?Derecha de la izquierda?
Desde que se acu?aron los t¨¦rminos en la Francia revolucionaria, nunca ha sido f¨¢cil definir izquierdas y derechas. La cuesti¨®n es que, tal cual lo recuerda Bobbio, no se trata de conceptos absolutos, con un claro contenido doctrinario, como puede ser comunismo, catolicismo o liberalismo, sino simplemente de lugares en el espacio pol¨ªtico. Se es de izquierda o derecha seg¨²n el contrincante, en el lugar y la circunstancia. El liberalismo en el siglo XIX era izquierda revolucionaria al confrontarse con el absolutismo pol¨ªtico y el confesionalismo estatal; hoy es derecha en lo econ¨®mico y centro en lo pol¨ªtico, frente a los autoritarismos o populismos, que pueden ser m¨¢s de izquierda o m¨¢s de derecha seg¨²n su actitud frente a otros temas: respeto a la propiedad privada, independencia judicial, pol¨ªtica de seguridad p¨²blica, etc¨¦tera, etc¨¦tera.
Si la calificaci¨®n se prest¨® siempre a confusiones, mucho m¨¢s ocurre hoy en que, ca¨ªdo el muro de Berl¨ªn y abandonada rotunda y catastr¨®ficamente la ideolog¨ªa marxista, las tendencias se han desdibujado notoriamente. Cuando la guerra fr¨ªa, la doctrina marxista y la actitud ante la Europa del Este divid¨ªan las aguas, pero esa frontera se desvaneci¨® en el espacio hist¨®rico.
El propio esfuerzo doctrinario del laborismo ingl¨¦s -con Tony Blair y Guiddens a la cabeza- dista mucho de lo que se consideraba izquierda no hace mucho, cuando ellos mismos dicen que su tercera v¨ªa se "nutre de la uni¨®n de dos grandes corrientes de pensamiento de centro-izquierda -socialismo democr¨¢tico y liberalismo- cuyo divorcio en este siglo debilit¨® tanto la pol¨ªtica progresista en todo Occidente". Incluso porque ya no es la redistribuci¨®n de la riqueza el fin primero, al cual la pol¨ªtica econ¨®mica deb¨ªa subordinarse, sino porque la inversi¨®n y el crecimiento son promovidos al rango de cap¨ªtulos esenciales de esa misma b¨²squeda.
?No hay m¨¢s izquierda y derecha, entonces? Por cierto que s¨ª, pero siempre dentro de los t¨¦rminos relativos de cada espacio pol¨ªtico. En EE UU un liberal es de izquierda, porque valoriza tanto los derechos individuales como la seguridad p¨²blica, o porque asume el respeto a las minor¨ªas como un valor de la libertad y no como una fragmentaci¨®n de la unidad nacional. Pero podr¨ªa ser mirado como de derecha en el terreno econ¨®mico y un peligroso conservador en la pol¨ªtica exterior, si pensamos en las intervenciones que tanto dem¨®cratas como republicanos han emprendido sobre la soberan¨ªa de otros pa¨ªses.
En Am¨¦rica Latina seguimos sumergidos en ese mar de confusiones y si hay algo que debiera decirse con toda claridad es que mejor que poner etiquetas es analizar la posici¨®n de cada uno sobre cada tema. En su momento, cuando ganaron las elecciones S¨¢nchez de Lozada en Bolivia y Uribe en Colombia, se habl¨® con superficialidad de una ola de derecha; ahora, con Lula, Kirchner y V¨¢zquez en Brasil, Argentina y Uruguay, se afirma que estamos ante una gran ola de izquierda, a la que alegremente se suma al Gobierno chileno de coalici¨®n que encabeza con brillo Ricardo Lago. Sin embargo, no estamos hablando de lo mismo. Porque Chile es la econom¨ªa de mayor din¨¢mica de Am¨¦rica Latina en los ¨²ltimos a?os en virtud de que mantuvo la apertura comercial que ven¨ªa de la dictadura; apertura que le ha impedido ser socio pleno del Mercosur al no estar dispuesto a aumentar los aranceles de importaci¨®n y asumir los m¨¢rgenes de protecci¨®n que Brasil y Argentina necesitan para su industria frente a la competencia exterior. Una econom¨ªa tan abierta ?es socialista? Con el viejo c¨®digo, es lo opuesto. Estar¨ªamos en pleno Consenso de Washington si le a?adimos ortodoxia fiscal y un Estado que asume roles sociales -y lo hace bien- pero no ha ampliado para nada su espacio de actuaci¨®n directa en la econom¨ªa.
