Soldados de EE UU hieren a la periodista liberada y matan al agente que la proteg¨ªa
Bush llama a Berlusconi para garantizarle una investigaci¨®n a fondo de lo sucedido
La liberaci¨®n de la periodista italiana Giuliana Sgrena, secuestrada en Bagdad el 4 de febrero, fue una alegr¨ªa de poca duraci¨®n. Minutos despu¨¦s de la buena noticia, lleg¨® la mala: tropas de EE UU hab¨ªan disparado sobre el veh¨ªculo en que viajaba Sgrena y hab¨ªan matado a un agente secreto italiano y causado heridas a los otros tres ocupantes, entre ellos la periodista. El presidente George W. Bush telefone¨® al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, para garantizarle una investigaci¨®n a fondo, a lo que tambi¨¦n se comprometi¨® su embajador en Roma, llamado de urgencia por Berlusconi.
El Coliseo de Roma ten¨ªa que permanecer iluminado toda la noche, en se?al de fiesta. Pero la fiesta no lleg¨® a celebrarse. La muerte del funcionario Nicola Calipari, que hab¨ªa protegido con su cuerpo a Giuliana Sgrena cuando empezaron los disparos, caus¨® una estupefacci¨®n profunda en toda Italia y, a nivel diplom¨¢tico, enfri¨® en seco la cordial¨ªsima relaci¨®n entre Roma y Washington. Las noticias de que Sgrena y los dos agentes hab¨ªan sufrido heridas de escasa gravedad (la enviada de Il Manifesto podr¨ªa regresar hoy mismo a su pa¨ªs en un avi¨®n ambulancia) no bastaron para relajar el ambiente.
Berlusconi utiliz¨® un tono de firmeza cuando anunci¨® la convocatoria del embajador de EE UU. "Sobre la alegr¨ªa por la liberaci¨®n de Giuliana Sgrena se ha abatido el dolor por la muerte de Nicola Calipari", dijo el presidente del Gobierno, en una improvisada conferencia de prensa. "Ha sido una fatalidad, pero alguien, ahora, deber¨¢ asumir su responsabilidad", a?adi¨®.
El embajador de Washington, Mel Sembler, lleg¨® al palacio Chigi, sede de la Presidencia del Gobierno, alrededor de las 23 horas, y sali¨® a medianoche. "Haremos todos los esfuerzos necesarios para que se haga la luz sobre lo ocurrido", declar¨® Sembler tras despedirse de Berlusconi. Desde Washington, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Scott McClellan, explic¨® que Bush llam¨® a Berlusconi para garantizarle que lo sucedido "ser¨¢ investigado a fondo", informa Reuters.
Situaci¨®n delicada
La situaci¨®n era delicada. El tiroteo hab¨ªa reavivado en un instante todos los recelos de la izquierda italiana frente a la estrecha alianza con EE UU en el conflicto iraqu¨ª y el secretario general de los Dem¨®cratas de Izquierda, Piero Fassino, llam¨® "asesinos" a los autores de los disparos. Tambi¨¦n en la coalici¨®n conservadora, de forma m¨¢s privada, se escuchaban palabras de escasa simpat¨ªa hacia las tropas estadounidenses. No pod¨ªa esperarse de ning¨²n modo una crisis profunda en las relaciones italo-americanas, pero s¨ª pod¨ªa darse por seguro que, tras el inesperado derroche de "fuego amigo", la amistad no iba a ser la misma, al menos por un cierto tiempo.
El impacto de la cadena de acontecimientos se agudiz¨® por la rapidez del vuelco. Todo empez¨® cuando, alrededor de las 18.30 (hora romana), la televisi¨®n ¨¢rabe Al Yazira anunci¨® que las cuatro semanas de cautiverio de Giuliana Sgrena hab¨ªan concluido. Al poco, la misma cadena emiti¨® una breve filmaci¨®n en la que Sgrena, aparentemente en los instantes finales del secuestro, sentada ante una mesa con fruta y un ejemplar del Cor¨¢n, agradec¨ªa a sus carceleros el "buen trato" que la hab¨ªan dispensado y aseguraba que seguir¨ªan "luchando" por la liberaci¨®n de su pa¨ªs contra "la ocupaci¨®n extranjera".
La liberaci¨®n de la enviada del peri¨®dico de izquierdas Il Manifiesto periodista tuvo una curiosa predicci¨®n on¨ªrica. Franco Sgrena, el padre de la periodista, hab¨ªa so?ado la noche anterior que Giuliana regresaba, y lo coment¨® por la ma?ana. "Espero que sea un sue?o premonitorio", dijo. Franco Sgrena, partisano durante la II Guerra Mundial y dirigente local del Partido Comunista durante a?os, no pod¨ªa contener las l¨¢grimas cuando supo que su hija estaba a punto de regresar. M¨¢s tarde, al saber de la muerte del funcionario italiano, tuvo que ser sometido a cuidados m¨¦dicos.
Tambi¨¦n hab¨ªa llorado Fausto Bertinotti, secretario general de Refundaci¨®n Comunista, el partido al que se afili¨® Sgrena tras la disoluci¨®n del PCI, al anunciar desde la tribuna, en pleno congreso de la organizaci¨®n, que no era necesario hacer m¨¢s llamamientos. Todos los delegados se alzaron en pie y el congreso se convirti¨® de inmediato en una fiesta y luego en un mitin de marcado tono antiamericano.
El mayor festejo hab¨ªa surgido en la redacci¨®n de Il Manifesto, adonde afluyeron cientos de personas y donde se abrieron abundantes botellas de champ¨¢n y vodka. Pero como en todas partes las noticias del ataque estadounidense hicieron que la euforia se evaporara. El director del diario, Gabriele Polo, explic¨® que la muerte del agente Nicola Calipari era "un mazazo" que enturbiaba la felicidad que sent¨ªa. "Hab¨ªamos contactado varias veces con Calipari, sab¨ªamos que su misi¨®n era liberar a nuestra compa?era y se hab¨ªa convertido casi en un amigo", declar¨®. "Era un hombre extraordinario y le han asesinado", a?adi¨®.
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