Colapso en urgencias
La falta de medios y el olvido de los pol¨ªticos saturan el servicio donde surgi¨® la crisis del Severo Ochoa
Mercedes Gonz¨¢lez, de 64 a?os, no pudo escuchar la defensa que Manuel Lamela hizo en la Asamblea de Madrid sobre su actuaci¨®n en la crisis del hospital de Legan¨¦s. El jueves, Mercedes cumpl¨ªa su tercer d¨ªa ingresada en las urgencias del Severo Ochoa de Legan¨¦s por una neumon¨ªa. En el pasillo en el que se recuperaba junto a otros 55 pacientes, tambi¨¦n a la espera de una cama en planta, no se puede ver la televisi¨®n. Su hija, Julia Monterrubio, pudo contarle que Lamela, consejero de Sanidad de Madrid, del PP, acus¨® a la ministra de Sanidad, Elena Salgado, de ocultar la denuncia an¨®nima sobre las sedaciones irregulares en Legan¨¦s. Pero prefiri¨® no hacerlo.
Intent¨® convencer a su madre de que pronto habr¨ªa una cama libre y podr¨ªan salir de all¨ª. "En las cuatro veces anteriores que hab¨ªamos estado en urgencias nunca estaban los pasillos tan llenos", explica. Los m¨¦dicos no le han dicho cu¨¢ndo podr¨¢ subir su madre a planta: "Mi madre pas¨® la primera noche en un sof¨¢, ahora duerme en un pasillo de urgencias. Puede que si mejora le den el alta antes de que llegue a subir a planta".
"Mi madre pas¨® la primera noche en un sof¨¢, ahora duerme en un pasillo de urgencias"
El mi¨¦rcoles pasado hab¨ªa 55 pacientes a la espera de habitaci¨®n. Faltan camas
?sta es una de las paradojas que se han dado en las urgencias del hospital Severo Ochoa de Legan¨¦s desde que el 11 de marzo Lamela dio curso a una denuncia an¨®nima y relev¨® al coordinador de urgencias, Luis Montes. Las urgencias son el centro del debate p¨²blico, de la refriega pol¨ªtica y de la investigaci¨®n judicial. Sin embargo, la falta de jefe y el cr¨®nico exceso de pacientes ha saturado el servicio como nunca. Mientras la disputa se centra en si es mejor usar Tranxilium o Dormicum para una sedaci¨®n, algunos pacientes, como Mercedes, pasan su primera noche de hospital en un sof¨¢. S¨®lo al d¨ªa siguiente duermen en una cama en el pasillo.
El martes, la urgencia se qued¨® sin camas; el mi¨¦rcoles hab¨ªa 55 pacientes en los pasillos a la espera de ingreso; el jueves, la cifra baj¨® a 33. Las enfermeras reparten la comida por las camas de los pasillos enumerando: "?Pasillo 1!, ?Pasillo 2!, la comida".
La saturaci¨®n del hospital es uno de los factores que explican el celo con que el personal sanitario ha respondido a Lamela, que, al relevar al coordinador de urgencias, hizo una nota p¨²blica explicando que lo hac¨ªa tras recibir una denuncia an¨®nima que hablaba de 400 homicidios a pacientes terminales. Cada d¨ªa, unos 200 empleados recorren el hospital al grito de "Lamela, dimisi¨®n", los trabajadores llevan lazos naranja en solidaridad con Montes, muestran escritos en sus batas como "Yo soy Luis Montes", hay notas por los pasillos contra el consejero y el quiosco de la puerta agota cada d¨ªa los peri¨®dicos. En una ventana, un cartel: "Nosotros curamos, no matamos".
"El consejero nos dice que los pacientes se quedaban en urgencias y que en 24 horas ten¨ªan que estar en planta si estaban graves. Dice que eso es una irregularidad. ?A qu¨¦ planta? ?A qu¨¦ cama podemos mandar los pacientes? Que nos lo explique, porque no hay camas", afirma un m¨¦dico que prefiere no dar su nombre por miedo a represalias.
