El falso polaco que ajustici¨® Franco
Un d¨ªa de enero de 1995, Ra¨²l M. Riebenbauer pudo ver un recorte del peri¨®dico sensacionalista El Caso que daba noticia de la ejecuci¨®n por garrote vil -un m¨¦todo especialmente cruel de aplicar la pena de muerte- de Puig Antich y de Heinz Ches. El periodista, que apenas ten¨ªa cinco a?os cuando ocurrieron los hechos en 1974, se fij¨® en los ojos atemorizados y perdidos de aquel Ches y desde entonces no ha parado hasta descubrir la vida que se escond¨ªa detr¨¢s de aquel misterioso personaje, que hab¨ªa sido acusado de matar a un guardia civil en un c¨¢mping de Tarragona, y cuyo ajusticiamiento coincidi¨® con el del anarquista para difuminar la politizaci¨®n de las penas de muerte. La historia sirvi¨®, poco despu¨¦s de la muerte del dictador Francisco Franco, para que el grupo Els Joglars escenificara la tragedia en La torna, una obra teatral que fue prohibida. Ahora bien, nadie hasta ahora hab¨ªa descubierto que el tal Heinz Ches no era polaco, sino alem¨¢n, y que su familia de Cottbus tuvo que esperar a Riebenbauer para saber su tr¨¢gico final.
EL SILENCIO DE GEORG
Ra¨²l M. Riebenbauer
RBA. Barcelona, 2005
285 p¨¢ginas. 18 euros
El final del invierno de 1974
fue fr¨ªo y gris. El clima de terror que viv¨ªa Espa?a tras el asesinato del entonces presidente del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco, en diciembre de 1973, envenenaba el ambiente. El franquismo, ya moribundo pero todav¨ªa perverso, necesitaba dar un castigo ejemplar y encontr¨® chivos expiatorios en Puig Antich y Heinz Ches. Pero mientras la memoria del joven anarquista ha sido m¨¢s tarde honrada, reivindicada y mantenida, nadie se acord¨® ya de un supuesto ap¨¢trida sin una familia que reclamara siquiera su cuerpo. ?Pero qui¨¦n era en realidad? La pregunta intrig¨® a aquellos espa?oles dem¨®cratas que se manifestaron contra las ejecuciones, pero con el devastador paso del tiempo el interrogante cay¨® en el olvido. Han tenido que pasar tres d¨¦cadas, aunque m¨¢s vale tarde que nunca, para averiguar que aquel ajusticiado en la c¨¢rcel de Tarragona era un ciudadano de la comunista Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, de nombre Georg Welzel, que hab¨ªa trabajado como mec¨¢nico, hab¨ªa escapado de su pa¨ªs y hab¨ªa iniciado una odisea por media Europa para buscarse la vida hasta que asesin¨® a tiros a un guardia civil en un c¨¢mping de Cambrils en el mes de diciembre de 1972.
El libro El silencio de Georg (en catal¨¢n El silenci de Georg, La Magrana, 2005) muestra un espl¨¦ndido trabajo de investigaci¨®n period¨ªstica, que est¨¢ narrado como una novela y en primera persona, lo que indica bien a las claras la implicaci¨®n, obsesi¨®n m¨¢s bien, que el autor ha llegado a tener con y por la historia. Con un ritmo trepidante y una combinaci¨®n de di¨¢logos y de narraci¨®n muy bien trenzada, este alegato contra la pena de muerte evoca el estilo de A sangre fr¨ªa, de Truman Capote, o recuerda un libro reciente y cercano como Soldados de Salamina, de Javier Cercas. Esa fijaci¨®n por reconstruir el pasado de una persona, cuyo final se conoce desde el comienzo del libro, ese viaje geogr¨¢fico y emocional en busca de las claves de una vida, que transforma al autor y a los lectores, est¨¢n presentes en El silencio de Georg.
La tenacidad de Ra¨²l Rie
benbauer, un profesional formado en la prensa valenciana que publica su primer libro, ha logrado que por sus p¨¢ginas desfilen militares, polic¨ªas, camareros, actores y testigos, en fin, de unos sucesos que marcaron con garrote vil el crep¨²sculo del franquismo. Con rigor y con calidad de escritura el autor ha rescatado una historia que esperaba un final, que aguardaba a que la familia de Georg Welzel pudiese visitar su tumba en el cementerio de Tarragona. Es cierto que fue un asesino, como prob¨® no aquella versi¨®n oficial y mentirosa de una dictadura, sino esta investigaci¨®n period¨ªstica de la democracia. "Est¨¢ bien, lo era. Pero ?t¨² le habr¨ªas ejecutado por ser un asesino?", se pregunta Riebenbauer hacia el final del libro. "Jam¨¢s", se responde, "al fin y al cabo la verdadera indignidad fue la de una dictadura que le utiliz¨® y que se deshizo de ¨¦l a pesar de todo lo que se sab¨ªa".
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