La verdad del cante
Escuchar a Miguel Poveda es siempre una garant¨ªa de seguridad, de seriedad. Es cantaor que da car¨¢cter a cada una de sus actuaciones, a las que dota de concentraci¨®n extremada. Se toma el cante en serio; en definitiva, como debe ser.
Estuvo muy serio en esta noche de aniversario, e hizo la correspondiente dedicatoria, con emoci¨®n contenida. Y anduvo a vueltas con el reverb, que no acababa de convencerle. Pero a todo esto cantaba. Con serenidad, templando los tercios hasta l¨ªmites insospechados. Malague?as con el cante abandolao de remate. Tientos y tangos. Y levante.
Aqu¨ª ya alcanza una de las cumbres de su recital. Miguel Poveda cant¨® por levante con decisi¨®n, con intensidad inigualable. Son cantes que conoce muy bien, que le valieron en 1993 el trofeo L¨¢mpara Minera de La Uni¨®n, y los hizo dot¨¢ndoles de una grandeza poco habitual. De belleza, tambi¨¦n, pues son cantes de gran arco mel¨®dico, no f¨¢ciles de decir pero de una gran belleza si se acierta en el tono adecuado. Y el cantaor acert¨® plenamente, sabiamente.
Cantando a la luz de la luna
Cante: Miguel Poveda. Toque: Juan G¨®mez Chicuelo. Ateneo Cultural Primero de Mayo de CC OO. Madrid, 11 de marzo.
Despu¨¦s, alegr¨ªas. Y soleares. Y una larga, muy larga, secuencia de cantes a palo seco. Otra de las cumbres de un recital memorable. Miguel Poveda cant¨® sin guitarra con la cabeza y con el coraz¨®n, en un ejercicio de virtuosismo y de potencia realmente ejemplar. As¨ª se canta, y no hay m¨¢s vueltas que darle. Se dice el cante como si nos lo estuvieran arrancando de nuestro cuerpo, a veces en un aliento doloroso.
Despu¨¦s, ya en el tramo final del concierto, un par de excelentes fandangos y doble serie de buler¨ªas. Una de ellas muy original, sobre el cante y la poes¨ªa de Quintero, Le¨®n y Quiroga. Un hallazgo, porque la m¨²sica de estos tres genios de la canci¨®n entra bien por el palo y adquiere matices llenos de intenci¨®n y de belleza.
Miguel Poveda rebusca siempre lo in¨¦dito, lo que le puede dar lugar a aportaciones personales con encanto. Y as¨ª, la m¨²sica y las palabras de Quintero, Le¨®n y Quiroga adquieren una nueva dimensi¨®n que les da valor a?adido.
Acompa?¨® a Poveda la guitarra impecable de Juan G¨®mez Chicuelo. Una guitarra inspirada en todo momento, dotada para lo mejor. Cantaor y guitarrista formaron una pareja mod¨¦lica, acoplada, profundamente expresiva.
Una pareja para no perder de vista, porque al paso que van es imposible fijar un objetivo para ellos. Chicuelo tuvo momentos m¨¢gicos, en que su guitarra son¨® plena de resonancias de una delicadeza incre¨ªble.
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