El CSIC en el espacio espa?ol de investigaci¨®n
El precario sistema espa?ol de I+D experiment¨® un notable impulso en los a?os ochenta. Se promulgaron leyes, se estructuraron en funciones los presupuestos generales del Estado, se crearon instituciones de evaluaci¨®n y ejecuci¨®n de la I+D, se dise?aron incentivos para aumentar la producci¨®n cient¨ªfica (quinquenios y sexenios), se duplic¨® el gasto, se increment¨® el personal... La pol¨ªtica cient¨ªfica situ¨® a Espa?a en el mapa de pa¨ªses con una producci¨®n cient¨ªfica considerable [el secretario de Estado de Universidades e Investigaci¨®n, Salvador Ord¨®?ez, ofrec¨ªa datos al respecto en un art¨ªculo publicado en EL PA?S, 6/12/2004].
Sin embargo, aquella pol¨ªtica cient¨ªfica que situ¨® a Espa?a en la arena internacional hoy ya no es v¨¢lida. Entonces se trataba de poner en marcha un sistema, hoy el sistema ya est¨¢ en marcha. Se pretend¨ªa que nuestros investigadores publicasen en revistas internacionales, hoy ya lo hacen. Se buscaba que en las universidades se hiciese investigaci¨®n, hoy son, en su conjunto, las mayores productoras de conocimiento del pa¨ªs. Entonces val¨ªa todo, pero hoy vale s¨®lo lo mejor. En el llamado mundo globalizado no podemos competir por bajos costes, nos vemos obligados a competir por calidad.
La b¨²squeda de la excelencia exige establecer prioridades de forma m¨¢s racional
El Estado actual no es adem¨¢s el de hace 20 a?os. Existe, por un lado, la Administraci¨®n General del Estado, y por otro, las Comunidades Aut¨®nomas, que adem¨¢s de asumir buena parte de las responsabilidades de gobierno, han asimilado instituciones antes dependientes del Gobierno central, como, por ejemplo, las universidades [el secretario general de Pol¨ªtica Cient¨ªfica y Tecnol¨®gica, Salvador Barber¨¢, lo subrayaba en un art¨ªculo en EL PA?S, 3/1/2005].
La UE, por su parte, ha asumido competencias exclusivas en pol¨ªtica monetaria y en la reglamentaci¨®n de su mercado interior, y adem¨¢s tiene funciones muy relevantes en pol¨ªtica agraria, energ¨¦tica, industrial y de I+D+I. Incluso las pol¨ªticas de relaciones exteriores, seguridad y defensa, que se ten¨ªan por el n¨²cleo duro de las atribuciones de un Estado independiente, est¨¢n hoy d¨ªa muy condicionadas por instancias europeas o intergubernamentales.
As¨ª las cosas, un Estado en un entorno diferente necesita una pol¨ªtica cient¨ªfica diferente, mucho m¨¢s selectiva y orientada casi exclusivamente por criterios de calidad. La b¨²squeda de la excelencia exige establecer las prioridades de forma m¨¢s racional, reforzar los mecanismos de evaluaci¨®n, desarrollar una cultura de colaboraci¨®n y coordinaci¨®n entre instituciones, incluso cuando dependen de Administraciones diferentes. Ha llegado, en definitiva, el momento de ser selectivos, de apostar por la excelencia, la originalidad, la creatividad.
En aquellos a?os ochenta, el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) actu¨®, con frecuencia, como laboratorio de experimentaci¨®n del sistema. Lo que se pon¨ªa en marcha en el CSIC con car¨¢cter interno, se exportaba luego al resto del sistema cuando demostraba su racionalidad. As¨ª sucedi¨® con los nuevos planteamientos cient¨ªficos transversales (tecnolog¨ªa de alimentos, biotecnolog¨ªa o ciencia de los materiales), los nuevos instrumentos de I+D (las OTRIS o los programas PETRI), as¨ª como con la pol¨ªtica de difusi¨®n de la ciencia (becas) o de apertura de instalaciones propias a todos los actores (Base Ant¨¢rtica).
En el contexto actual, el CSIC, con sus 126 institutos distribuidos por las distintas comunidades aut¨®nomas, podr¨ªa erigirse de nuevo en elemento clave en la vertebraci¨®n del sistema espa?ol de I+D+I, podr¨ªa ser el instrumento para que las universidades contratasen personal cient¨ªfico no docente, podr¨ªa gestionar grandes instalaciones cient¨ªficas interuniversitarias (como ocurr¨ªa con la RedIRIS), podr¨ªa organizar y liderar institucionalmente temas de inter¨¦s nacional, coordinando a grupos de diversa procedencia (como gestion¨® las crisis del Prestige o Aznalc¨®llar), o podr¨ªa colaborar en la obtenci¨®n de masas cr¨ªticas de investigadores, tan necesarias en un pa¨ªs de minifundio cient¨ªfico.
