El golfo del tesoro
Historiadores y buceadores reclaman a la Administraci¨®n m¨¢s esfuerzo para recobrar restos arqueol¨®gicos submarinos en C¨¢diz
"En el golfo de C¨¢diz hay m¨¢s oro que en el Banco de Espa?a". Esta frase, atribuida al catedr¨¢tico de arqueolog¨ªa Manuel Mart¨ªn Bueno, sigue alentando la leyenda de las costas gaditanas y onubenses, donde duermen los restos de naufragios hist¨®ricos. Dicen que ¨¦ste es el mayor cementerio de galeones del mundo. Pero los trabajos arqueol¨®gicos apenas han podido recuperar una m¨ªnima parte de este camposanto mar¨ªtimo. E historiadores y aficionados al buceo coinciden en culpar a la Administraci¨®n de desidia, en comparaci¨®n con otros Gobiernos extranjeros.
La presencia en Gibraltar del Odyssey Explorer, uno de los mejores barcos de una compa?¨ªa cazatesoros estadounidense, ha vuelto a encender el inter¨¦s por los tesoros subacu¨¢ticos. Esta empresa, con el acuerdo del Gobierno de Londres, quiere recuperar el Sussex, el buque insignia de la flota brit¨¢nica en el Mediterr¨¢neo hasta su naufragio en 1690 en medio de una tormenta. Con ¨¦l, se hundieron quinientos hombres. Y nueve toneladas de monedas de oro, que ahora se valoran en 4.000 millones de euros. La b¨²squeda del bot¨ªn se ha paralizado despu¨¦s de que la Junta de Andaluc¨ªa, alertada por la Guardia Civil, comprobara que estos trabajos carecen del correspondiente permiso.
El 'Sussex' se hundi¨® con monedas de oro valoradas en 4.000 millones de euros
Todo buzo que haya explorado estas aguas presume de haber visto un ca?¨®n de Trafalgar
Entre Ayamonte (Huelva) y Tarifa (C¨¢diz) descansan los restos de 800 nav¨ªos hundidos entre los siglos XVI y XIX, m¨¢s de 100 con valiosos tesoros. Muchos de ellos naufragaron tratando de embocar el Guadalquivir rumbo a Sevilla, donde conclu¨ªa el comercio con las Indias. Otros, m¨¢s al sur, entre las dif¨ªciles corrientes del Estrecho en plena ruta al Mediterr¨¢neo. Est¨¢n tambi¨¦n los barcos heridos de guerra. En esas aguas, se libr¨®, hace 200 a?os, la batalla de Trafalgar, que enfrent¨® a las flotas brit¨¢nica y franco-espa?ola. S¨®lo en esa contienda se hundi¨® casi una veintena, la mayor¨ªa, en el temporal posterior que dur¨® ocho d¨ªas.
Todo buzo que se haya sumergido en el golfo de C¨¢diz presume de haber visto un ca?¨®n de Trafalgar. O un ancla rodeada de moluscos. Incluso las municiones nunca disparadas, inofensivas ahora, depositadas sobre el fondo marino. "Es un viaje en el tiempo", explica un experto submarinista, que prefiere permanecer en el anonimato. No hay cascos de nav¨ªos visibles, horadados implacablemente por el teredo navalis, un gusano que destruye las maderas sumergidas. Los buceadores ubican con sorprendente claridad d¨®nde est¨¢n los restos de cada barco. El Sant¨ªsima Trinidad, en Zahara de los Atunes. El Bucentaure, en la gaditana playa de la Caleta. Y presumen de haberse adelantado a las indagaciones del Centro de Arqueolog¨ªa Subacuatica (CAS) que la Junta cre¨® hace una d¨¦cada para liderar estos trabajos.
