La cara oculta de la Luna
Hay realidades o conductas perversas que est¨¢n ah¨ª, que todos sabemos o intuimos que existen y se practican, pero no nos atrevemos a acercarnos a ellas, a mirarlas a la cara, ni aun a mencionarlas por su nombre, quiz¨¢ por el temor inconsciente o la convicci¨®n de que el que lo haga quedar¨¢ cegado por su resplandor. Son realidades sobre las que recaen ciertos tab¨²es que nos inhiben para censurarlas y aun simplemente para mencionarlas, quiz¨¢ con la esperanza de que lo que no se menciona acaba por no existir. Pero son secretos a voces.
Sucedi¨® as¨ª con la extorsi¨®n y las pr¨¢cticas mafiosas del juez Luis Pascual Estevill y el abogado Joan Piqu¨¦ Vidal sobre muchos empresarios catalanes que se vieron empujados a pagar importantes coimas a los mafiosos, como si de un pa¨ªs tercermundista se tratase, para no verse sometidos a la amenaza de p¨¦rdida de libertad por un uso perverso del poder del Estado. Era un secreto a voces, porque toda la Barcelona empresarial y pol¨ªtica lo sab¨ªa, pero todos miraban para otro lado. Probablemente el propio poder pol¨ªtico auton¨®mico fue chantajeado, porque, si no, es dif¨ªcil explicar c¨®mo Pascual Estevill pudo tener los apoyos pol¨ªticos necesarios para llegar a ser vocal del Consejo del Poder Judicial. El mismo sistema judicial desde el que se ejerc¨ªan el chantaje y la extorsi¨®n fue incapaz de hacer frente a esas pr¨¢cticas. Solo la valent¨ªa o la desesperaci¨®n de uno de los empresarios afectados, que se neg¨® a que pagasen justos por pecadores, denunci¨® y puso en marcha el mecanismo judicial que finalmente acab¨® con la extorsi¨®n.
Secretos a voces son tambi¨¦n el uso inadecuado de ciertos fondos p¨²blicos -como fue el caso del lino o el de los fondos para formaci¨®n ocupacional- y las comisiones pagadas por los adjudicatarios de las licitaciones de obra p¨²blica. Aunque en este caso hay que se?alar una diferencia importante con las pr¨¢cticas corruptas al estilo de Pascual Estevill, que usan los instrumentos del poder p¨²blico del Estado para beneficio personal. Por el contrario, en estos otros casos no se busca el beneficio particular -aunque algo de eso al final acabe existiendo siempre-, sino para hacer frente a una realidad no bien resuelta en nuestra legislaci¨®n: la financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos, un instrumento b¨¢sico de la democracia.
Aunque esta pr¨¢ctica genera de vez en cuando cierto esc¨¢ndalo social, poco a poco ha ido inoculando en la sociedad una pasividad y un farise¨ªsmo que tolera su existencia. Se ve como una corrupci¨®n blanca, que se beneficia de una cierta legitimaci¨®n pol¨ªtica y social. Pero no por eso es menos peligrosa, porque deja a los partidos pol¨ªticos en manos de conseguidores y de donaciones an¨®nimas que al final pervierten la vida de aqu¨¦llos y van impregnando de un cierto olor a podrido al conjunto de las instituciones de la democracia.
Hace unos cuatro a?os, el entonces presidente del Parlament, Joan Rigol, impuls¨® una iniciativa parlamentaria con la intenci¨®n de poner fin a esas pr¨¢cticas y dar transparencia y moralidad a la vida pol¨ªtica catalana. El objetivo fundamental, nunca mencionado por su nombre, era acabar con la pr¨¢ctica de las comisiones. En el marco de esa iniciativa, se organiz¨® una jornada con expertos y representantes de las instituciones civiles en la que tuve la oportunidad de participar. No s¨¦ cu¨¢les habr¨¢n sido los resultados finales, pero al menos de aquel esfuerzo de Rigol queda un libro que hoy puede ser ¨²til consultar (El finan?ament dels partits pol¨ªtics, Publicacions del Parlament de Catalunya, 2000).
Recuerdo que top¨¦ con la imposibilidad de obtener datos veraces sobre las fuentes de ingresos de los partidos pol¨ªticos, tanto catalanes como de ¨¢mbito estatal, al contrario de lo que ocurre en otros pa¨ªses democr¨¢ticos europeos. Las cuentas p¨²blicas que los partidos entregan al Tribunal de Cuentas son como cuentos de hadas, no cre¨ªbles; pero con la particularidad de que, en el caso de las cuentas de los partidos, adem¨¢s son ininteligibles.
Uno de los parlamentarios, en aquel momento en la oposici¨®n y hoy en el Gobierno, al ver mis dificultades para elaborar una foto fiel de las finanzas de los partidos, se refiri¨® a las comisiones por obra p¨²blica que reciben los partidos como "la cara oculta de la Luna", aquella que sabemos que existe pero no se ve.
En pleno debate sobre la crisis del Carmel y sus consecuencias pol¨ªticas, el presidente Pasqual Maragall se ha atrevido a referirse por su nombre a esa cara oculta de la financiaci¨®n de los partidos. Es dif¨ªcil saber si su denuncia fue el resultado de un subid¨®n parlamentario moment¨¢neo, provocado por la irritaci¨®n y la incomodidad que tiene que producir el hecho de hacer pagar a justos por pecadores, o si por el contrario, su acci¨®n fue intencionada, pensada para aprovechar la ocasi¨®n y dar transparencia a las decisiones p¨²blicas y, a la vez, moralizar la vida pol¨ªtica catalana. El paso del tiempo lo aclarar¨¢.
?Qu¨¦ pasar¨¢ mientras tanto? Era evidente desde que comenz¨® a entreverse la magnitud de la crisis del Carmel que las consecuencias no podr¨ªan quedar circunscritas a examinar c¨®mo se ha gestionado la crisis y dar respuesta a la dram¨¢tica situaci¨®n de los afectados. La vida pol¨ªtica catalana tiene mucho de querella familiar, con cuentas pendientes importantes, y ya se sabe que las querellas familiares est¨¢n movidas en ocasiones por instintos depredadores. Mi impresi¨®n es que algo se ha roto de forma irreparable en la vida pol¨ªtica y parlamentaria catalana. Y viviremos con cierto aire de provisionalidad hasta que los platos rotos se puedan sustituir.
Sin embargo, al final seguiremos sin conocer la cara oculta de la Luna. Todos los partidos ya han anunciado que no se deben mezclar las dos cuestiones, la crisis del Carmel con la financiaci¨®n de los partidos. Por tanto, seguiremos con el secreto a voces. Nadie tiene inter¨¦s en adentrarse en esa cara oculta, porque la verdad puede ser cegadora.
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