El absurdo es la vida
El teatro del absurdo irrumpi¨® en Francia en torno a la II Guerra Mundial; fue llevado m¨¢s adelante por el movimiento p¨¢nico de Topor, Jodorowski, Arrabal; hoy se representa y casi parece realismo. Este El invierno bajo la mesa de Roland Topor casi parece la vida real, y no es que el absurdo se haya aproximado o reducido, sino que la vida se ha hecho cada vez m¨¢s absurda. Florence Michalon, joven traductora de idiomas, gana poco dinero; ha tenido que subarrendar algo de su miserable casa a un inmigrante zapatero, y ese algo es bajo su gran mesa de escritorio. All¨ª duerme, remienda suelas, come lo que puede, su hu¨¦sped. Cuando se sabe c¨®mo viven en Espa?a, en cajas de cart¨®n, en el hueco de los cajeros autom¨¢ticos de los bancos, en cuevas o, si tienen alg¨²n ingreso, alquilando por ocho horas un colch¨®n, que as¨ª se cobra por tres durmientes al d¨ªa, todo parece m¨¢s natural.
El invierno bajo la mesa
De Roland Topor. Versi¨®n y direcci¨®n: Natalia Men¨¦ndez. Int¨¦rpretes: Toni Acosta, Antonio Zabalburu, Lorena Berd¨²n, Arturo Arribas, Paco Luque. Escenograf¨ªa: Alfonso Barajas. M¨²sica: Sergio Mir¨®. Figurinista: Mar¨ªa Gonz¨¢lez. Iluminaci¨®n: Juan G¨®mez Cornejo. Teatro Mar¨ªa Guerrero, Sala de la Princesa. Madrid.
Roland Topor fue un inmigrante polaco en Francia, como Ionesco o Schehad¨¦, como el irland¨¦s Beckett o... todo el arte contempor¨¢neo. No es extra?o que estos creadores vieran como absurdo un mundo que les expulsaba, y al menos como raro el que les acog¨ªa, tan lejos de su maneras de ser. Topor ten¨ªa la vida libre del humor y un arte universal, el dibujo, y fue conocido y admirado en Par¨ªs; pas¨® al teatro, hizo piezas peque?as divertidas y al mismo tiempo sentimentales: la ¨²ltima que estren¨® fue este El invierno bajo la mesa que ahora vemos en el Mar¨ªa Guerrero; el juego se desarrolla entre la (dir¨ªamos) casera, que interpreta con dulzura y ajuste Toni Acosta, y su inquilino, Dragomir (buen actor, Antonio Zabalburu). Hay escenas donde ella, trabajando en su mesa, agita las piernas en torno a Dragomir, remendando sus zapatos, que tienen un valor de imagen; adem¨¢s de por la invenci¨®n gr¨¢fica del autor, por la direcci¨®n de escena de Natalia Men¨¦ndez, que es adem¨¢s la traductora de la obra. Se conserva ese lenguaje como cotidiano, o habitual, de las obras de Topor, que se pronuncia dentro de situaciones imprevistas. De ese dislate entre realidad e imposibilidad surge el absurdo verbal, que dentro de una situaci¨®n imposible, pero veros¨ªmil, como manda el arte, produce un choque de humor y alude a otras cosas que, existiendo, parecen inveros¨ªmiles.
La obra dura hora y cuarto: se pasa a gusto en este juego del disparate tan aproximado a la vida que, por lo tanto, llega al absurdo. Quiz¨¢ la sorpresa que dio en sus tiempos Topor en Francia no tenga la misma fuerza, pero sigue siendo una obra de arte, y el p¨²blico la aplaude con entusiasmo.
Babelia
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