Los arque¨®logos del Gobierno andaluz, en colaboraci¨®n con la fundaci¨®n americana RPM Nautical y National Geographic Magazine, andan ahora inmersos en localizar e identificar los restos de esa batalla. En aguas del faro de las Puercas, frente a la alameda gaditana, se han localizado tres yacimientos. Entre Conil y Sancti Petri, se cuentan noventa ca?ones, dos grandes anclas y diversa munici¨®n. Los mismos elementos vistos muchas veces por los submarinistas de la zona.
No existe un gran entendimiento entre los buzos deportivos gaditanos y el CAS. Los responsables del centro arqueol¨®gico denuncian los expolios y los robos de abundante material. Los submarinistas se dan por aludidos y critican la generalizaci¨®n de las acusaciones. El sue?o de muchos de ellos es poder colaborar en alguna expedici¨®n pero sienten que les cierran las puertas. "S¨¦ del caso de dos buzos de San Fernando que encontraron algunos restos, lo comunicaron al CAS y no les dieron ni las gracias", explica un instructor de buceo. El recelo del colectivo ha frenado el intercambio de informaci¨®n con la Junta.
Los buceadores reconocen la tentaci¨®n de llevarse peque?os objetos a casa. Tambi¨¦n hablan de la existencia de un mercado negro de restos. Pero mantienen que ha sido la Administraci¨®n la que ha permitido las mayores atrocidades. Como el dragado de la canal de entrada al puerto de C¨¢diz en los ochenta. "Por los tubos sal¨ªan cer¨¢micas y ¨¢nforas destrozadas", recuerdan.
Contra los expoliadores est¨¢n las multas. La m¨¢s alta, 105.000 euros, se la impusieron a Adolfo Bosch Ler¨ªa, Fofi, conocido buzo de San Fernando, a quien le fue incautada en 1992 su colecci¨®n particular con m¨¢s de 1.000 piezas. Desde entonces, Fofi mantiene una infructuosa batalla legal contra la Administraci¨®n. Esa sanci¨®n marc¨® un antes y un despu¨¦s para los submarinistas. "Se impuso la ley del miedo", reconocen. En los ¨²ltimos a?os, la Guardia Civil ha intensificado su vigilancia en las costas. En esa labor descubri¨® la presencia del Odyssey buscando el Sussex. Un conflicto cultural en el mar que puede acabar en los tribunales internacionales. Para el presidente de la Asociaci¨®n para el Rescate de Galeones espa?oles, Juan Manuel Gracia, lo mejor es un acuerdo: "Que Espa?a se lleve una parte antes de que no se lleve nada".
Gracia lamenta el contraste entre el inter¨¦s de las empresas internacionales y gobiernos de otros pa¨ªses con la "desidia" demostrada por la administraci¨®n espa?ola para tratar de recuperar los tesoros. Una idea que comparten muchos historiadores gaditanos como Julio Terr¨®n: "Ya es hora de que comencemos a rescatar los objetos de los naufragios y de que se creen museos adecuados". Hasta ahora, el CAS ha elaborado algunos cat¨¢logos y expuesto algunas piezas. Pero el mayor museo sigue siendo el sumergido.
Los resultados del silencioso trabajo del centro arqueol¨®gico para investigar los hundimientos de la batalla de Trafalgar podr¨ªan permanecer bajo el mar. La UNESCO, con la que Espa?a suscribi¨® un convenio en esta materia en 2001, recomienda no extraer ning¨²n resto del fondo marino salvo que exista peligro de destrucci¨®n o robo. Los vestigios de la contienda se quedar¨ªan donde est¨¢n.
A expensas de los viajes en el tiempo de los buzos curiosos por esa Historia que ha echado el ancla en el golfo de C¨¢diz.
![Un buceador observa un ca?¨®n hundido en aguas del faro de las Puercas (C¨¢diz).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/X5PN4UP6K7IJ372T7H4IQPXEYM.jpg?auth=4cd53f724810954c0da9cb15b548de0b979a15f5b36bd98d8b39d8731b280161&width=414)
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