Un le¨®n en la veleta
Antes de pisar el Bernab¨¦u, La Hormiga Valverde hace un nuevo intento de descifrar el jerogl¨ªfico del Athletic. Veamos: a fecha de hoy, su equipo sigue siendo un mutante sometido a la ley del cambio continuo o, dicho con toda franqueza, un delicado ser de celof¨¢n que se transforma en su propia caricatura al menor movimiento. ?ltimamente nos ha ofrecido las dos visiones opuestas de un aspirante: en su fase lustrosa revienta el lado propio del marcador, en su fase arrugada entra en crisis con una facilidad abrumadora. Se altera, se tambalea, se contrae, se deshincha y un minuto m¨¢s tarde hace saltar la porter¨ªa, la quiniela y la peana de San Mam¨¦s.
Como todos sus colegas, El Txingurri dar¨ªa media vida por noventa minutos de tranquilidad. Sue?a con un equipo que obedezca su imaginario mando a distancia y, por tanto, que interprete a su voluntad tiempos, gestos y velocidades. A falta de tal recurso, pasa lista y confirma que en su plantilla hay materiales para levantar una catedral. As¨ª, por ejemplo, Aranzubia, condisc¨ªpulo de Casillas en el memorable Mundial sub 20 de Nigeria, es uno de esos porteros de ¨²ltima generaci¨®n que llegan a cualquier parte con sus estiradas, un ave de presa que puede bajar de la escuadra un bal¨®n o una paloma. Como ¨¦l, algunos compa?eros de promoci¨®n tienen el fino acabado de los jugadores con clase: Del Horno recorre la banda con la naturalidad maquinal de un repartidor; sobrio, pero penetrante, Tiko pasea su perfil de p¨¢jaro carpintero por las tangentes del c¨ªrculo central: cuando descubre un ¨¢ngulo de tiro, alarga la figura y la zancada, ajusta el tel¨¦metro, libera los gemelos y, gracias a una sorprendente conjunci¨®n de energ¨ªas y tensiones, ejecuta sus disparos con una violencia descomunal.
Pero, adem¨¢s de sus leones de melena corta, Valverde dispone de su manada de futbolistas territoriales: el escueto Etxeberria con su repertorio de soluciones r¨¢pidas, el renovado Ezquerro con su cat¨¢logo de soluciones extremas y el monolito Urzaiz con su manual de vuelo sin motor.
Y tambi¨¦n tiene a Fran Yeste, uno de los espec¨ªmenes m¨¢s extra?os del museo. Con la complicidad de su peluquero, cambia de forma como el pulpo de arrecife: seg¨²n qu¨¦ d¨ªa, puede ser un txangurro con botas o un caballito de mar o el sobrino de Medusa. Hasta hoy no hemos conseguido clasificarlo; hace siempre lo contrario de lo que presentimos y siempre mejora lo que esperamos que haga.
Est¨¢ claro, en su disfraz vive del Gran Houdini. Pero, mientras Houdini se ahog¨®, ¨¦l ser¨ªa capaz de jugar debajo del agua.
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