Neomascotas
"?Te has fijado en que cada vez hay m¨¢s gente paseando con dos perros id¨¦nticos en lugar de uno?", me pregunta una persona de la que me f¨ªo. Tras una semana de estudio, observo varios casos de parejas de perros arrastrando a su due?o (y no me refiero a los paseadores profesionales, que llevan bichos de pelaje distinto y no siempre compatible). ?sos van de dos en dos, como los Petit Suisse. ?Nueva tendencia del sector mascotas? ?Signo de estatus? Para aclarar las dudas, abordo a una propietaria que me cuenta que tiene dos ejemplares de la misma raza y edades parecidas porque uno solo se aburre y no tiene a nadie con quien jugar. Es un argumento parecido al que daban los enemigos de los hijos ¨²nicos para justificar su prole. Tambi¨¦n me cuenta que los suyos son del mismo sexo, pero que hay quien elige hembra y macho para superar mejor los periodos de celo. Intento imaginarme la lata que deben de dar dos perros en una casa. Y m¨¢s en periodo de celo, busc¨¢ndose por todos los rincones para dar rienda suelta a sus instintos. ?Y la que debe de armarse cuando coinciden el celo de los perros y el de sus propietarios!
Entre los perros de mi barrio se incumple el t¨®pico de que las mascotas se parecen a sus due?os. Algunas de sus costumbres, en cambio, s¨ª se asemejan. Como el cient¨ªfico que experimenta con animales para entender la conducta humana, detecto coincidencias entre c¨®mo tratan los adultos a sus perros y a sus hijos. En el parque, un hombre insiste en lanzarle una pelota a un pobre chucho que, disciplinadamente, corre a buscarla y se la devuelve. Unos metros m¨¢s all¨¢, una mujer hace algo parecido con una ni?a que persigue otra pelota con la misma persistencia. Sobre el c¨¦sped, hay quien acaricia a un west highland terrier o a un hijo, depende de lo que tiene m¨¢s a mano. Y del mismo modo que los ni?os se salen de los espacios especialmente dise?ados para ellos, los perros tampoco respetan la disciplina del pipic¨¢n. ?C¨®mo reconocer un pipic¨¢n? Es el ¨²nico lugar en el que no hay perros, pese al cartel de Parque y Jardines que dice: "Per raons d'higiene recolliu els excrements i depositeu-los en les papereres. Les ¨¤rees per a gossos es netegen di¨¤riament i desinfecten un cop al mes". Es una pol¨ªtica de higiene que muchos humanos quisieran para s¨ª. Es un lugar bu?ueliano, que recuerda esa escena de El fantasma de la libertad en la que se defeca en grupo y se come a solas. Hay un dispensador de bolsas, con un dibujo en el que aparece una silueta humana inclin¨¢ndose hacia tres bolitas procedentes del trasero de un fox terrier tipo Mil¨². Todas estas atenciones no se aplican a millones de humanos y es l¨ªcito preguntarse si no existir¨¢ una poblaci¨®n de animales criados en la opulencia y el capricho, v¨ªctimas de un exceso continuado de atenciones y mimos: perros de pap¨¢. Que no se conf¨ªen: del amor al odio s¨®lo hay un paso. Seg¨²n el consorcio sanitario municipal, los motivos por los cuales se abandona a las mascotas son parecidos a las razones por las que dejamos tirados a los humanos: dan demasiado trabajo, nos falta tiempo para cuidarlos, son una lata, muerden, son viejos o est¨¢n enfermos. Nuevamente, veo a una mujer sonriente paseando a dos ejemplares id¨¦nticos y como otros propietarios de mascotas individuales la miran con cara de preguntarse si merece la pena ampliar la familia, los gastos, los tr¨¢mites burocr¨¢ticos (cartilla sanitaria, identificaci¨®n mediante chip o tatuaje, seguro de responsabilidad si son peligrosos) y esas contrapartidas afectivas de las que tanto presumen cuando se justifican ante los que no entendemos c¨®mo se puede vivir con m¨¢s animales de los estrictamente necesarios.
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