Por una estrategia de Lisboa sostenible
Los autores defienden que proteger el medio ambiente fomenta el crecimiento econ¨®mico y el empleo, objetivos de la agenda de Lisboa.
Despu¨¦s de cuatro a?os de aplicaci¨®n de la Estrategia de Lisboa, nuestros jefes de Estado y de Gobierno deber¨¢n decidir hoy sobre su reorientaci¨®n a efectos de corregir las insuficiencias constatadas. El objetivo establecido por el Consejo Europeo de Lisboa en el a?o 2000 es convertir la econom¨ªa europea para el a?o 2010 en la m¨¢s competitiva del mundo, basada en el conocimiento y el empleo. Un a?o m¨¢s tarde, en 2001, la Estrategia se complet¨® con una dimensi¨®n de desarrollo sostenible al a?adirle el medio ambiente. Se un¨ªan as¨ª los aspectos econ¨®micos, sociales y medioambientales en un ¨²nico proceso. De momento, algunos de los resultados obtenidos son todav¨ªa poco prometedores, por lo que hace falta un nuevo empuje si queremos que nuestra sociedad aproveche el enorme potencial que la Estrategia encierra.
No se puede aceptar un crecimiento basado en la disponibilidad ilimitada de recursos
Sin embargo, las cuestiones relativas al desarrollo sostenible y al medio ambiente han quedado relegadas por la Comisi¨®n Europea y por ciertos Estados miembros a un papel secundario en relaci¨®n con la prioridad concedida a los aspectos econ¨®micos y de competitividad. Esta reorientaci¨®n podr¨ªa poner en peligro el objetivo de bienestar y calidad de vida. El Consejo de Medio Ambiente de la Uni¨®n Europea ha reaccionado claramente frente a este "olvido" de los aspectos ambientales y, el pasado 10 de marzo, ha puesto claramente en evidencia la s¨®lida contribuci¨®n que un medio ambiente sano aporta a un crecimiento y a un empleo de calidad.
El crecimiento econ¨®mico, las mejoras sociales y la protecci¨®n y la gesti¨®n del medio ambiente no son objetivos antagonistas, sino complementarios y sin¨¦rgicos. El ¨²nico buen enfoque posible para la revisi¨®n de la agenda de Lisboa consiste en solidificar las bases sociales de nuestras econom¨ªas, de las que la sostenibilidad ambiental es parte integrante.
El medio ambiente contribuye tambi¨¦n al crecimiento y al empleo. La agenda de Lisboa exige m¨¢s empleo, pero deben ser mejores empleos. Tambi¨¦n se propone generar m¨¢s crecimiento, pero debe ser un mejor crecimiento. Al ser Europa una regi¨®n pobre en recursos naturales, no se puede aceptar un modelo de crecimiento basado en una disponibilidad ilimitada de recursos. De hecho es posible explotar muchas sinergias entre la protecci¨®n del medio ambiente, la mejora de la base de nuestra actividad econ¨®mica y la mejora del empleo, en cantidad y en calidad.
En este sentido, una parte importante de las medidas a adoptar descansa sobre la reorientaci¨®n del mercado, a fin de producir mejor y de consumir de modo responsable. A trav¨¦s de la revisi¨®n de la Estrategia de Lisboa debemos ocuparnos de activar los mecanismos que conduzcan a este cambio de modelo, en particular a trav¨¦s de la internalizaci¨®n de los costes reales, sociales, de salud y medioambientales, en los precios de los bienes y de los servicios. La finalidad es que tanto las tecnolog¨ªas como los modos de producci¨®n y consumo sean cada vez m¨¢s razonables, m¨¢s eficaces y que aseguren una competitividad creciente de la econom¨ªa europea, tanto en la cala interna como internacional. Es evidente que las econom¨ªas que mejor se preparen en este marco ser¨¢n tambi¨¦n las m¨¢s competitivas y las que dispondr¨¢n de un m¨¢ximo de ventajas para jugar en un mercado cada vez m¨¢s global.
El crecimiento econ¨®mico exige tambi¨¦n la satisfacci¨®n de las necesidades medioambientales. El ejemplo m¨¢s visible de las responsabilidades a las que nos enfrentamos es el de la lucha contra el cambio clim¨¢tico. De cara a las negociaciones post-Kioto, que deben comenzar este a?o, el Consejo de medio ambiente de la Uni¨®n Europea acaba de aprobar unos objetivos de reducci¨®n de gases de efecto invernadero ambiciosos, del 15% al 30% para 2020 y del 60% al 80% para 2050, con relaci¨®n a las emisiones de 1990. Queda todav¨ªa por fijar la forma de llegar a estos objetivos para cada parte, pero la trayectoria es clara. La pasividad es no s¨®lo m¨¢s costosa en t¨¦rminos financieros, como ya por otra parte lo muestra el an¨¢lisis de costes y beneficios realizado por la Comisi¨®n Europea, sino que pone tambi¨¦n en peligro el marco de vida futuro de nuestros ni?os.
