?Que viene el coco!
Resultar¨ªa sencillo este invierno negar de ra¨ªz la hip¨®tesis de cambio clim¨¢tico por efecto invernadero a la vista del fr¨ªo intenso y recurrente que estamos padeciendo. Pero ser¨ªa caer en un argumento demag¨®gico carente de base cient¨ªfica. Y esto es peligroso porque todav¨ªa hay qui¨¦n discute que la reducci¨®n de gases contaminantes a la atm¨®sfera es una imperiosa necesidad, un acto de responsabilidad de nuestros mandatarios pol¨ªticos y de toda la ciudadan¨ªa en general. Hay, creo yo, un amplio consenso en se?alar que en los ¨²ltimos a?os la maquinaria clim¨¢tica mundial muestra s¨ªntomas de alteraci¨®n en sus pautas de comportamiento.
Y hay consenso, tambi¨¦n, en la necesidad de tomar medidas y de seguir investigando. Hemos gastado demasiado tiempo en actuar con muy poco respeto sobre la Naturaleza y es el momento de poner soluciones. Tampoco resulta muy prudente la afirmaci¨®n de que dif¨ªcilmente podemos avanzar las condiciones clim¨¢ticas futuras, si todav¨ªa no podemos predecir el tiempo atmosf¨¦rico con fiabilidad m¨¢s all¨¢ de unos d¨ªas. Hablamos de procesos distintos, que requieren tratamiento distinto. No es lo mismo, ciertamente, la b¨²squeda de la certeza inmediata que el planteamiento de tendencias futuras. Pero, junto a todo esto, se puede se?alar que hoy por hoy resulta problem¨¢tica la afirmaci¨®n, con rotundidad cient¨ªfica, de que el clima del mundo que hemos conocido los ¨²ltimos cien a?os haya cambiado ya. O dicho con pleno rigor, de proclamar que el balance energ¨¦tico planetario se hubiese alterado ya de forma definitiva. Porque en puridad, el cambio clim¨¢tico que se discute es eso, una modificaci¨®n en las condiciones de energ¨ªa calor¨ªfica de la Tierra, de su superficie continental, de sus mares y de su atm¨®sfera envolvente.
De ni?os nos dec¨ªan que si no nos dorm¨ªamos pronto, vendr¨ªa el coco, o en la versi¨®n m¨¢s amenazadora de la dulce nana nos se?alaban que nos comer¨ªa. Con los a?os, nos dimos cuenta de que ese coco nunca aparec¨ªa. La presentaci¨®n, hace unos d¨ªas, de las conclusiones de un proyecto de investigaci¨®n sobre el cambio clim¨¢tico coordinado desde la Universidad de Castilla-La Mancha y en el que han tomado parte m¨¢s de cuatrocientos expertos nos ha llenado de inquietud. ?O tal vez no?
Y todo ello porque la ciudadan¨ªa no ve tan claro que el cambio clim¨¢tico sea una realidad tangible. O a lo mejor, tan s¨®lo, no quiere asumirlo. Lo primero supondr¨ªa que la hip¨®tesis del cambio clim¨¢tico no se podr¨ªa confirmar con la rapidez y rotundidad que al principio parec¨ªa. Lo segundo, m¨¢s problem¨¢tico, nos hablar¨ªa de una sociedad -la nuestra- insensible ante esta trascendente cuesti¨®n ambiental. De ambos ingredientes se compone el estado de la cuesti¨®n del cambio clim¨¢tico en la sociedad espa?ola.
