Libros, flores y p¨¢jaros
Hace muchos a?os un poeta franc¨¦s, hablando de La Rambla barcelonesa, subrayaba su tono amable y su vibraci¨®n espiritual gracias a la coincidencia de la venta de libros y peri¨®dicos, de flores y de p¨¢jaros a lo largo del recorrido. Una calle que parec¨ªa demostrar as¨ª la buena educaci¨®n dom¨¦stica de toda la ciudad. Esta triple oferta sigue manteni¨¦ndose hoy, con bastantes cambios, con gestos cada vez m¨¢s mercantiles, que borran el antiguo aire de amable improvisaci¨®n callejera.
Han sido varios los intentos de modernizar las instalaciones que cobijan esas ventas y hay que reconocer que los establecimientos m¨¢s aparatosos han logrado algunas mejoras higi¨¦nicas y funcionales, pero a menudo han destruido su car¨¢cter pintoresco. Acaba de aparecer El perfum dels dies (Quaderns Crema), una colecci¨®n de art¨ªculos de Josep Maria de Sagarra publicados antes de la Guerra Civil en el semanario Mirador y que no fueron incluidos en los dos vol¨²menes de L'Aperitiu, aparecidos en 1947 con fecha y pie de imprenta falsos para evitar la censura. En este libro se reproduce un art¨ªculo de agosto de 1933 que se titula Les flors de la Rambla y que es un grito de alarma contra el primer intento de modernizar los puestos, iniciado aquel verano con la exhibici¨®n in situ de un par de modelos. Sagarra les dedica una densa diatriba, amenizada con met¨¢foras y cambios tem¨¢ticos que lo acreditan como nuestro primer poeta surrealista. "El projecte del Foment de les Arts Decoratives, amb claraboies i columnes de ferro, sembla una caricatura de l'estaci¨® de les Tres Torres; sembla, potser amb m¨¦s propietat, l'estaci¨® d'un tramvia que us dugui a un mal de queixal, a una melancolia absoluta o a casa d'una senyora americana d'una inh¨°spita lletgesa". "L'altre projecte ¨¦s del GATCPAC. Com a g¨¤bia de ferro no produeix l'horror de l'altre. Potser fins ¨¦s intel.ligent i graci¨®s, i en un altre lloc -en una platja, per exemple- quedaria b¨¦ i podria servir per vendre flors, o nines, o canaris flautes; per¨° a la Rambla no hi lliga de cap manera". El tema no es tanto la cr¨ªtica concreta de esos dos modelos como la defensa de la espontaneidad ligeramente pintoresca de las diversas improvisaciones de las floristas, que era "la part m¨¦s alada, m¨¦s fresca i m¨¦s gustosa d'aix¨° que en diem barcelonisme".
El intento de 1933 no prosper¨®, pero la reforma de los puestos -de flores, pero tambi¨¦n de p¨¢jaros y libros- se fue imponiendo y acabaron amorteciendo ese barcelonismo alado, fresco y gustoso, con la buena intenci¨®n de imponer orden, pero con resultados que, a veces, merecen la misma sagacidad agresiva de Sagarra: "La Rambla, per D¨¦u!, que no la toquin; com menys coses hi facin, millor". El nihilismo sagarriano se apoyaba en una visi¨®n po¨¦tica -y, sin duda, surrealista- del ramblismo, pero paralelamente eran tambi¨¦n evidentes los problemas de higiene, vigilancia y control, que los poetas suelen dejar en manos de los t¨¦cnicos y los pol¨ªticos de menor dimensi¨®n po¨¦tica. La primera reforma radical fue la de los quioscos y ha sido la m¨¢s afortunada, seguramente porque la proyect¨® cuidadosamente el arquitecto Pep Alemany, imponiendo un orden que permite, no obstante, la exhibici¨®n "alada", imaginativa e incluso po¨¦tica de libros y peri¨®dicos. S¨®lo hay un posible peligro al que habr¨¢ que estar atentos: que las nuevas ofertas -desde el tabaco hasta el chicle, desde los souvenirs o los bibelots hasta las bebidas- no acaben desmantelando el talante civilizado y espiritual. De momento, la rica presencia internacional de peri¨®dicos todav¨ªa es cualitativamente la protagonista.
Despu¨¦s, apareci¨® la reforma de las florister¨ªas, que pasaron de los toldos coloreados y las simples mesas con recipientes y cucuruchos de fundici¨®n -cada d¨ªa un nuevo escenario floral- a la exigencia de unos locales cerrados, unas tiendas de cierta consistencia. El arquitecto Tonet Sunyer construy¨® un modelo que, como los quioscos, intentaba aligerar la estructura y ofrecer las flores y las plantas como ornamento urbano. El intento fracas¨® no por consideraciones pr¨®ximas a las cr¨ªticas de Sagarra, sino, seg¨²n dicen, por incapacidad econ¨®mica del negocio. Ha quedado s¨®lo una muestra, la parada Carolina frente a la Virreina. El resto impone una evidente vulgaridad urbana, tan criticable como los ensayos del Fomento o del GATCPAC de los que hablaba el poeta ramblista.
Lo peor ha sido la evoluci¨®n de las pajareras. No dudo de que la modernizaci¨®n se plante¨® con la buena voluntad de adecentar un mercado que ya hab¨ªa llegado a situaciones gravemente insanas, pero fracasaron los intentos para resolverlo correctamente, es decir, po¨¦ticamente. Se acept¨® un dise?o correcto, pero tan impositivo que ha acabado configurando un espect¨¢culo trist¨ªsimo durante muchas horas del d¨ªa: una serie de prismas cr¨ªpticos que se han convertido en bases estables para grafitos abyectos y propaganda arrabalera, sucia y desordenada que nadie se encarga de limpiar, ni los due?os de la instalaci¨®n ni los servicios p¨²blicos. El problema se ampl¨ªa, seg¨²n han denunciado asociaciones c¨ªvicas responsables, por el estado en que se encuentran algunos animales dentro de estos armarios e incluso por la dudosa legalidad de algunas ofertas que sobrepasan la antigua especializaci¨®n del canario, el periquito y el loro. El problema parece tan evidente que una de estas asociaciones c¨ªvicas (Asociaci¨®n para la Defensa de los Derechos del Animal, ADDA) ha convocado ya un concurso de ideas para proponer al Ayuntamiento un nuevo modelo de organizaci¨®n, implantaci¨®n y control de la venta de animales dom¨¦sticos. Claro que la recuperaci¨®n de La Rambla no depende s¨®lo de los peri¨®dicos, las flores y los p¨¢jaros, sino, fundamentalmente, de la calidad social y comercial de la propia calle y su barrio, y esta realidad es grave y parece irreversible. La especializaci¨®n en tiendas de souvenirs y en agencias de cambio la aleja de aquella Rambla en la que "encara hi perduren les ll¨¤grimes de les dansarines del Liceu i el reflex del barret de copa i el cosm¨¨tic dels bigotis d'aquells senyors que varen fer una Rambla comercial i mar¨ªtima, amb banderes, dofins, ¨¤ncores i angelets de pedra picada, que venen a ¨¦sser la cosa m¨¦s s¨°lida, m¨¦s elegant i m¨¦s honesta que tenim a Barcelona". ?Cu¨¢l es el camino de recuperaci¨®n -o de reinvenci¨®n- integral que hoy habr¨ªa que defender?
Oriol Bohigas es arquitecto.
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