Polarizaci¨®n social en Espa?a
Existe una percepci¨®n de nuestra estructura social ampliamente extendida en los medios de informaci¨®n y en las instituciones pol¨ªticas de nuestro pa¨ªs que asume que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n espa?ola pertenece a la clase media. En apoyo de tal percepci¨®n se presentan encuestas que muestran que la mayor¨ªa de los espa?oles se autodefinen como pertenecientes a tal clase. Tal percepci¨®n, sin embargo, es err¨®nea. En realidad, no s¨®lo las clases sociales (burgues¨ªa, peque?a burgues¨ªa, clase media y clase trabajadora) contin¨²an existiendo en Espa?a, sino que el an¨¢lisis de su influencia sobre el Estado espa?ol (tanto en el pasado como ahora) es de una enorme importancia para entender nuestra realidad social, incluyendo la polarizaci¨®n social de nuestro pa¨ªs. Las encuestas que indican que la mayor¨ªa de nuestra ciudadan¨ªa se autodefine como perteneciente a la clase media se basan en preguntarle al ciudadano si se considera miembro de la clase alta, media o baja, lo cual explica que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n escoja definirse como clase media dadas las connotaciones peyorativas del t¨¦rmino "clase baja". Cuando a la ciudadan¨ªa, sin embargo, se le pregunta su autodefinici¨®n utilizando la terminolog¨ªa de clase social, la respuesta es muy distinta. Seg¨²n la ¨²ltima encuesta metropolitana de Barcelona, por ejemplo, el 70% de la poblaci¨®n de la regi¨®n metropolitana de Barcelona se considera clase trabajadora, t¨¦rmino que raramente aparece en los medios de informaci¨®n o en la narrativa pol¨ªtica en Catalu?a, donde las clases sociales -a pesar del silencio medi¨¢tico y pol¨ªtico- contin¨²an existiendo. En realidad, la esperanza de vida (a?os promedio de vida de una persona) de un burgu¨¦s es, seg¨²n el ¨²ltimo informe de la Ag¨¨ncia de Salut P¨²blica de Barcelona, nada menos que 10 a?os m¨¢s larga que la de un trabajador no cualificado en paro (una de las mortalidades diferenciales por clase social m¨¢s elevadas de la UE-15), sin que ello haya sido noticia en los establishments pol¨ªticos o medi¨¢ticos de Catalu?a que, hasta hace un a?o, lo ¨²nico que parec¨ªa interesarles es que los certificados de defunci¨®n estuvieran escritos en catal¨¢n. Tampoco ha sido noticia en otras comunidades aut¨®nomas (CC AA) con mortalidades diferenciales semejantes.
En Espa?a, el 30%-35% de la poblaci¨®n de renta superior del pa¨ªs (la burgues¨ªa, la peque?a burgues¨ªa y las clases medias profesionales de renta alta) tiene una enorme influencia en configurar la cultura medi¨¢tica y pol¨ªtica del pa¨ªs, as¨ª como su sabidur¨ªa convencional (incluyendo la reproducci¨®n de que somos un pa¨ªs de clase media). La clase media de renta media baja y la clase trabajadora, que representan aproximadamente el 60%-65% de la poblaci¨®n, constituyen los componentes m¨¢s importantes de las clases populares y su influencia en el Estado espa?ol ha sido hist¨®ricamente menor, explicando el escaso desarrollo del Estado de bienestar en Espa?a. La dictadura franquista -que fue tambi¨¦n una dictadura de clase en contra sobre todo de los intereses de las clases populares- se caracteriz¨® no s¨®lo por ser enormemente represiva, sino tambi¨¦n por su escasa sensibilidad social. Cuando el dictador muri¨®, Espa?a ten¨ªa el gasto p¨²blico social m¨¢s bajo de la UE. El periodo democr¨¢tico signific¨® una etapa correctiva del d¨¦ficit social de Espa?a con el resto de la Europa occidental, y muy en particular durante los a?os de Gobierno socialdem¨®crata en los a?os ochenta y principios de los a?os noventa, reduci¨¦ndose el d¨¦ficit de gasto p¨²blico social (bien como porcentaje del PIB, bien como gasto per c¨¢pita) con la Europa occidental hasta el a?o 1993. A partir de aquel a?o el Gobierno socialdem¨®crata y los Gobiernos conservadores posteriores dieron m¨¢s prioridad a eliminar el d¨¦ficit del presupuesto del Estado que a continuar reduciendo el d¨¦ficit social de Espa?a con la UE-15. El deseado equilibrio presupuestario se alcanz¨® al inicio de los a?os 2000 a costa de haber aumentado considerablemente el d¨¦ficit social de Espa?a con la UE, de manera que tal d¨¦ficit alcanz¨® en el a?o 2003 la misma distancia (en t¨¦rminos de puntos del PIB) que en el a?o 1975, cuando el dictador muri¨®.