Parar la p¨¦rdida de diversidad biol¨®gica para el a?o 2010, en donde la puesta en pr¨¢ctica de la Red Natura 2000 es un instrumento esencial, es tambi¨¦n una condici¨®n previa y un requisito ineludible para el desarrollo y para el crecimiento, en particular si consideramos el papel que juega en nuestra econom¨ªa y el dato de que en este momento la tasa de extinci¨®n de especies puede ser entre 100 y 10.000 veces superior a lo que ser¨ªa la tasa natural de extinci¨®n. Se ha calculado que, s¨®lo como consecuencia del cambio clim¨¢tico, para el a?o 2050 podr¨¢ haber desaparecido hasta el 37% de las especies silvestres. Frente a esta situaci¨®n debemos recordar las amplias posibilidades de desarrollo cient¨ªfico, tecnol¨®gico y de mejora de la calidad de vida encerrados en los valores de la diversidad biol¨®gica y que se encauzan por sectores claves como el de la alimentaci¨®n, el farmac¨¦utico y las ciencias de la salud.
La protecci¨®n de la diversidad biol¨®gica va mucho m¨¢s all¨¢ de su frecuente identificaci¨®n con las especies amenazadas y con los riesgos de su extinci¨®n. Exige una utilizaci¨®n sostenible de los sistemas y de los recursos naturales que la conforman, pues ella misma es fuente de riqueza, bienestar y empleo. ?Qui¨¦n puede pasar por alto la trascendencia que para estos ¨²ltimos tienen sectores como el forestal, la pesca o el turismo de calidad, cuya prosperidad descansa sustancialmente en la riqueza de los recursos?
En un momento en que los costes de la salud p¨²blica se disparan y cuando todos los gobiernos se aprestan a controlarlos, las cuestiones de salud ambiental son cruciales para la agenda de Lisboa. Una importante proporci¨®n de c¨¢nceres, enfermedades y alergias diversas son debidas a la absorci¨®n, inhalaci¨®n e ingesti¨®n de millares de sustancias qu¨ªmicas y contaminantes a las que estamos todos expuestos y que, adem¨¢s de problemas de salud y de contaminaci¨®n, acarrean costes inaceptables para las finanzas p¨²blicas. Gracias a las medidas legislativas que se toman a escala europea, el agua, el aire, los alimentos, los art¨ªculos de consumo y las sustancias qu¨ªmicas deben tener un alto grado de calidad sanitaria y ambiental. Este alto grado de protecci¨®n debe ser tambi¨¦n percibido como una oportunidad econ¨®mica y social que permita a los bienes y servicios europeos, como los coches, los materiales de construcci¨®n y los productos de consumo normal, ser competitivos al tiempo que de alta calidad.
Es necesario para ello, y al margen de las presiones coyunturales, una visi¨®n de futuro a largo plazo que permita decidir acciones coherentes tanto a corto como a medio plazo.
Adem¨¢s es necesario ser capaces de proporcionar informaci¨®n adecuada a los ciudadanos para implicarlos plenamente en el proceso y, as¨ª, facilitar la indispensable modificaci¨®n de las pr¨¢cticas y normas de consumo y vida. Sin ello, los mejores esfuerzos ser¨¢n in¨²tiles.
El desaf¨ªo del pr¨®ximo Consejo Europeo al adoptar una Estrategia de Lisboa revisada es el de responder a los importantes retos a los que cada d¨ªa se enfrentan nuestros ciudadanos. Aunque nos parece distante y dif¨ªcil de comprender, la orientaci¨®n que tomar¨¢ esta Estrategia dictar¨¢ las acciones que Europa tomar¨¢ estos cinco pr¨®ximos a?os. Si los objetivos que son vitales para los ciudadanos y para su calidad de vida no son confirmados y reforzados este 22 de marzo, no debemos extra?arnos del desinter¨¦s creciente, incluso del rechazo, de una cierta Europa, cuyas consecuencias ser¨ªan negativas para todos y que conducir¨ªan a una degradaci¨®n m¨¢s que a una modernizaci¨®n del modelo europeo.
Cristina Narbona es ministra de Medio Ambiente de Espa?a, y Bruno Tobback es ministro de Medio Ambiente de B¨¦lgica.
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