La revoluci¨®n del m¨®vil
Presentaba esta semana en Salamanca un volumen recopilatorio de art¨ªculos y me permit¨ª una leve humorada. "Me gustar¨ªa -afirm¨¦- que a este libro le ocurra al menos como a la Constituci¨®n Europea, es decir, que todo el mundo hable de ¨¦l aunque nadie llegue a leerlo". El consecuente regocijo de mis oyentes me demostr¨® dos cosas: que efectivamente no hab¨ªan le¨ªdo el proyecto de Constituci¨®n y que tampoco pensaban leer el libro.
El desconocimiento del texto constitucional es responsabilidad directa de los grandes partidos pol¨ªticos espa?oles, favorables a ¨¦l. En primer lugar, porque han trufado sus mensajes propicios al s¨ª con puyas de mucho mayor calibre dirigidas al otro partido con el que deber¨ªan competir en entusiasmo europe¨ªsta. Tal parece que el PP prefiriese el naufragio de la consulta, que dejar¨ªa a Rodr¨ªguez Zapatero asido a un tabl¨®n, como aquellos escu¨¢lidos personajes de Forges, que un triunfo rotundo del s¨ª y de la apuesta pol¨ªtica del Gobierno. El PSOE, por su parte, parece m¨¢s pendiente en descalificar a su rival y de evidenciar el escaso fervor europeo actual del PP, que en poner toda la carne en el asador pol¨ªtico del s¨ª.
En ¨¦sas estamos, a veinticuatro horas de la consulta.
Pero hay una segunda responsabilidad de los grandes partidos, un error t¨¦cnico, si puede llam¨¢rsele as¨ª. Aferrados a unos modos tradicionales de hacer pol¨ªtica, han puesto en escena la habitual panoplia de m¨ªtines repetitivos, de esl¨®ganes convencionales y de intervenciones previsibles y aburridas que interesan a muy pocos. En cambio, los grupos minoritarios opuestos a la que califican de Europa capitalista y reaccionaria han desplegado una imaginaci¨®n que capta la atenci¨®n de las generaciones m¨¢s j¨®venes: el uso de tel¨¦fonos m¨®viles, correos electr¨®nicos y blogs de la red cibern¨¦tica.
A diferencia de los partidarios del s¨ª, la internacional antieuropea ha hecho llegar a un p¨²blico joven mensajes contundentes: el tratado para la Constituci¨®n, seg¨²n ellos, "reduce la protecci¨®n contra los despidos y el desempleo y limita el derecho a la vivienda y a disfrutar de una pensi¨®n digna", "no asegura la igualdad de g¨¦neros", "da rango constitucional a la temida flexibilidad laboral", "impone aumentar el gasto militar", "pone al poder financiero (Banco Central Europeo) por encima del poder pol¨ªtico y la democracia,...".
Semejantes mensajes simplificadores llegan a sus destinatarios con la contundente proximidad de los medios habituales por los que se intercomunican los j¨®venes. No es extra?o, entonces, el esc¨¢ndalo y el temor de las nuevas generaciones al leer que vamos hacia una sociedad a la americana, imitando a un pa¨ªs donde "hay 44 millones de habitantes que no tienen acceso a la sanidad p¨²blica".
Esa consigna reiterada del p¨¢salo, p¨¢salo ya demostr¨® su eficacia demoledora coadyuvando al vuelco electoral del 14-M, hace un a?o. Estamos, pues, en la era de las "m¨®vil"izaciones, si se me permite ese engendro ling¨¹¨ªstico. Se acab¨®, en cierta medida, el predominio de los grandes medios de comunicaci¨®n, de los multimedia, como se dice ahora. Cualquier grupito armado de tel¨¦fonos m¨®viles puede convocar al personal, manipular, organizar, hacer y deshacer con una impunidad absoluta, adem¨¢s. Porque, ?a qui¨¦n habr¨¢ que imputar cualquier desm¨¢n o delito que se perpetre por la telefon¨ªa sin hilos?, ?qui¨¦n es el primer eslab¨®n de esas interminables cadenas con el imperativo "pasa este mensaje"?
Lo bueno del caso es que los pol¨ªticos convencionales tambi¨¦n comienzan a hacer sus pinitos en los nuevos medios electr¨®nicos. Sobre todo, por lo que ofrecen de impunidad para manifestaciones y malignidades varias que en otro contexto podr¨ªan incurrir en el C¨®digo Penal. Por ejemplo, mediante la difamaci¨®n en forma de chistes.
Lo que en su d¨ªa le ocurri¨® al entonces ministro Fernando Mor¨¢n, que canaliz¨® todas las iron¨ªas posibles sobre su presunta torpeza, no es nada con lo que le sucede ahora a su hom¨®logo Miguel ?ngel Moratinos, amplificado por mil gracias a la nueva tecnolog¨ªa. Para mi sorpresa, anteayer encontr¨¦ en mi tel¨¦fono m¨®vil un mensaje con un inmisericorde chiste contra Moratinos, procedente de todo un senador del PP. "Esta gente llega tarde a la nueva comunicaci¨®n agresiva y de manipulaci¨®n ideol¨®gica", reflexion¨¦, "pero ya lo est¨¢ haciendo. ?Qu¨¦ ser¨¢ de nosotros cuando esa propaganda efectista y encubierta nos llegue masivamente mientras chateamos con nuestros amigos o intercambiamos mensajes telef¨®nicos en el cuarto de ba?o?".
Ante el escenario que se avecina, mejor prefiero no pensarlo.
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