El dictador retocado
El palacio m¨¢s ambicioso de Ceausescu acoge la obra art¨ªstica que idolatr¨® al presidente rumano
Realismo socialista, capital Bucarest. Nicolae Ceausescu es ahora otra vez el protagonista omnipresente que fue en vida en su tierra, pero ahora para que sus compatriotas comprueben la megaloman¨ªa con la que hizo que sus artistas representaran su figura. En la mayor parte de las casi quinientas obras de arte que se han desempolvado 15 a?os despu¨¦s de su deposici¨®n y ejecuci¨®n sumar¨ªsima, junto a su esposa Elena, aparecen tan retocados el dictador y su mujer que da la impresi¨®n de que por ambos el tiempo se detuvo cuando ten¨ªan 30 a?os.
La exposici¨®n se halla abierta en el Museo Nacional de Arte Contempor¨¢neo de Bucarest, en el edificio m¨¢s simb¨®lico de la megaloman¨ªa de Ceausescu: el Palacio del Pueblo, que el dictador concibi¨® como el edificio p¨²blico m¨¢s grande del mundo, y que lo fue por poco: es el m¨¢s grande de Europa, y a nivel mundial s¨®lo le gana el Pent¨¢gono estadounidense.
El sistema laudatorio impuesto era tal que muchos artistas daban m¨¢s de lo necesario
Un galerista explica que los autores aduladores "ten¨ªan asegurada la vida"
La exposici¨®n impresiona. La vimos con un poeta rumano, Florin Iaru, y una profesora y periodista, directora del semanario Observator Cultural, Carmen Musat, que no la hab¨ªan visto antes.
La primera galer¨ªa de la exposici¨®n est¨¢ hecha en forma de estrecha catacumba, hay que ver los retratos retocados del dictador y de su mujer como si ahora ellos estuvieran en la clandestinidad... Y de hecho han sido sacados de una colecci¨®n de m¨¢s de 5.000 retratos o cuadros que estaban firmados por artistas aficionados y profesionales, entre los cuales hay algunos de gran importancia en la historia art¨ªstica de Rumania, como Ion Bitzan y Vlad¨ªmir Setran (que incluso firman juntos algunos homenajes a la dictatorial pareja), adem¨¢s de Zamfir Dumitrescu, que es ahora el presidente de la Uni¨®n de Artistas...
Dal¨ª le dijo una vez a Ceausescu que ¨¦l lo ve¨ªa como un emperador, y aunque el pintor espa?ol jam¨¢s lo dibuj¨®, aqu¨ª, en esta muestra, aparece una vez el dictador retratado por uno de sus fieles con el cetro del emperador en su mano derecha. Y otra vez aparece en el v¨¦rtice de una columna como la que concibi¨® para s¨ª mismo el emperador Trajano... Esta obra es de Ion Irinescu, el m¨¢s viejo escultor rumano, ahora tiene 103 a?os... Su obra imperial para Ceausescu se titula La victoria del socialismo...
El desider¨¢tum en este delirio del realismo socialista lo produce el pintor Dan Hatman: atendiendo al deseo de la pareja de entroncarse con los h¨¦roes del pasado, Hatman los retrata siendo visitados por Esteban el Grande (siglo XV) que brinda con ellos con vino rosado desde una ventana que se incorpora al escenario en el que el matrimonio disfruta de la vanagloria de la eternidad.
Cuando acabamos el recorrido nos encontramos con un galerista de vanguardia, Dan Popescu. "?Avergonzados los autores? No exactamente. Es un pasado que hiere, pero ahora les puede resultar ir¨®nico todo lo que pintaron. Y ellos estaban bien pagados: por aduladores, ten¨ªan asegurada la vida, y adem¨¢s no les pagaban mal los cuadros. ?Cu¨¢nto? Lo que entonces val¨ªa un coche". En la galer¨ªa de Popescu expone ahora Grozo, un joven artista rumano, un cuadro ir¨®nico en el que un Ceausescu con alas declara: "Vuelvo en cinco minutos".
Florin Iaru nos dijo: "Lo que hemos visto fue mi vida y no fue mi vida. Desde la ma?ana a la noche estaba ese hombre en la radio, en la televisi¨®n, en la prensa, ?lo mismo siempre! ?Y hab¨ªa algunos d¨ªas muy largos, terriblemente largos!". Carmen Musat: "Recuerdo un cuento de Heinrich B?ll, Mi cara triste, sobre un hombre que sale de la c¨¢rcel y es incapaz de sonre¨ªr, y la polic¨ªa juzga que est¨¢ mostrando su desagrado ante el dictador, de modo que el hombre ha de volver a prisi¨®n... Estaba prohibido estar triste tambi¨¦n aqu¨ª...".
Y nos dijo Nicolae Prelipceanu, periodista: "El sistema laudatorio impuesto por la dictadura era seguido de manera tan desmesurada por muchos artistas que ¨¦stos daban m¨¢s de lo necesario; en el cuadro de Hatman se ve ese exceso, y en la mayor¨ªa parece que los artistas le rezan a la pareja". Apunta el editor Horia Barna: "Hac¨ªamos chistes de Ceausescu, pero el sistema nos aplastaba a todos. Mi generaci¨®n, la que ahora tiene cuarenta o cincuenta a?os, est¨¢ marcada; se libran los j¨®venes. Nosotros tenemos a¨²n la autocensura". Ioanna Zlotescu, rumana que vivi¨® a?os en Espa?a y ahora dirige el Instituto Cervantes en Bucarest, tiene esta reflexi¨®n: "Ceausescu nos dej¨® un pa¨ªs enfermo; a ver cu¨¢ndo salimos de su mal, y c¨®mo".
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