El Gobierno brasile?o, ?es de izquierda? Si observamos su pol¨ªtica econ¨®mica, nos encontramos con una ortodoxia fiscal estricta, un relacionamiento estrecho con los organismos financieros internacionales y una pol¨ªtica de altas tasas de intereses que reci¨¦n comienza a flexibilizarse, definiciones muy lejanas del discurso hist¨®rico de la izquierda, que si el empresariado de a ratos cuestiona es porque le reclama m¨¢s de la vieja pol¨ªtica de subsidios y protecci¨®n estatal. Por cierto hay una preocupaci¨®n social, pero no era menor en el anterior Gobierno de Fernando Henrique Cardoso.
En Uruguay acaba de producirse una rotaci¨®n hist¨®rica, en que los dos partidos tradicionales, que han gobernado alternadamente desde 1830, por vez primera son superados por una coalici¨®n autoproclamada de izquierda, donde revistan desde social-dem¨®cratas y dem¨®crata-cristianos moderados hasta los viejos guerrilleros tupamaros. Pero ya se anuncia una pol¨ªtica econ¨®mica asentada en los mismos pilares que la que se ven¨ªa aplicando.
Como siempre, la Argentina es m¨¢s dif¨ªcil de ubicar, ya que el peronismo no se ha ajustado nunca a una clasificaci¨®n. Baste pensar que Menem, Duhalde y Kirchner representan al mismo partido para advertir la irresoluble paradoja de las clasificaciones. Sin embargo, hoy nos encontramos con una Argentina enzarzada en un tema que es una de las m¨¢s persistentes e inexplicables sobrevivencias de la vieja izquierda: el respeto reverencial al r¨¦gimen castrista, con el que a todos -y no me excluyo- se nos hace muy dif¨ªcil discutir. Como bien se sabe, una distinguida neurocirujana, otrora estrella cient¨ªfica de la revoluci¨®n cubana, pretendi¨® salir de Cuba para reencontrarse con su hijo y sus nietos en la Argentina y ello le fue negado pese a la solicitud humanitaria encaminada por el Gobierno de Kirchner con la mejor buena voluntad. A partir de all¨ª se gener¨® un incidente diplom¨¢tico, en que una vez m¨¢s qued¨® en claro cu¨¢n ocioso es discutir sobre el n¨²mero de presos pol¨ªticos en Cuba cuando la isla entera es una gran prisi¨®n en la que todos y cada uno de los ciudadanos est¨¢n controlados y de la cual nadie puede salir sin la autorizaci¨®n oficial. Si este episodio ocurriera con cualquier otro pa¨ªs, desbordar¨ªan los discursos parlamentarios y los t¨ªtulares de la prensa latinoamericana para condenar a su Gobierno. Con Cuba el asunto es diferente. La sobrevivencia del mito revolucionario con su rom¨¢ntica aureola, la torpeza de un embargo comercial norteamericano totalmente inefectivo y el antiyanquismo militante, le permiten al viejo dictador preservar una legitimidad carente ya del menor sustento. En esto se suman no s¨®lo quienes se proclaman progresistas, sino aun aquellos que siendo notorios centristas huyen como de la peste del riesgo de ser calificados de derechistas por este pecado.
Como se ve, sorpresas tiene la vida. En la econom¨ªa nos encontramos ante la derecha de la izquierda, al tiempo que en la relaci¨®n con Cuba nos topamos con una izquierda de la izquierda, del centro y a¨²n de alguna derecha, como ¨²ltimo dinosaurio sobreviviente de la guerra fr¨ªa.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti es ex presidente de Uruguay.
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