Otro m¨¦dico de urgencias, Miguel ?ngel L¨®pez, explica que la falta de coordinador ha agravado el colapso: "Una de las tareas del jefe era evitar la saturaci¨®n. Si estaba llena, ¨¦l gestionaba el env¨ªo de pacientes a otros centros, intentaba que las plantas acelerasen las altas o consegu¨ªa retrasar operaciones programadas que pudiesen esperar. Ahora no hay jefe y ning¨²n responsable ha venido a hablar con nosotros y la cosa va a peor. Se ve que esto no les preocupa". Para el jefe de la UVI, Frutos del Nogal, el problema del centro no son las sedaciones, sino la falta de camas. Un mal cr¨®nico.
El hospital abri¨® en 1987 y sus 400 camas estaban calculadas para cubrir una poblaci¨®n de 250.000 habitantes, recuerda Fernando Gimeno, director m¨¦dico entre 2000 y 2003, fundador del hospital y amigo y defensor de Montes. Por entones, la poblaci¨®n de Legan¨¦s y Fuenlabrada, dos de los municipios que m¨¢s han crecido de Espa?a, ya superaban esa cifra. "El hospital era conocido como el 'si lo s¨¦, no vengo', y las urgencias eran desastrosas", recuerda Gimeno en su despacho de jefe de urolog¨ªa.
En 2001, el ¨¢rea sanitaria del hospital ten¨ªa 1,2 camas p¨²blicas por cada 1.000 habitantes. La media en la Comunidad de Madrid era de 2,6. En 2004, la poblaci¨®n censada (en realidad, es mayor) que cubr¨ªa el centro era de 380.223 personas, un 52% m¨¢s de lo dise?ado.
Ante la falta de camas, las urgencias se convirtieron en la v¨ªa de entrada. Cada a?o, el n¨²mero de pacientes atendidos all¨ª sub¨ªa en 5.000 personas. En 1997 recibieron a 117.738 enfermos; en 2000, a 137.788, y en 2003, a 162.646. "La gente se mor¨ªa en los pasillos. Era inhumano", recuerda L¨®pez.
Era insostenible. La direcci¨®n del centro decidi¨® en 2001 ampliar las urgencias. "Acab¨¢bamos de nombrar a Montes como coordinador para que pusiera orden y ampliamos en 400 metros cuadrados las instalaciones", recuerda Gimeno. Los 32 puestos de atenci¨®n a enfermos se convierten en 52. En ese momento se toma una decisi¨®n aparentemente m¨ªnima dentro una reforma general del hospital que cost¨® 600 millones de pesetas. La decisi¨®n que probablemente desencaden¨® a?os despu¨¦s la mayor crisis que ha vivido un centro p¨²blico.
"La direcci¨®n, con acuerdo de la Consejer¨ªa de Sanidad, decidi¨® construir dos habitaciones en urgencias, similares a las de las plantas, para enfermos que necesitan aislamiento y otra para pacientes terminales", explica Gimeno.
Son habitaciones sencillas. En la puerta s¨®lo pone Box 1 y Box 2 escrito con rotulador negro sobre un papel, pero en el plano de la planta se especifica: "aislados" y "terminales". En la pr¨¢ctica se utilizan indistintamente. En ese momento, el hospital no ten¨ªa unidad de cuidados paliativos. En 2002 se cre¨® una con cuatro camas. La Consejer¨ªa de Sanidad asegura que es irregular sedar a los pacientes en urgencias, pero Gimeno afirma que la misma consejer¨ªa present¨® la reforma como ejemplo para otros hospitales.
Una auxiliar que lleva en urgencias desde que abri¨® el centro recuerda la reforma: "Nosotros nos opusimos a que instalaran all¨ª ese espacio para los enfermos terminales. Pensamos que no era el lugar adecuado ni es una situaci¨®n agradable".
Con la reforma, el hospital mejor¨® algo las urgencias, su punto m¨¢s saturado. En 2003, un estudio de la consultora IASIST situ¨® al Severo Ochoa entre los mejores 20 hospitales (de los 139 analizados en Espa?a ese a?o), y entre los cuatro mejores de los universitarios. Uno de los principales criterios utilizados en ese estudio es la baja mortalidad. Legan¨¦s registra m¨¢s muertes en urgencias que otros centros, pero menos en planta. "Los pacientes se mueren donde est¨¢n. Si est¨¢n en urgencias, se mueren en urgencias, y si hemos creado una urgencia con muchos pacientes, se mueren all¨ª", se?ala Del Nogal.
