?El auge 'pac¨ªfico' de China?
En las ¨²ltimas semanas, China ha anunciado un incremento del 12,6% en su gasto de defensa; el director de la CIA estadounidense, Porter Goss, ha prestado declaraci¨®n sobre el deterioro del equilibrio militar en el estrecho de Taiwan; y el presidente George W. Bush rog¨® a los europeos que no levantaran su embargo sobre las ventas de armas a China. Aun as¨ª, los l¨ªderes chinos han hablado del "auge pac¨ªfico" del pa¨ªs o, m¨¢s recientemente, de su "desarrollo pac¨ªfico". Analistas como John Mearsheimer, de la Universidad de Chicago, han afirmado llanamente que China no puede ascender de forma pac¨ªfica, y predicen que "es probable que Estados Unidos y China se embarquen en una intensa contienda por la seguridad con un potencial de guerra considerable". Los optimistas se?alan que China ha emprendido buenas pol¨ªticas con sus vecinos desde la d¨¦cada de los noventa, ha resuelto disputas fronterizas, ha desempe?ado un mayor papel en las instituciones internacionales y ha reconocido las ventajas de utilizar el poder blando. Pero los esc¨¦pticos responden que China s¨®lo est¨¢ esperando a que su econom¨ªa siente las bases para una futura hegemon¨ªa.
?Qui¨¦n tiene raz¨®n? No lo sabremos hasta dentro de un tiempo, pero los participantes del debate deber¨ªan recordar la advertencia de Tuc¨ªdides, hace m¨¢s de dos milenios, de que la creencia en la inevitabilidad de un conflicto puede convertirse en una de sus principales causas. Cada bando, creyendo que acabar¨¢ en guerra con el otro, realiza preparativos militares razonables que son interpretados por el otro bando como una confirmaci¨®n de sus peores miedos. De hecho, llamarlo "auge de China" no es muy acertado. "Resurgimiento" ser¨ªa m¨¢s exacto, ya que por dimensiones e historia, el Reino Medio ha sido durante mucho tiempo una gran potencia en el este de Asia. T¨¦cnica y econ¨®micamente, China fue el l¨ªder mundial (aunque sin alcance global) desde el a?o 500 al 1500. No fue superado por Europa y Estados Unidos hasta el ¨²ltimo medio milenio. El Banco de Desarrollo Asi¨¢tico ha calculado que en 1820, al principio de la era industrial, Asia representaba las tres quintas partes de la producci¨®n mundial. En 1940 cay¨® a una quinta parte, aunque albergaba a tres quintas partes de la poblaci¨®n mundial. El r¨¢pido crecimiento econ¨®mico ha devuelto la producci¨®n a dos quintas partes del total mundial en la actualidad, y el Banco calcula que Asia podr¨ªa recuperar sus niveles hist¨®ricos en 2025.
Naturalmente, Asia incluye a Jap¨®n, India, Corea y otros, pero China ser¨¢ la que acabe desempe?ando el papel m¨¢s destacado. Sus elevados ¨ªndices de crecimiento anual del 8%-9% la llevaron a triplicar su producto interior bruto (PIB) en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX. No obstante, a China le queda un largo camino por recorrer y se enfrenta a numerosos obst¨¢culos. La econom¨ªa estadounidense es aproximadamente el doble de la de China; si crece s¨®lo un 2% anual y la de China un 6%, podr¨ªan alcanzar la paridad despu¨¦s de 2025. Incluso as¨ª, no ser¨ªan iguales en composici¨®n o sofisticaci¨®n. China seguir¨ªa teniendo una enorme y subdesarrollada zona rural, y no igualar¨ªa los ingresos per c¨¢pita de EE UU hasta despu¨¦s de 2075 (dependiendo de las medidas empleadas para la comparaci¨®n). China est¨¢ muy lejos de suponer el reto a la preponderancia estadounidense que encarn¨® la Alemania del K¨¢iser cuando super¨® a Gran Breta?a en los a?os previos a la Primera Guerra Mundial.
Adem¨¢s, las simples proyecciones de las tendencias del crecimiento econ¨®mico pueden llevar a enga?o. Los pa¨ªses tienden a recolectar el fruto que est¨¢ m¨¢s a su alcance, mientras se benefician de tecnolog¨ªas importadas en los primeros estadios de un despegue econ¨®mico, y las tasas de crecimiento tienden a ralentizarse a medida que las econom¨ªas alcanzan niveles m¨¢s elevados de desarrollo. Del mismo modo, la econom¨ªa china se ve lastrada por unas empresas estatales ineficaces, un sistema financiero poco estable y una infraestructura insuficiente. A su vez, la pol¨ªtica siempre encuentra el modo de confundir las proyecciones econ¨®micas. La creaci¨®n de un Estado de derecho e instituciones para la participaci¨®n pol¨ªtica va a la zaga del crecimiento econ¨®mico, y la creciente desigualdad, la masiva migraci¨®n interna, un colch¨®n social limitado y la corrupci¨®n podr¨ªan fomentar la inestabilidad pol¨ªtica. De hecho, algunos observadores temen una inestabilidad causada por una China d¨¦bil, m¨¢s que por una China en auge.
Mientras la econom¨ªa china siga creciendo, es probable que el poder militar tambi¨¦n lo haga, con lo que China parecer¨¢ m¨¢s peligrosa a sus vecinos y dificultar¨¢ los compromisos de Estados Unidos en Asia. Un estudio de RAND pronostica que en 2015 el gasto militar de China ser¨¢ m¨¢s de seis veces superior al de Jap¨®n, y su capital militar acumulado ser¨¢ unas cinco veces mayor (calculado sobre paridad de poder adquisitivo). Independientemente de lo exactas que sean estas valoraciones sobre el crecimiento militar de China, el resultado tambi¨¦n depender¨¢ de lo que hagan EE UU y otros pa¨ªses. La clave para el poder militar en la era de la informaci¨®n depende de la capacidad para recabar, procesar, divulgar e integrar complejos sistemas de vigilancia espacial, ordenadores de alta velocidad y armas "inteligentes". China y otros desarrollar¨¢n algunas de esas capacidades, pero, seg¨²n muchos analistas militares, es improbable que China salve la distancia con EE UU a corto plazo.
La incapacidad de China para competir con EE UU a escala global no significa que no pueda desafiar a EE UU en el este de Asia, o que una guerra a causa de Taiwan sea imposible. En ocasiones, los pa¨ªses m¨¢s d¨¦biles atacan cuando se sienten arrinconados, como hizo Jap¨®n en Pearl Harbour o China cuando entr¨® en la guerra de Corea en 1950. Si, por ejemplo, Taiwan declarara la independencia, China probablemente intervendr¨ªa con la fuerza armada, independientemente de los costes econ¨®micos o militares percibidos. Pero habr¨ªa pocas probabilidades de ganar dicha guerra y una pol¨ªtica prudente por ambas partes podr¨ªa hacer que ese conflicto fuese improbable. No hay necesidad de que EE UU y China entren en conflicto. No todas las potencias en auge llevan a una guerra (recordemos cuando Estados Unidos rebas¨® a Gran Breta?a a finales del siglo XIX). Si el ascenso de China sigue siendo pac¨ªfico, promete ser muy beneficioso para su pueblo y para sus vecinos (y para los estadounidenses). Pero, rememorando el consejo de Tuc¨ªdides, ser¨¢ importante no confundir las teor¨ªas de los analistas con la realidad, y seguir subray¨¢ndoselo a los l¨ªderes pol¨ªticos y a la opini¨®n p¨²blica.
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