Todo eso podr¨ªa ocurrir porque el CSIC es un organismo altamente competitivo y rentable, que produce unos resultados cient¨ªficos y tecnol¨®gicos muy superiores a lo que cabr¨ªa esperar de sus reducidos porcentajes de gasto y personal respecto al total de la ciencia en Espa?a. Basten unas cifras para demostrarlo.
El CSIC emplea en la actualidad a 10.400 personas. Estos efectivos representan el 5,6% del conjunto del personal de I+D, o bien el 2,6% de los cient¨ªficos contados en equivalentes a jornada completa (EJC) del total nacional. Su presupuesto en 2005 asciende a 720 millones de euros, el 58% procedente de la subvenci¨®n del Estado a trav¨¦s del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia, y el 42% restante, de ingresos no estatales, obtenidos de manera competitiva en los mercados europeo, nacional y regional de I+D. Este presupuesto equivale grosso modo al 19% del gasto p¨²blico espa?ol en I+D y al 9% de todo el gasto nacional.
Con estos porcentajes, el CSIC es el primer organismo espa?ol en publicaciones cient¨ªficas. Representa el 20% de las publicaciones recogidas en las bases de datos del Institute for Scientific Information (ISI) de Philadelphia, y cerca del 58% de las publicaciones en revistas de excelencia, como Nature o Science. Sus investigadores responden del 0,6% de la producci¨®n cient¨ªfica mundial.
Tambi¨¦n es la primera entidad espa?ola en el ranking de titulares de patentes del Patent Cooperation Treaty. Su aparici¨®n, en el puesto 166 del mundo, es una rareza entre los pa¨ªses de la OCDE, ya que en todos los dem¨¢s Estados son las grandes empresas quienes lideran la titularidad de las patentes, por delante de los organismos p¨²blicos de investigaci¨®n. S¨®lo en 2004, la explotaci¨®n de la cartera de patentes represent¨® unos ingresos para el CSIC superiores a los dos millones de euros.
Estos resultados se complementan, por ¨²ltimo, con una intensa colaboraci¨®n con el sector productivo. El CSIC mantiene en la actualidad 700 contratos con empresas (76 de ellas, internacionales), que generan 22 millones de euros al a?o. Sus investigadores mantienen vivas mas de 20 spin-off que generan puestos de trabajo de alto valor a?adido. Desde el ingreso de Espa?a en la UE, el CSIC ha conseguido 2.270 contratos de investigaci¨®n de los distintos Programas Marco (1.834 contratos de investigaci¨®n y 436 acciones conexas), con unos retornos superiores a los 100 millones de euros.
La creaci¨®n cient¨ªfica y la transferencia de conocimiento al sector productivo, en un entorno altamente competitivo como el actual, son procesos complejos que exigen recursos humanos y equipamiento cient¨ªfico-t¨¦cnico, entre otras necesidades tangibles, am¨¦n de elevadas dosis de riesgo e incertidumbre, tanto m¨¢s cuanto mayor es el reto que se acomete. Nuestro futuro depende precisamente de que apostemos por la investigaci¨®n de riesgo.
Para conseguirlo, el CSIC debe estar dotado de estructuras de gesti¨®n ¨¢giles y flexibles, que le permitan atraer a los mejores profesionales, afrontar las nuevas demandas y retos que plantea la investigaci¨®n, adem¨¢s de competir en igualdad de condiciones con otras instituciones nacionales e internacionales. S¨®lo as¨ª el CSIC podr¨¢ contribuir con determinaci¨®n a la econom¨ªa del conocimiento, base de nuestra futura competitividad.
Con este objetivo, el actual equipo de Presidencia del CSIC trabaja en tres frentes espec¨ªficos: cambiar su marco jur¨ªdico administrativo, elaborar un plan estrat¨¦gico para el periodo 2005-2009, e impulsar un completo programa de promoci¨®n de la cultura cient¨ªfica, que acerque a toda la sociedad los avances de la ciencia. Espero que con estas actuaciones nuestra participaci¨®n en la nueva pol¨ªtica cient¨ªfica del Estado permita al CSIC estar a la altura de las expectativas, como creo que estuvo en los a?os ochenta del siglo pasado.
Carlos Mart¨ªnez Alonso es presidente del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas.
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