Or¨¢n como pretexto
?Se est¨¢n observando con lupa las consecuencias de una nueva l¨ªnea mar¨ªtima Alicante-Or¨¢n, servida por un ferry de la naviera Trasmediterr¨¢nea? Posiblemente, y esas observaciones, para el presidente Camps, a lo que se ve, carecen de todo inter¨¦s y garant¨ªa: no ofrecen, a su criterio, ni una sola raz¨®n de tipo econ¨®mico. ?Ni, acaso, tampoco otras razones? Posiblemente: conectar la xenofobia y aun el racismo de gl¨¢ndula propia con la xenofobia y aun el racismo de ciertos sectores nativos de corte conservador y de tradici¨®n segregacionista, con respecto al magreb¨ª. Conexi¨®n que puede difundir un mensaje electoralista y toda una estrategia para torpedear el proceso de regulaci¨®n de los inmigrantes y confundir al personal. Eso a pesar de los datos facilitados por la propia Autoridad Portuaria: en Alicante embarcan hacia su destino m¨¢s ciudadanos argelinos que los que llegan. ?Actitudes as¨ª tan pusil¨¢nimes como cicateras, no atentan flagrantemente contra el principio del libre comercio y los ya viejos v¨ªnculos con un pa¨ªs con el que Espa?a -y muy en concreto, nuestra ciudad- mantiene buenas relaciones diplom¨¢ticas, comerciales y culturales? Posiblemente. Entonces, alguien mueve los hilos en direcci¨®n a la urna, mientras pretende disuadir con argumentos nada sagaces y menos convincentes, y apelaciones inquietantes e inciertas: se atribuye la degradaci¨®n del casco hist¨®rico a la actividad de peque?os comercios cuyos titulares son de aquella nacionalidad, sin poner sobre el tapete otras causas como la ostensible ausencia de inversi¨®n urban¨ªstica, en los barrios que configuran el casco degradado, o el desplazamiento del ajetreo mercantil al terreno de las grandes superficies. Una ciudad como la nuestra que presume de abierta y dialogante, en la palabra campanuda y poco o nada fiable de sus representantes municipales y provinciales, y seguida e indiscriminadamente arremete contra los minoristas argelinos, est¨¢ agitando la bandera de la intolerancia y del ordeno y mando, pr¨¢ctica que en democracia desafina y deja o puede dejar fuera de juego. Mucho ojo, se?ores electos, los ciudadanos les pagamos un sueldo m¨¢s que apa?ado, no para que descalifiquen, sino para que se estrujen la sesera, si es que les funciona y cuando sea de menester. De modo que o cumplen o la puerta de atr¨¢s siempre la tienen franca. Pero no echen la basura propia sobre lo ajeno y diferente, que eso tiene un calificativo de ocultaciones y estruendos muy arriesgado. Y ya ven, c¨®mo en el caso del PP, Francisco Camps hizo bueno aquello de la nostalgia los cr¨ªa y el ladrillo y el moro los junta. As¨ª, el alcalde Alperi, campista hasta donde buenamente puede interpretar, y Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, zaplanista y presidente de la Diputaci¨®n Provincial, hasta donde buenamente le permite su papel, han sido amparados por el presidente de la Generalitat, en su rechazo a la pretendida nueva l¨ªnea mar¨ªtima a Or¨¢n. Camps, que hab¨ªa soslayado la pol¨¦mica hasta ahora, entra todo de paternidad y golpe -?instrucciones de arriba?-, porque dice que se ha puesto al lado de los alicantinos, vaya, qu¨¦ detalle tan fino. Todo queda, pues, en una confrontaci¨®n de opiniones, donde se soslayan los datos objetivos, y en medio de un remolino de apreciaciones hiperb¨®licas, porque, vamos a ver, caballero, ?a usted se le hace que Francisco Camps le tiene un cierto aire a Jean-Marie Le Pen?... ?C¨®mo? ?qu¨¦ es lo que dice?...
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