En 2004 abri¨® el hospital de Fuenlabrada. Las urgencias del Severo Ochoa segu¨ªan llenas. El nuevo centro alivi¨® la maternidad, pero a la vez el hospital de Legan¨¦s comenz¨® a reducir el n¨²mero de camas en favor de habitaciones individuales y nuevos servicios. De 400 camas pas¨® a 330. Adem¨¢s, se limitaron los traslados a otros centros.
Humildad Arroyo es una trabajadora del hospital, cuya madre fue sedada en urgencias en agosto de 2003. Ten¨ªa un c¨¢ncer con met¨¢stasis en fase terminal. "Mi madre ten¨ªa unos dolores insoportables, chillaba de dolor. En urgencias me avisaron de que la sedaci¨®n pod¨ªa acelerar su muerte, pero se lo agradec¨ª". La mujer falleci¨® 12 horas despu¨¦s.
Al comienzo de la crisis, la mayor¨ªa de los pacientes de urgencias ignoraban la denuncia. La cosa ha cambiado. "Muchos enfermos nos tratan bien, pero en cuanto hay un problema, algunos se revuelven. Nos han llamado asesinos, el ambiente est¨¢ tenso", afirma uno de los 14 m¨¦dicos que trabajan all¨ª; son 50 incluyendo los residentes.
El caso descrito se parece al de Mar¨ªa Montealegre. Mar¨ªa est¨¢ en la puerta de urgencias, muy abatida. Su hermana Delfina, de 71 a?os, fue operada en diciembre de un c¨¢ncer de colon y tuvo que volver la semana pasada con una reca¨ªda. Ingres¨® en la UVI. "No la han tratado bien, he hablado con mucha gente que me dice que no es normal lo que le ha pasado. La ten¨ªamos que haber llevado a otro sitio", afirma meneando la cabeza. Est¨¢ en la calle sentada en un bordillo de la acera. "Cuando vi en la televisi¨®n lo que hacen aqu¨ª, me dije: 'Lo que le faltaba a mi hermana. Igual le ha tocado a ella". Los hijos de un fallecido en urgencias en 2003 ya denunciaron el jueves el caso ante el juzgado.
Un m¨¦dico de urgencias afirma que van con pies de plomo antes de tomar cualquier decisi¨®n: "Te lo piensas todo mucho y vas con mucho cuidado, los m¨¦dicos tienen miedo a que les denuncien por cualquier cosa. Somos muy escrupulosos con las historias cl¨ªnicas".
La denuncia inicial de 400 casos de homicidios fue reducida luego por Lamela a 25 sedaciones irregulares. De ellas, seis que deb¨ªan aplicarse no llegaron a efectuarse. La investigaci¨®n que ha puesto en marcha la consejer¨ªa no ha encontrado mala praxis. La fiscal¨ªa no ve por el momento indicios de delito. El viernes, los seis inspectores enviados por Lamela admitieron que no hab¨ªan hablado con los m¨¦dicos. La consejer¨ªa emiti¨® ayer un comunicado en el que asegura que los inspectores s¨ª hablaron con Montes, con el director m¨¦dico y con el gerente, todos ellos destituidos por Lamela. Este diario ha intentado, sin ¨¦xito, hablar con el nuevo gerente, Carlos Marfull.
"Se trata de una discrepancia m¨¦dica, no penal, ni legal. Seg¨²n unos m¨¦dicos, es mejor utilizar Tranxilium, y para otros, Dormicum; unos creen que una dosis de no s¨¦ cu¨¢ntos miligramos es m¨¢s adecuada, y otros, que es excesiva. Si la consejer¨ªa encuentra cuatro expertos que defiendan una tesis, habr¨¢ otros cuatro que apoyen la contraria. Esto no es una ciencia exacta", explica un m¨¦dico de urgencias que ha aplicado sedaciones.
