La empresa valenciana se sacude el polvo
Durante demasiado tiempo nuestras empresas han pensado m¨¢s en la Administraci¨®n como proveedora de subsidios que como mero est¨ªmulo de la actividad econ¨®mica. Se trata de una malformaci¨®n propiciada por los fondos de la UE y por nuestra condici¨®n perecedera de Objetivo I. Tambi¨¦n, todo hay que decirlo, por su dependencia de la Administraci¨®n como gigantesco cliente de obras y servicios que ellas producen.
La cumbre empresarial de Pe?¨ªscola ha supuesto, sin embargo, un pase de p¨¢gina. Las ponencias de Francisco Aznar, Joaqu¨ªn Rocamora, Jos¨¦ Vicente Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Roca no se han centrado en a?orar una arcadia agr¨ªcola minifundista e improductiva o en la defensa numantina de una industria tradicional deficitaria, sino en establecer bases de futuro: "No hay sectores tradicionales -afirm¨® el vicepresidente de la CEV, Jos¨¦ Vicente Gonz¨¢lez-; hay empresas competitivas y otras que no lo son".
?se es el marco de referencia y no la petici¨®n de trabas imposibles a la deslocalizaci¨®n industrial, a la competencia de pa¨ªses emergentes, como China, o a la importaci¨®n de productos infinitamente m¨¢s baratos que los que producimos. No se puede poner puertas al campo ni luchar contra la l¨®gica econ¨®mica formulada hace dos siglos por un cl¨¢sico como David Ricardo y su teor¨ªa de la ventaja comparativa. Nosotros, que ya hemos superado afortunadamente la fase de acumulaci¨®n salvaje de capital y de explotaci¨®n de una mano de obra depauperada, como ahora sucede en Asia, estamos en otro estadio que protagonizan el conocimiento, la innovaci¨®n, el capital humano y las nuevas tecnolog¨ªas.
Centrarnos en ello resulta tanto m¨¢s urgente cuanto nuestro modelo de crecimiento, basado en la construcci¨®n y en la demanda interna, quiz¨¢ no sea sostenible mucho tiempo debido a la tendencia inflacionista -con un IPC actual del 3,3%- y al creciente endeudamiento familiar, con el riesgo de un s¨²bito incremento de los intereses hipotecarios. La urgencia radica en eso y en que la econom¨ªa, como me dec¨ªa el otro d¨ªa un empresario en feliz met¨¢fora, "es como la cinta continua de un gimnasio, donde si te paras vas indefectiblemente hacia atr¨¢s".
Nuestros empresarios llevan ya bastante tiempo en esa pr¨¦dica expuesta a bombo y platillo la semana pasada en Pe?¨ªscola. Hace m¨¢s de un a?o, el presidente de Cierval, Rafael Ferrando, la formul¨® a modo de dec¨¢logo en una conferencia. En ella se enfatizaban algunos aspectos clave: desde lo perentorio de alianzas y estrategias comunes que palien el endeble tama?o de las empresas valencianas -el 96%, con 10 trabajadores o menos-, hasta la necesidad de mucha m¨¢s inversi¨®n en I+D+i, la cual en la actualidad no llega al 0,9%, por debajo de la mitad de la media europea.
No parece f¨¢cil, dada nuestra historia de individualismo y desencuentros, lograr alianzas, concentraciones y fusiones empresariales, ni siquiera agruparnos bajo una misma imagen de marca que diga algo as¨ª: "Productos de la Comunidad Valenciana igual a productos de calidad". En una reciente entrevista, lo reconoc¨ªa el presidente de la C¨¢mara de Comercio de Valencia, Arturo Virosque: "A veces, la mayor dificultad para avanzar todos juntos radica en nuestro propio car¨¢cter".
Nuestra clase empresarial al menos reconoce este problema, lo que supone tener ya la mitad de la soluci¨®n. La otra mitad vendr¨¢ cuando acabe de sacudirse de encima una serie de vicios adquiridos. El primero, el de cierta actitud de subordinaci¨®n complaciente con el poder establecido. El que ahora, tras ocho a?os de pol¨ªtica monocolor, nuestros empresarios tengan que apechugar aqu¨ª y en Madrid con gobiernos de distinto signo les obliga a acelerar sus reflejos.
?ste no es el ¨²nico complejo a superar, por supuesto. Deben colaborar en mejorar la calidad de la mano de obra y en la formaci¨®n permanente de los trabajadores, pero al mismo tiempo exigir aquellas reformas fiscales y laborales que pospuso en su d¨ªa el Partido Popular y que tendr¨¢ que encarar Rodr¨ªguez Zapatero si no quiere hipotecar el futuro colectivo. No deben tener miedo de apostar por un modelo de crecimiento sostenible que fomente la ecolog¨ªa, pero tampoco tienen que renunciar a un turismo de calidad con el valor a?adido de campos de golf, amarres deportivos y otras prestaciones de lujo similares.
Nuestros empresarios empiezan, pues, una traves¨ªa con m¨¢s independencia respecto a la Administraci¨®n. Si, adem¨¢s, logran remar juntos en la misma direcci¨®n, su singladura redundar¨¢ en beneficio de ellos, de nosotros y de todos.
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