Mas ac¨¢ de Shakespeare
Shakespeare fue el autor absoluto de teatro: prosista como poeta, ide¨®logo, creador de personajes, ir¨®nico, inventor de situaciones. Cada una de sus obras est¨¢ completa, y tiene naturalmente defectos que podr¨ªan hallarse por debajo de sus textos. Es costumbre desde el siglo pasado que los grandes textos puedan estar sometidos a formas de ser representados, como los de cualquiera de los grandes. Se habla de "lecturas": cada obra puede tener diferentes lecturas, se dec¨ªa entonces; ahora, adem¨¢s, es pr¨¢cticamente habitual que la lectura que hace alguien se represente con preferencia al texto completo, pero conservando todo o parte de lo escrito. Decorados, trajes, movimientos, t¨®picos actuales, maneras de decir, desbordan lo que concibi¨® el autor: pero se conserva el t¨ªtulo y el glorioso nombre como garant¨ªa y como atracci¨®n para el p¨²blico y generalmente para los escolares, que si no leen o ven otra versi¨®n tendr¨¢n una idea equivocada de ese fragmento de historia literaria. Helena Pimenta, directora de escena muy acreditada, que ha hecho grandes creaciones, acaba de tratar as¨ª a Cervantes, en La entretenida, por la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico, y ahora en La tempestad, en el teatro Alb¨¦niz de la Comunidad de Madrid.
La tempestad
De William Shakespeare. Int¨¦rpretes: ?lex Angulo, Ram¨®n Barea, Jorge Basanta, Jes¨²s Berenguer, Jacobo Dicenta, Jorge Mu?oz, Vicente D¨ªez, Mikel Losada, Concha Milla, Pietro Olivera, Jos¨¦ Tom¨¦, Fernando Ustarroz. Escenograf¨ªa y vestuario: Jos¨¦ Tom¨¦. Iluminaci¨®n: Miguel ?ngel Camacho. Sonido: Eduardo Vasco. Versi¨®n y direcci¨®n: Helena Pimenta. Teatro Alb¨¦niz. Madrid.
No culpo a esta grata persona del desvar¨ªo que hay en estas obras, sino a esa costumbre y al amparo que suele recibir en nombre de una cierta libertad de apreciaci¨®n; simplemente lo advierto a los espectadores posibles: el texto abreviado es poco comprensible porque se ha cuidado menos la declamaci¨®n que los efectos visuales, y ¨¦stos consisten sobre todo en disfraces de los personajes: un peque?o carnaval de m¨¢scaras tratando de decir la obra en castellano. No llega a la audacia del tratamiento a Cervantes, que qued¨® materialmente destrozado, pero tampoco consigue que el verbo de Shakespeare entretenga: se queda mas ac¨¢.
Babelia
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