El eje del bien
La ceremonia de la 77? edici¨®n de los Oscar, como todas las ceremonias, nos mostr¨® algunos detalles secundarios que sin embargo pueden ser reveladores de una manera de entender el mundo y de intuir las tendencias predominantes de la industria. En primer lugar, est¨¢ claro que entre la Academia de Hollywood y Martin Scorsese hay un problema irresuelto. No tiene ninguna explicaci¨®n l¨®gica que quien debut¨® hace 37 a?os y que desde entonces ha realizado m¨¢s de 25 filmes con t¨ªtulos como Malas calles, Taxi driver, Toro salvaje, After hours, La edad de la inocencia, Uno de los nuestros, Casino o El Aviador, entre otros, no tenga todav¨ªa una estatuilla en su despacho. No hay buenas vibraciones entre la instituci¨®n y el realizador.
Todo lo contrario que con Clint Eastwood, que ya tiene dos oscars a la mejor pel¨ªcula y que en esta edici¨®n ha conseguido cuatro de los galardones m¨¢s importantes. Es un tipo espl¨¦ndido que ha ido ganando en sabidur¨ªa y sensibilidad con el paso de los a?os y que es el responsable de un pelicul¨®n tan impresionante como Million dollar baby que, adem¨¢s, reconoci¨® haber rodado en 37 d¨ªas, lo que le convierte en un superdotado o en un extraterrestre; claro que, al ver saludar a su madre de 96 a?os sentada en el patio de butacas y encantada de la vida y de su hijo, todo es posible y veros¨ªmil.
Tambi¨¦n se pudo ver lo bien que se le han criado sus hijas a Sydney Lumet, Oscar honor¨ªfico a toda una carrera, sobre todo una de las dos presentes, muy en la l¨ªnea de Vigilantes de la playa. Jorge Drexler, por su parte, dio una elegante lecci¨®n de saber estar: reverencia a Prince, dos estrofas de su canci¨®n a capella, un ciao y un thank you. Ni dedicatorias a su mujer, a sus hijos, a su madre, a sus productores, ni siquiera a Oprah Winfrey: ins¨®lito.
Lamentable el breve discurso de Frank Pierson, presidente de la Academia, recordando a los bravos soldados estadounidenses desparramados por el ancho mundo, sobre todo en Irak, y lamentable por innecesario y servil. Quiz¨¢s se deba a un intercambio con West Point y en la Academia militar tengan previsto recordar este a?o a los cineastas desaparecidos, comenzando por Marlon Brando.
Una ceremonia funcional, impecable t¨¦cnicamente (todos los micr¨®fonos funcionaban a la primera, sin chirridos), integrada en el sistema y sin sobresaltos: ni Michael Moore, ni un "No a la guerra", ni un pecho semidescubierto de Janet Jackson. El eje del bien pudo dormir tranquilo.
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