Inteligencia y emoci¨®n

Poco antes de su concierto del s¨¢bado, Ton Koopman hab¨ªa comentado que su trabajo como estudioso de Bach consiste, entre otras cosas, en hallar las condiciones t¨¦cnicas ideales para poder transmitirlo dentro, adem¨¢s, de una tradici¨®n, de una cultura que es la de su propio catolicismo, la de una condici¨®n de creyente en la que reside parte de las posibilidades reales de emoci¨®n que esta m¨²sica le provoca. Interesant¨ªsimo tema este de la relaci¨®n entre la forma y su capacidad para, a trav¨¦s de su belleza, ir m¨¢s all¨¢ en la comprensi¨®n de la historia que narra la Pasi¨®n seg¨²n San Mateo. Para horas dar¨ªa.

Pero como tampoco en Cuenca hab¨ªa tiempo para ponerse a ello, nada mejor que demostrar las ideas con la pr¨¢ctica. Y en eso Koopman no pudo ser m¨¢s claro. Su Pasi¨®n mueve a la emoci¨®n, s¨ª, pero desde la claridad de una exposici¨®n que busca la fidelidad a la letra, pero tambi¨¦n al esp¨ªritu que se sostiene en ella. Por eso la orquesta se oye tan bien, se cuidan tanto los timbres -qu¨¦ flauta sigue siendo Wilbert Hazelzet-, se hace un continuo tan imaginativo en su simplicidad y, al mismo tiempo, se le pide tanta expresividad al coro, se adecuan los tempi al devenir de la narraci¨®n y act¨²an con arreglo a ella los cantantes. Hay ideas y, por tanto, hay versi¨®n diferenciada de cualquier otra, personal y comunicativa, como muy para quien ve hoy estas cosas con las debidas distancias.

Amsterdam Baroque -orquesta y coro- es un conjunto simplemente soberbio y como tal se port¨®. La mayor¨ªa de los solistas destacaron por su frescura todav¨ªa casi juvenil, apoyados en dos valores seguros como Agnew -arriesg¨¢ndose en su aria hasta el l¨ªmite de la sobreactuaci¨®n- y el siempre s¨®lido Mertens. Cornelia Samuelis y Bogna Bartosz son voces no muy grandes pero bien expresivas, con el mismo anhelo de comuni¨®n con el esp¨ªritu de Koopman que demostraron J?rg D¨¹rm¨¹ller como Evangelista y Ekkehard Abele como Jes¨²s.