"Creo que se os han colado unos gatos"
Los dos etarras fueron detenidos en Valencia al ver que eran falsos sus datos en el hostal
Los miembros de ETA Sara Majarenas y Mikel Orbegozo, detenidos el jueves en Valencia, se registraron en el hostal Tartessos con los apellidos Aznar y Arias. La pareja lleg¨® a las 12.30 del mi¨¦rcoles. La habitaci¨®n n¨²mero uno no le gust¨® a la chica. Pidi¨® una exterior. Salieron por la tarde, y compraron en un supermercado cercano. La revisi¨®n de los registros de los establecimientos hosteleros en la ma?ana del jueves confirm¨® las sospechas. "Creo que se os han colado unos gatos", dijo uno de los agentes a Antonio, el empleado que estaba en la recepci¨®n de la pensi¨®n.
"?No tienen una habitaci¨®n con ventanas a la calle?" pregunt¨® la detenida
"?No tienen una habitaci¨®n con ventanas a la calle?", pregunt¨® Sara Majarenas, registrada como Mar¨ªa Aznar, a Jennifer, la empleada de la pensi¨®n que acompa?¨® a la pareja hasta el cuarto que inicialmente se les hab¨ªa asignado. "Me gusta que haya m¨¢s luz", agreg¨®. Jennifer pregunt¨® a su jefe y les dieron la n¨²mero cinco. Desde la ventana se ve parte de la plaza del Ayuntamiento y el lateral del edificio consistorial. Hab¨ªan llegado pocos minutos antes. Llevaban dos mochilas, no especialmente grandes, y varias bolsas de pl¨¢stico con algo de comida (higos, chocolate) agua y un bote de gel, efectos que ayer a¨²n segu¨ªan en el hostal.
Antonio, empleado que estaba en recepci¨®n cuando llegaron, cruz¨® con ellos las palabras imprescindibles. Recuerda que s¨®lo ella le ense?¨® el carn¨¦, que brome¨® por el apellido y ella le dijo: "Es casualidad". Mikel Orbegozo le dijo que su carn¨¦ lo ten¨ªa en el coche, le dio los datos y le emplaz¨® a m¨¢s tarde para entreg¨¢rselo. Pagaron en efectivo, 160 euros por cuatro noches, a 40 euros diarios los dos.
Estuvieron en la habitaci¨®n hasta pasadas las 15.15. Salieron y dijeron algo as¨ª, recuerda Antonio, como "vamos a dar una vuelta". Ella volvi¨® a las 20.30, fue cuando se la encontr¨® Pedro Jes¨²s Mar¨ª, un hu¨¦sped de M¨®stoles (Madrid) que horas despu¨¦s de la detenci¨®n recordaba la cara de la chica porque "es muy guapa" y que ayer abandonaba el hostal. La mujer sali¨® de nuevo y regresaron pasadas las 21.30.
De madrugada, agentes de polic¨ªa entraron al hostal Tartessos, cumpliendo un plan dise?ado por el Ministerio del Interior en la Lucha Antiterrorista. Al comprobar los datos de los registros de hu¨¦spedes, dos identidades no coincid¨ªan con los n¨²mero de carn¨¦ de identidad. "Creo que se os han colado unos gatos", dijo un agente a Antonio. En breves instantes el hostal Tartessos se llen¨® de polic¨ªas. Antonio abri¨® la puerta de la habitaci¨®n n¨²mero cinco. "Creo que ¨¦l estaba como si se hubiera dejado caer encima de la cama, vestido. Ella llevaba pijama", record¨®. Como no hab¨ªa ni un cuarto libre, la cocina sirvi¨® de lugar para registrar a Sara Majarenas. Su compa?ero se qued¨® a la entrada. Dijo que la documentaci¨®n no la ten¨ªa encima, que se la hab¨ªa dejado en el coche. Dos agentes procedieron a custodiar su camino hacia el veh¨ªculo. A las puertas del pasaje de La Sangre, Mikel Orbegozo ech¨® a correr. Su escapada dur¨® unos 200 metros. La polic¨ªa se le ech¨® encima en la esquina de la calle de San Vicente con la de La Linterna.
Mientras Orbegozo era perseguido primero y atrapado despu¨¦s, los agentes de polic¨ªa pon¨ªan un papel en blanco delante de Sara Marjalenes. "Firma aqu¨ª", dijo un agente, seg¨²n explica Antonio. Y su garabato recog¨ªa el nombre de Mar¨ªa Aznar. "No recuerdo el nombre de pila que us¨® ¨¦l", explic¨® Antonio.
El hostal fue desalojado. Nadie pudo regresar hasta bien entrada la noche, hasta que la polic¨ªa recogi¨® todas las pruebas y los explosivos y objetos de los dos detenidos fueron recogidos en su presencia. "Hab¨ªa alg¨²n jersey, cinta adhesiva, como la que usas para proteger los marcos de la pintura, cinta aislante", recuerda Antonio.
La pesadilla acab¨® cuando la polic¨ªa dej¨® que los clientes, una holandesa y varios de sus hijos, una pareja australiana, el vecino de M¨®stoles..., volvieran a sus habitaciones. "La normalidad es otra cosa, aunque lo estamos intentando", dijo ayer con resignaci¨®n Bernardo, el due?o del hostal.
El primer ejemplo de ese acercamiento a la normalidad es que ayer mismo la habitaci¨®n n¨²mero cinco -un cuarto con tres camas individuales, de paredes en color verde y colchas rosa fucsia- estaba ya ocupada por tres estudiantes norteamericanos, ajenos a todo y que una vez conocieron alg¨²n detalle no alcanzaban a entender de qu¨¦ se les estaba hablando. Una pareja con un beb¨¦ de cinco meses, que ten¨ªa reserva desde hac¨ªa semanas y que el d¨ªa de la detenci¨®n se hab¨ªa acercado a confirmarla tambi¨¦n se instal¨® en el hostal. "Todo ha pasado, pod¨ªa haber sido aqu¨ª como en cualquier otro sitio", se limitaron a comentar.
El due?o del hostal, natural de Huelva, compr¨® las dependencias de Tartessos hace dos a?os. Era entonces una academia de formaci¨®n de oposiciones de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Una reforma ha convertido la antigua escuela en un establecimiento con nueve habitaciones. "Vinieron aqu¨ª, como pod¨ªan haber ido a cualquier otro sitio".
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