De Madrid
Es f¨¢cil ir a Madrid y mucho m¨¢s f¨¢cil sentirse de Madrid. Es cosa de minutos y a m¨ª me pasa siempre que voy. Uno llega a Madrid y ya es de Madrid. No conozco ninguna ciudad donde suceda lo mismo. Y en Madrid, cada d¨ªa sucede m¨¢s. Y es un gozo sentir que uno es de all¨ª, es decir, de todas las partes. Que uno es uno m¨¢s, que nadie te va a preguntar por tu sangre, por tus ancestros, por los gritos de la tribu. Es una suerte llegar a una ciudad de cinco millones de habitantes solidarios y alegres por lo general, y ahora tristes en estos d¨ªas del aniversario de la mayor matanza que conoci¨® Espa?a desde 1939.
Estuve en Madrid la semana pasada. Me fui a la calle de Alcal¨¢, donde me dio un premio Mario Vargas Llosa (el premio para libros de cuentos que lleva su nombre, y perm¨ªtanme la evocaci¨®n) y luego lleg¨® la tarde. Lleg¨® tambi¨¦n para m¨ª una melancol¨ªa rara, pero la ciudad continuaba llena de vida y de fuerza. Madrid sin bandera, Madrid sin himno, y ya pronto me met¨ª por sus calles heladas muy atento y secreto, observador de la ciudad y de la gente que la puebla: ese pi¨¦lago donde vivir se puede y donde amar al pr¨®jimo parece m¨¢s f¨¢cil. Madrid de los ancianos que viven solos y que vencen al mundo cada ma?ana. Madrid de los ni?os y de los funcionarios, esa buena gente respetuosa. Madrid de la legi¨®n de camareros y taxistas, de los vendedores de todas las cosas. Madrid: la ilusi¨®n o el gozo de ser ba?ado por la libertad, por la fraternidad, por la igualdad. Por decenas de idiomas, por millones de miradas nuevas. Madrid: tierra de promisi¨®n y tierra m¨¢rtir. En la guerra civil y en la criminal postguerra. Madrid mortificada en el 11-M y Madrid iluminada por la eficacia y el progreso. Madrid de ac¨¢ para all¨¢, caminando el viajero entre turistas orientales, fontaneros rumanos, pol¨ªticos catalanes, comerciantes chinos, obreros andaluces, alba?iles colombianos, fruteros marroqu¨ªes o taxistas gallegos. Amparados todos por Madrid, esa palabra que algunos, pocos, aborrecen y que muchos, cada vez m¨¢s, pronunciamos con complicidad y afecto. Eso s¨ª, sin mezclar el f¨²tbol.
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