Verdades y mentiras en el reino de Mohamed VI
El autor denuncia una campa?a de difamaci¨®n del Gobierno marroqu¨ª para impedirle ejercer el oficio de periodista.
Soy un mentiroso. Eso parece deducirse de las dos cartas al director de EL PA?S enviadas y "firmadas" por el fiscal del tribunal de primera instancia de Rabat. Es mentira, pues, que cuando el 12 de enero me present¨¦ a la fiscal¨ªa del tribunal de primera instancia de Rabat, un teniente de fiscal no quiso entregarme el recibo para editar una revista: Demain Lib¨¦r¨¦. Y no es cierto que cuando el 13 de enero volv¨ª a la misma fiscal¨ªa, un polic¨ªa me impidi¨® el acceso. Eso significa que pagu¨¦ casi 500 euros por un billete de avi¨®n de Barcelona a Casablanca; me pas¨¦ un mes, de Tetu¨¢n a Rabat, juntando la documentaci¨®n necesaria para editar una publicaci¨®n, y cuando mi dossier estaba por fin conforme, no quise entregarlo al fiscal de Rabat, cuando ese buen hombre me lo ped¨ªa amable y reiteradamente...
El r¨¦gimen marroqu¨ª intenta criminalizar mis acciones y ensuciar mi imagen en el mundo
Supongamos que las autoridades marroqu¨ªes tengan raz¨®n cuando aseguran que tanto Reporteros Sin Fronteras (que denunciaron la negativa del fiscal) como yo somos unos tramposos. Entonces, ?por qu¨¦ desde que anunci¨¦ mi regreso definitivo a Marruecos y la pr¨®xima edici¨®n de una revista se orquest¨® una descomunal campa?a de difamaci¨®n y desprestigio contra mi modesta persona en los medios gubernamentales o pr¨®ximos a Palacio? ?Por qu¨¦ mi nombre, y algunas veces mi foto, han tenido estas ¨²ltimas semanas el honor de casi setenta portadas de diarios? Hasta hubo, el 3 de febrero frente al Parlamento de Rabat, una "manifestaci¨®n" de nueve asociaciones saharauis, completamente desconocidas, que me tacharon de "mercenario", "traidor" y "agente del Polisario".
Ya s¨¦ lo que van a replicar las autoridades marroqu¨ªes. Van a afirmar solemnemente que la libertad de prensa y el derecho de manifestar est¨¢n reconocidos por la Constituci¨®n. Que los peri¨®dicos hicieron su trabajo de informaci¨®n y que los ciudadanos saharauis se movilizaron "espont¨¢neamente" para condenar mi viaje como reportero a Tinduf, y protestar contra una declaraci¨®n m¨ªa diciendo que los saharauis de los campos de refugiados no est¨¢n "secuestrados" por el Frente Polisario, sino que viven all¨ª voluntariamente (cuando la versi¨®n oficial marroqu¨ª dice lo contrario).
Eso es negar que es la agencia oficial de prensa, la MAP, la que, desde que anunci¨¦ mi vuelta al pa¨ªs, est¨¢ fabricando y difundiendo decenas de teletipos incendiarios y patrioteros contra m¨ª. Es negar igualmente que la manifestaci¨®n saharaui del 3 de febrero frente al Parlamento ten¨ªa autorizaci¨®n, cuando desde hace m¨¢s de cinco a?os est¨¢ prohibido manifestarse all¨ª so pena de arresto y disoluci¨®n por la fuerza. Sin olvidar que uno de los esl¨®ganes de esos "manifestantes" denunciaba mi "intenci¨®n de editar otra revista" y llamaba a las autoridades marroqu¨ªes a frenarla con todos los "medios apropiados", cuando el tema de la "manifestaci¨®n" era el S¨¢hara Occidental...
Adem¨¢s, para ser claro, ?desde cu¨¢ndo una concentraci¨®n de cuatro gatos contra un simple periodista tiene la suerte de obtener edificantes portadas de diarios y 11 minutos de reportaje en los telediarios de las dos cadenas de televisi¨®n que duran menos de 30 minutos? Y m¨¢s cuando ninguno de los medios informativos que me insultaron, tanto los escritos como los audiovisuales, me contactaron para recoger mi versi¨®n de los hechos.