Llevamos unos a?os de divulgaci¨®n indiscriminada del tema del cambio clim¨¢tico. En mi opini¨®n esta cuesti¨®n salt¨® excesivamente temprano a la opini¨®n p¨²blica, dej¨® pronto de ser un tema de investigaci¨®n cient¨ªfica b¨¢sica de enorme importancia para el futuro de la humanidad y pas¨® a convertirse en un eslogan f¨¢cil. En las conversaciones con los vecinos en el ascensor no hay quien se atreva hoy a negar que el tiempo caluroso o fr¨ªo diario es causa del cambio clim¨¢tico. Nos hemos vuelto expertos en clima, como ya lo ¨¦ramos en cuestiones futbol¨ªsticas. Se ha hecho un flaco favor a la ciencia, en beneficio del titular llamativo. Y por eso cada cierto tiempo hay que alimentar el relato de hechos desastrosos. Parece, adem¨¢s, que la aportaci¨®n de sobresaltos debe ser cada vez m¨¢s impactante, porque nos vamos haciendo insensibles a los probables escenarios de peligro futuros. La verdadera ciencia clim¨¢tica espa?ola, la climatolog¨ªa geogr¨¢fica, ha sido siempre muy prudente ante la hip¨®tesis del cambio clim¨¢tico que est¨¢ en juego. Incluso a menudo ha reaccionado a la defensiva ante las barbaridades sin fundamento que se difund¨ªan a la sociedad. Y todo porque es consciente de la dificultad inherente al estudio del tiempo y clima mundial y sobre todo a la complejidad que supone la plasmaci¨®n territorial de los fen¨®menos atmosf¨¦ricos. La Comunidad Valenciana es un buen ejemplo de ello. En las investigaciones sobre cambio clim¨¢tico realizadas durante los ¨²ltimos a?os en nuestro territorio se llega a la conclusi¨®n de que ni las temperaturas ni las precipitaciones han registrado una alteraci¨®n significativa en sus valores medios. Para ello es necesario analizar observatorios rurales y no s¨®lo urbanos como suele hacerse. No se aprecia, de momento, un aumento en la evaporaci¨®n que ser¨ªa la consecuencia l¨®gica del incremento t¨¦rmico.
Es absolutamente falso afirmar que en la actualidad se producen m¨¢s peligros clim¨¢ticos que hace unas d¨¦cadas en la Comunidad Valenciana. Las estad¨ªsticas de episodios atmosf¨¦ricos de rango extraordinario no se?alan nada en este sentido. Otra cosa es que el riesgo ante determinados episodios, sequ¨ªas, inundaciones y temporales mar¨ªtimos esencialmente, haya aumentado porque la sociedad valenciana est¨¢ actuando de forma imprudente con la naturaleza, ocupando espacios inundables o primer¨ªsimas l¨ªneas de costa y cultivando o edificando por encima de los recursos h¨ªdricos existentes. Por tanto, no hay m¨¢s peligros pero s¨ª hay m¨¢s riesgo.
Estamos ante un tema muy serio que hay que seguir investigando en profundidad. Los indicios de cambio que se aprecian en el clima mediterr¨¢neo son el aliado perfecto para animar nuevos an¨¢lisis m¨¢s all¨¢ del mensaje reiterado de la subida de temperaturas. Lo fundamental es aclarar c¨®mo se manifestar¨¢ ese aumento t¨¦rmico en las pautas meteorol¨®gicas diarias o lo que es lo mismo, si se pueden llegar a modificar los tipos de tiempo que hoy configuran nuestro clima. Queda mucho por hacer. El aumento de precipitaciones de barro que se registra en los ¨²ltimos quince a?os puede hablar de la mayor influencia de la C¨¦lula de Hadley en nuestra atm¨®sfera mediterr¨¢nea. De confirmarse, si que estar¨ªamos ante un cambio clim¨¢tico real.
Por eso duele tanto que la difusi¨®n de noticias sobre el cambio clim¨¢tico haya ca¨ªdo en el tremendismo medi¨¢tico del que la sociedad empieza a mostrar cansancio. Se est¨¢ echando por tierra el trabajo de muchos investigadores espa?oles que llevan a?os intentando demostrar si las alteraciones actuales del clima son reversibles o no, si estas pulsaciones son tan dram¨¢ticas como se nos afirma o no. Y todo porque el sensacionalismo ha triunfado sobre la ponderaci¨®n a la hora de transmitir los mensajes sobre el tiempo y el clima. Y ha triunfado tambi¨¦n el mensaje ¨²nico frente al contraste de opiniones. Hay realidades como la que nos ocupa que teniendo un fondo general de certeza puede encerrar matices e incertidumbres.
La investigaci¨®n cient¨ªfica debe divulgarse al gran p¨²blico, pero no debemos caer en la vulgarizaci¨®n. Y desafortunadamente, en la cuesti¨®n del cambio clim¨¢tico, caemos muy f¨¢cilmente en este error creyendo que as¨ª podemos ganar adeptos para una causa sobre la que la sociedad ha terminado por hacer la vista gorda, mostrando escaso inter¨¦s por el conocimiento de sus condiciones ambientales futuras. Y as¨ª sale perdiendo la investigaci¨®n cient¨ªfica y la sociedad.
Jorge Olcina es Catedr¨¢tico y director del Laboratorio de Climatolog¨ªa de la Universidad de Alicante
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