, en la que las intermitencias del coraz¨®n parecen atrapadas al vuelo por unos int¨¦rpretes y una directora en estado de gracia, nunca mejor dicho.
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