Hay que venir de otro planeta o ser extremadamente c¨¢ndido para no entender que mis opiniones sobre el S¨¢hara Occidental, que pueden no ser compartidas por muchos marroqu¨ªes, no tienen nada que ver en esta trama, y que la finalidad de esta inmensa operaci¨®n de desprestigio y difamaci¨®n es impedir la pr¨®xima edici¨®n de mi revista. Alguien tiene miedo a la libertad de tono de mi publicaci¨®n, su celosa independencia y su popularidad entre todas las clases de la sociedad marroqu¨ª. Y ese "alguien" no es el ciudadano saharaui, ni siquiera el fiscal del rey en Rabat, que, el pobre, se ha puesto estos ¨²ltimos d¨ªas a escribir cartas al director de EL PA?S, pero que en realidad hace lo que sus superiores jer¨¢rquicos le digan que haga y d¨®nde tiene que firmar.
Quien me quiere tanto y ha movilizado el aparato del Estado es el r¨¦gimen marroqu¨ª. Intenta por todos los medios a su alcance marginalizar mi combate, individualizar mi caso, criminalizar y penalizar mis acciones a favor de las libertades, y ensuciar mi imagen tanto en mi pa¨ªs como en el extranjero. Ya lo intent¨® en 2003. Cuando fui condenado a tres a?os de c¨¢rcel, encarcelado, vigilado como un peligroso islamista radical, prohibido de escritura y de peri¨®dicos, y sin poder defenderme, Palacio envi¨® a Par¨ªs al ministro de Comunicaci¨®n, Nabil Benabdallah, quien en una conferencia de prensa dijo que "Marruecos ten¨ªa un dossier m¨¦dico-psiqui¨¢trico" sobre m¨ª. Al mismo tiempo, el consejero real Andr¨¦ Azulay intentaba convencer al Comit¨¦ de Protecci¨®n de los Periodistas (CPJ), en Nueva York, de que yo era un horrendo "antisemita" y otro consejero se desplazaba expresamente a El Cairo para "revelar" a la Asociaci¨®n de Periodistas ?rabes mi condici¨®n de "agente del Mossad". Y ¨¦stos no son cuentos chinos, ni "alegaciones", las hemerotecas, marroqu¨ªes, francesas y otras, est¨¢n llenas de pruebas de esta encarnizada y rabiosa operaci¨®n de destrucci¨®n masiva.
As¨ª que no me molesta hoy que un d¨®cil magistrado de una dictadura asegure que hay "27 quejas" por "injurias e insultos" contra m¨ª y que algunas me hayan valido supuestas "sentencias". Aunque mis abogados, Ahmed Bendgelloun y el decano Abderrahim Jamai, me aseguran tajantemente que, aparte de los dos juicios del "amigo" fiscal de Rabat, nunca he sido condenado, no ser¨ªa imposible que as¨ª fuera sin que ni yo ni mis letrados tengamos constancia de ello. Marruecos no es un Estado de derecho, es una monarqu¨ªa bananera.
No veo la raz¨®n a un enjuiciamiento si desde hace casi dos a?os no tengo actividad profesional alguna en Marruecos, ya que mis revistas han sido definitivamente clausuradas el 21 de mayo de 2003 por orden del fiscal de Rabat, alias el Palacio Real de Mohamed VI. A menos que quieran enjuiciarme por haber firmado un reportaje sobre Tinduf, o haber opinado libremente sobre el conflicto del S¨¢hara Occidental. Si es por eso que quieren enjuiciarme, pues repito en este diario: estoy a favor del Plan Baker, a favor del refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n del pueblo saharaui, y apoyo el derecho inalienable de los pueblos a disponer de s¨ª mismos. Si es por estas opiniones que el fiscal-Palacio Real est¨¢n "examinando" querellas contra m¨ª, pues bienvenidas sean.
Y esto no es un acto de bravura ni de locura, es un credo basado en principios. En una tiran¨ªa, aunque sea de baja intensidad, donde el rey reina, gobierna, y es el mayor empresario del pa¨ªs, y el Comendador de los Creyentes, es decir, una suerte de Papa local; en un pa¨ªs donde m¨¢s del 60% de los activos de la Bolsa de Casablanca pertenecen a empresas donde Su Majestad tiene participaci¨®n, y donde el presupuesto de la casa real es 28 veces mayor que el de la casa real espa?ola (lo que supone que mi pobre pa¨ªs es 28 veces m¨¢s rico que Espa?a...), es un deber y una obligaci¨®n resistir contra este pillaje organizado. No con bombas o insultos, sino con ideas, opiniones e informaciones.
La pasada semana el semanario norteamericano The New Yorker public¨® las confidencias de un ex agente de la CIA que afirma que muchos prisioneros de Guant¨¢namo siguen siendo enviados a Marruecos, donde est¨¢n siendo sometidos a vil tortura. Seguramente The New Yorker, como yo, miente, ya que Marruecos, como dec¨ªa alguien, es un "r¨¦gimen democr¨¢tico".
Al¨ª Lmrabet es periodista marroqu¨ª.
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