Cacerolada dial¨¦ctica

Las caceroladas, la decepci¨®n, los continuos cambios de presidente y, sobre todo, el hambre y la necesidad son los causantes de una pel¨ªcula tan encendida, tan a contracorriente, tan descompensada como Los porfiados, modesta producci¨®n argentina del a?o 2002, dirigida por el joven Mariano Torres Manzur (nacido en 1975), sobre un grupo de desheredados de un suburbio de Buenos Aires que inicia una revoluci¨®n desde una chabola sobre la base ideol¨®gica de un viejo marxista. En diciembre de 2001, las cacerolas de medio pa¨ªs gozaban en plena ebullici¨®n ac¨²stica y pocos meses despu¨¦s los responsables de Los porfiados llegaban con sus latas rellenas de rabia y celuloide al Festival de Mar del Plata, donde ni el m¨¢s despistado desconoc¨ªa la situaci¨®n del pa¨ªs. En mayo, aterrizaban en el Festival de Venecia (dentro de la secci¨®n Nuevos Territorios) para contar al mundo su descontento por medio de una pel¨ªcula de baj¨ªsimo presupuesto y rodada en blanco y negro.

Desde luego, el m¨¦rito de Torres Manzur es evidente, a pesar de las imperfecciones de su obra, pero es que estamos ante algo m¨¢s que una historia de ficci¨®n. Sus protagonistas son unos modernos Quijotes que descargan su frustraci¨®n y su desgarro a trav¨¦s de la habitual facilidad para la dial¨¦ctica de la gran mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa argentina. Unas diatribas que el director filma con largos planos fijos en los que los desconocidos actores demuestran una infinita naturalidad, algo corriente en el cine del pa¨ªs. A Manzur y a sus personajes no hay quien les hable del Banco Mundial, de los tipos de inter¨¦s, del corralito y de la ayuda externa. Ellos viven su propia existencia como un an¨¢rquico y algo panfletario ajuste de cuentas. Por eso su proyecto (que ha traspasado fronteras, que se estrena ahora en Espa?a, que ha pasado por los festivales de Toulouse, Barcelona y Montreal) es ya una peque?a gesta. Los porfiados es tan discursiva como bienintencionada, tan ingenua como amable, tan militante como ut¨®pica.