Raros y solitarios
"La fr¨¢gil transparencia de la vida" es un verso del poeta extreme?o ?lvaro Valverde (Plasencia, 1959), autor adem¨¢s de algunos libros en prosa y, con esta que ahora aparece, de dos novelas; un verso, aqu¨¦l, que define muy bien el paisaje de este relato, que trata de seres raros y solitarios, vidas grises y disimuladas las de ¨¦stos, gastadas o malgastadas -vividas, en todo caso- en una ciudad innombrada, extreme?a por supuesto. Detr¨¢s de toda vida vulgar, gris, se dice -en t¨®pico que no hace mal a nadie-, hay una novela, la novela de esa vida. Y novelas tienen los de esta cuadrilla de personajes muchos de ellos atrabiliarios -uno escribe "atrabiliario" y amanece inevitablemente en el horizonte el nombre de Luis Mateo D¨ªez, que es quien m¨¢s sabe, y m¨¢s sabiamente, de historias provinciales, de vidas atrabiliarias-. Un oscuro funcionario municipal justifica su larga vida dedicada a la m¨¢s polvorienta de las burocracias, la de ayuntamientos y otras oficinas siniestras, recogiendo en un manuscrito de incierto destino un pu?ado de esas vidas grises: "Nosotros, los solitarios" podr¨ªa titularse ese manuscrito si no fuera porque ya otras plumas lo han utilizado, y por ah¨ª discurren vidas de santos bebedores, ferroviarios locos por la filatelia, novilleros de fama ef¨ªmera, flor de un d¨ªa de la fiesta nacional, can¨®nigos que trocean sus pasiones confesables entre la m¨²sica y los toros, poetas sin brillo, vencidos de todas las guerras que se reducen a una, la nuestra (como dec¨ªan algunos antes), historiadores (muy) locales, cronistas oficiales de la villa, divisionarios conservados en el congelador de la estepa rusa, pintores coleccionistas de atardeceres, eruditos provinciales, que van y vienen, en este manuscrito hallado en un caj¨®n municipal, con el peso de su vida a cuestas, como la bola de hierro que llevaba encadenada a un tobillo el preso de los tebeos infantiles. Este repaso a vidas grises, que va iluminando esta novela de Valverde sin mucha estridencia pero s¨ª con acierto, queda arrumbado, de forma intencionada, en un caj¨®n, por si alguien tiene a bien descubrirlo y que se tope con un lector y vuelva, as¨ª, a ponerse en movimiento la cuerda de presos: el probo funcionario, quien hurta al erario p¨²blico estas horas dedicadas a dar vida a las de esa cuadrilla de personajes atrabiliarios y as¨ª dar a conocer, por personas interpuestas, a jirones, su propia vida, la del probo funcionario. Vida de vidas este manuscrito que, a su vez, descubre el autor del ep¨ªlogo, su sustituto municipal, quien intenta saber algo m¨¢s de su antecesor. Y ambos, ¨¦ste y aqu¨¦l, surgen de la imaginaci¨®n del poeta autor de ese verso antes citado ("la fr¨¢gil transparencia de la vida") y de esta novela que se detiene, con buen pulso y evidente acierto, en las peque?as cosas, en esas cosas sin importancia que dan vida a tantas y tantas vidas grises que se confunden en el horizonte, aunque cada una de ellas tienen una luz especial, propia, la de los ojos de esos raros, solitarios, atrabiliarios. Esos ojos son puntos luminosos en la oscuridad y con su l¨¢piz de chupatintas el probo funcionario los va uniendo a ver qu¨¦ sale: acaso una vida, gris, sin duda, pero vida, en definitiva.
ALGUIEN QUE NO EXISTE
?lvaro Valverde
Seix Barral. Barcelona, 2005 236 p¨¢ginas. 17 euros
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