Esta deficiencia del gasto p¨²blico social ha ido mostr¨¢ndose a trav¨¦s de varios hechos recientes. El primero ha sido el d¨¦ficit de gasto p¨²blico sanitario, que afecta a la mayor¨ªa de las CC AA y que responde al hecho de que el gasto p¨²blico sanitario espa?ol es menor al que le corresponder¨ªa por el nivel de desarrollo econ¨®mico que tenemos. Espa?a, cuyo nivel de desarrollo econ¨®mico es ya casi el 80% del promedio de la UE-15, tiene un gasto sanitario p¨²blico per c¨¢pita que es, seg¨²n Eurostat, s¨®lo el 64% del promedio de la UE-15, gast¨¢ndose alrededor de 21.723 millones de euros menos en sanidad de lo que le corresponder¨ªa por su nivel de riqueza. Este d¨¦ficit afecta la calidad de los servicios p¨²blicos, y sobre todo los niveles de confort del usuario y de los profesionales, estando estos ¨²ltimos entre los peor pagados en la UE-15. El 30%-35% de la poblaci¨®n de renta superior del pa¨ªs, sin embargo, no es plenamente consciente de estas deficiencias, pues utilizan la sanidad privada o reciben trato privilegiado en la p¨²blica. Esta situaci¨®n, sin embargo, no favorece a ninguna clase social. Es un hecho demostrable en nuestro pa¨ªs que, mientras el confort y la capacidad de elecci¨®n es, en general, mayor en la sanidad privada que en la p¨²blica, la calidad cient¨ªfica del personal y del equipamiento sanitario es mayor en la segunda que en la primera. En realidad, la complejidad y el requerimiento tecnol¨®gico de la medicina hoy es tal que la medicina privada no puede sostener los costes de mantener la infraestructura de alta calidad que requiere la medicina moderna. Incluso en EE UU, el supuesto "para¨ªso" de la sanidad privada, la mayor¨ªa de los mejores hospitales (independientemente de su car¨¢cter p¨²blico o privado) est¨¢n financiados p¨²blicamente. Lo que se requiere, por tanto, es una sanidad p¨²blica, que sirva a todas las clases sociales, que adquiera mayor nivel de confort (tanto para los usuarios como para los profesionales sanitarios) y capacidad de elecci¨®n, manteniendo su riqueza cient¨ªfica y tecnol¨®gica. Ello exige, sin embargo, un mayor gasto p¨²blico sanitario. Mantener el bajo nivel de gasto p¨²blico es reproducir una polarizaci¨®n social basada en la dicotom¨ªa privada-p¨²blica, que da?a a los servicios p¨²blicos perjudicando a todas las clases sociales.
Otra polarizaci¨®n semejante ocurre en nuestro sistema educativo donde el 30%-35% de la poblaci¨®n de renta superior env¨ªa a sus hijos a las escuelas privadas (concertadas y no concertadas), mientras que las clases populares los env¨ªan a las escuelas p¨²blicas. Una consecuencia de esta polarizaci¨®n social es nuestro retraso educativo. El ¨²ltimo Informe PISA confirma que el nivel educativo espa?ol (en temas de matem¨¢ticas y comprensi¨®n de lectura) est¨¢ por debajo del promedio de los pa¨ªses de la OCDE. El mismo informe tambi¨¦n se?ala que Espa?a es uno de los pa¨ªses donde en mayor medida la clase social de los padres determina las posibilidades educativas de los j¨®venes, siendo la escuela en Espa?a una instituci¨®n clave para la reproducci¨®n de la polarizaci¨®n social. Pero tal polarizaci¨®n tampoco favorece a ninguna clase social, puesto que incluso el nivel educativo de los estudiantes que van a la privada es menor que el de otros pa¨ªses con escuelas p¨²blicas multiclasistas que contribuyen a diluir las rigideces sociales, enriqueci¨¦ndose con la variedad, como ocurre en el caso de Finlandia, por ejemplo. La raz¨®n de esta situaci¨®n es sencilla. Uno de los motivos para enviar a sus hijos a la escuela privada es estar por encima de la p¨²blica. Pero si ¨¦sta tiene escasos recursos, no se necesita mucho para estar por encima. En realidad, los recursos tanto de la privada (por alumno) como de la p¨²blica est¨¢n por debajo del promedio de la UE-15, y muy por debajo de las mejores escuelas europeas. Como bien se?ala el Informe PISA, la calidad del nivel educativo de un pa¨ªs depende primordialmente de la escuela p¨²blica, cuya calidad a su vez est¨¢ condicionada en parte por sus recursos. El bajo gasto p¨²blico es causa y consecuencia de la enorme polarizaci¨®n educativa del pa¨ªs, responsable de su limitada eficiencia. Una mayor cohesi¨®n social (que exige un mayor gasto p¨²blico) es condici¨®n de una mayor eficiencia social, tanto en educaci¨®n como en sanidad.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas. Universitat Pompeu Fabra.
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