El d¨ªa del descubrimiento
El s¨¢bado ha sido para Musika-M¨²sica el d¨ªa del descubrimiento, del comentario admirativo, del no te lo pierdas. Y la protagonista ha sido una joven alemana, Isabel Faust, que se ha postulado con toda naturalidad a la candidatura de violinista del futuro. Trabaj¨® a destajo toda la tarde. Primero haciendo un fabuloso Concierto de Beethoven con Concerto K?ln, una de esas orquestas con instrumentos originales que exhiben verdadero poder¨ªo, dirigida por David Stern. Desde la primera nota hasta la ¨²ltima, pasando por las cadencias, la violinista desgran¨® la obra con una exactitud y delicadeza asombrosas, cualidades que rubricar¨ªa dos horas despu¨¦s en un recital literalmente inolvidable con el fortepianista Alexander Melnikov. Los dos demostraron por qu¨¦ en las sonatas beethovenianas hay que tratarse de igual a igual, pero como, a fin de cuentas, el viol¨ªn luce m¨¢s y Faust hizo lo que hizo, la verdad es que se llev¨® el gato al agua. Lenguas nos hac¨ªamos todos al salir de lo que hab¨ªamos escuchado. Y, c¨®mo no, surg¨ªan las comparaciones con los j¨®venes talentos, rusos, orientales, que copan el viol¨ªn hoy d¨ªa. El dictamen era un¨¢nime: t¨¦cnicamente, nada que oponer, y musicalmente, mejor que casi todos.
A lo largo del d¨ªa hubo muchas cosas. Casi empezaba con una interesante exhumaci¨®n del casi nunca tocado R¨¦quiem de Cherubini -uno de los pocos invitados a esta programaci¨®n dominada por Beethoven- con la Sinf¨®nica de Bilbao, la Coral de la Ciudad y Juanjo Mena en el podio. Los mismos se enfrentaron luego, por la tarde, a una Novena que puso el cartel de no hay billetes. Andreas Staier, un rato antes, dictaba lecci¨®n en un par de sonatas al fortepiano, un poco en secreto, pero rodeado de esos buenos degustadores que hay por aqu¨ª. Y es que no se pod¨ªa o¨ªr todo. S¨®lo el s¨¢bado eran 26 conciertos m¨¢s la primera entrega de sonatas para piano de Beethoven en el Arriaga. Siempre Beethoven -los tr¨ªos, los cuartetos, las sinfon¨ªas-, y siempre bien, como pas¨® con la Sinfon¨ªa Varsovia, que uno cre¨ªa un poco dejada de la mano de Dios y que se mostr¨® brav¨ªsima en una formidable S¨¦ptima bajo la direcci¨®n de Peter Csaba. Y entre concierto y concierto, escuchar en el hall del Euskalduna a las orquestas de unos cuantos conservatorios. Por ejemplo, el de Gij¨®n: menuda obertura de Fidelio se marcaron.
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