Un problema largamente anunciado

El programa Ram¨®n y Cajal naci¨® en 2001, poco despu¨¦s de la creaci¨®n del Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa. El Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar lo present¨® entonces como una iniciativa para evitar la fuga de cerebros. Y como una f¨®rmula para abordar las carencia en investigaci¨®n y desarrollo del sistema espa?ol.

Todav¨ªa no se hab¨ªa puesto en marcha cuando recibi¨® las primeras cr¨ªticas. Investigadores y sindicatos lo consideraron un parche que no resolv¨ªa el problema a largo plazo de los cient¨ªficos porque no consolidaba su situaci¨®n laboral.

Las dudas sobre el futuro en torno al programa no fueron planteadas s¨®lo por cient¨ªficos y oposici¨®n. El entonces subsecretario de la Oficina de Ciencia y Tecnolog¨ªa de la Generalitat valenciana, Javier Quesada, no ocult¨® su escepticismo. El plan, indic¨®, pod¨ªa funcionar como "catalizador", pero cuando las universidades calcularan las plazas a solicitar, se producir¨ªa "un problema financiero grave" que se aplazar¨ªa cinco a?os y que era "mejor" ir "abordando desde el principio".

Un problema adicional proviene de la distribuci¨®n de los investigadores adscritos al programa Ram¨®n y Cajal. Si Gobierno y Generalitat valenciana ponen dinero extra para que sean absorbidos por las universidades, algunas saldr¨¢n ganando. Y otras no. En el primer caso se encuentra la de Val¨¨ncia, que acoge a 79, m¨¢s de la mitad del total.