La unanimidad en la plantilla parece total. El lunes 14 de marzo, la inmensa mayor¨ªa de los jefes de servicio firm¨® una carta de apoyo a Montes, que hab¨ªa sido destituido el viernes anterior a ¨²ltima hora de la ma?ana. Si hay m¨¦dicos contarios a las sedaciones, no hablan en p¨²blico. Pero tiene que haber alguno: quien denunci¨® en 2002 las sedaciones excesivas en urgencias y quien ha repetido este a?o aportando historias cl¨ªnicas.Aunque el hospital est¨¢ plagado de sospechas, no pasan de la voz baja. "Ser¨ªa una irresponsabilidad acusar a alguien sin total seguridad, pero se acabar¨¢ sabiendo", afirma Del Nogal.
Lo cierto es que las presiones contra Montes comenzaron casi con su nombramiento. El jefe de Anestesia, Joaqu¨ªn Insausti, ha hablado de acoso laboral. Algunos de sus detractores pidieron entre 2001 y 2004 su dimisi¨®n al gerente, Jes¨²s Rodr¨ªguez. ?ste estuvo a punto de relevarlo tras la primera denuncia, seg¨²n fuentes m¨¦dicas. Finalmente decidi¨® esperar al dictamen del comit¨¦ de ¨¦tica de Getafe sobre las sedaciones. El comit¨¦ aplaudi¨® el trabajo en urgencias y la inspecci¨®n de Sanidad de 2003 tampoco hall¨® mala praxis. En noviembre de 2004, Lamela design¨® a Rodr¨ªguez como gerente del hospital p¨²blico Puerta de Hierro. Sigue en su puesto.
Lo que nadie sabe en el hospital es c¨®mo y qui¨¦n cerrar¨¢ la crisis, que se ha extendido a otros centros de Madrid. "No entiendo qu¨¦ busca Lamela y c¨®mo podr¨¢ salir de ¨¦sta despu¨¦s de ensuciar a todo el hospital y de poner a los pacientes en contra de los m¨¦dicos por un asunto investigado con anterioridad", afirma Insausti.
Mientras, y si nadie lo remedia, los pasillos de urgencias seguir¨¢n repletos. Los pacientes no se llamar¨¢n Mercedes Gonz¨¢lez ni Delfina Montealegre. El m¨¦dico jefe no se llamar¨¢ Luis Montes. El hospital tardar¨¢ mucho en volver a ser un hospital normal.

A la cabeza de la protesta
En 1985, en pleno desarrollo de la Ley del Aborto, este peri¨®dico inform¨®, citando a un m¨¦dico, que "no faltar¨¢n m¨¦dicos en La Paz ni en el Hospital de M¨®stoles" para aplicar el aborto. No hab¨ªa m¨¢s hospitales p¨²blicos en Madrid con m¨¦dicos dispuestos. El de M¨®stoles ya ten¨ªa entonces fama de progresista y precisamente de all¨ª sali¨® un nutrido grupo de m¨¦dicos que se incorpor¨® a trabajar en el Severo Ochoa cuando abri¨® sus puertas en 1987. Entre ellos figuran el anestesista Luis Montes, hoy destituido; Joaqu¨ªn Insausti, jefe de Anestesia; Frutos del Nogal, jefe de la UVI, Fernando Gimeno, jefe de Urolog¨ªa y ex director m¨¦dico; Javier Arregi, jefe de pediatr¨ªa, y el jefe de Ginecolog¨ªa y Obstetricia, Javier Mart¨ªnez Salmean, o el anestesista Alfonso Garc¨ªa, hoy representante sindical. La mayor¨ªa son progresistas y firmes partidarios de la sanidad p¨²blica.
Ellos, con la junta de personal, han liderado la protesta. El resultado ha sido una respuesta contundente ante la prensa, han impulsado concentraciones diarias en el hospital que frecuentemente acaban ante el despacho del gerente a gritos de "?Lamela, dimisi¨®n!", y se han manifestado ante la Asamblea de Madrid cuando Lamela compareci¨® a petici¨®n propia para explicar su actuaci¨®n. Desde el primer momento defendieron a Montes. Lo conocen desde hace m¨¢s de 20 a?os.
El gerente entre 2001 y 2004, Jes¨²s Rodr¨ªguez, amag¨® con destituir a Montes. Ante la reticencia de los jefes de servicio, opt¨® por encargar una auditor¨ªa a los inspectores de la Consejer¨ªa de Sanidad. Tras estudiar durante meses las sedaciones, no hallaron nada sancionable.
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