"Los escritores hablan cada vez m¨¢s de dinero, incluso cuando no negocian"
Esther Tusquets (Barcelona, 1936) cuenta en Confesiones de una editora poco mentirosa (RqueR) sus 40 a?os en Lumen. Escritas como si fueran una cr¨®nica y en apenas 200 p¨¢ginas, la editora logra con iron¨ªa y mucho humor vencer casi la nostalgia.
Incluye cartas de autores como Cela, Vargas Llosa, Delibes, Mart¨ªn Gaite o Benet. Hace espl¨¦ndidos retratos de Ana Mar¨ªa Matute y Ana Mar¨ªa Moix -amigas de toda la vida-, de Carmen Balcells, de Carlos Barral, de Pere Gimferrer... Hay cap¨ªtulos impagables, por ejemplo el que describe un viaje por Levante y Andaluc¨ªa en coche con Carlos Barral a 40 kil¨®metros por hora; o el encierro en Montserrat de intelectuales en protesta por el proceso de Burgos. Y est¨¢, sobre todo, la historia de c¨®mo una editorial religiosa se convirti¨® en un sello de prestigio y, por supuesto, las fatigas y alegr¨ªas de una editora independiente. No son nada light y hay algunos comentarios maliciosos que se leen, eso s¨ª, como si no lo fueran.
"Barral era muy valioso, me ayud¨® y le quer¨ªa mucho, pero tambi¨¦n era un irresponsable que se cre¨ªa el centro del mundo"
"No me arrepiento de haber vendido Lumen, aunque si hubiera sabido que a mi hija le iba a gustar tanto quiz¨¢ no la habr¨ªa vendido"
Pregunta. Dice de Cela que le interesaba mucho el dinero.
Respuesta. Lo que m¨¢s me molestaba de Cela es que maltrataba a la gente que consideraba inferior.
P. Delibes es la bondad.
R. S¨ª, pero es un pesimista nato, tiene una visi¨®n muy amarga del mundo.
P. Barral es el pr¨ªncipe de la seducci¨®n.
R. Barral era muy valioso, me ayud¨® y le quer¨ªa mucho, pero tambi¨¦n era un irresponsable que se cre¨ªa el centro del mundo. Recuerdo un viaje a Andaluc¨ªa cuando nos obligaba a seguir una dieta de batidos y horchatas, o cuando quer¨ªa que todos nos implic¨¢ramos en sus guerritas particulares y paranoicas.
P. La responsabilidad del fomento de la lectura es del Ministerio de Educaci¨®n, no del de Cultura, afirma en su libro.
R. Hacer anuncios diciendo que la gente lea no sirve para nada. Hay que inculcar a los ni?os el placer de la lectura desde peque?os, pero no es obligatorio leer si no te da placer.
P. "No dejo de ser una se?orita finolis", escribe.
R. Siempre he sido un poco cursi. Me dan verg¨¹enza cosas absurdas. Soy t¨ªmida y descarada y un poco finolis. En mis textos jam¨¢s he utilizado palabras malsonantes.
P. Asegura que nunca ha sido empresaria.
R. M¨¢s que por falta de capacidad de gesti¨®n, porque siento un serio rechazo. No me gusta c¨®mo se comportan los empresarios ni los pol¨ªticos. Quiz¨¢ eso me venga de la infancia, porque conoc¨ª a grandes fabricantes amigos de mis padres. No tengo un gran sentido de la propiedad. Me gusta vivir bien y soy consumista, pero ganar dinero como objetivo no me interesa nada.
P. Cuando Beckett gan¨® el Nobel, usted, que lo publicaba en Espa?a, se apresur¨® a escribir a su editor, J¨¦r?me Lendon, de ?ditions de Minuit, dici¨¦ndole que estaba dispuesta a competir por sus derechos. Lendon le respondi¨® que no entend¨ªa de qu¨¦ hablaba, que Beckett era el mismo antes y despu¨¦s del Nobel. Esto ya no pasa, ?verdad?
R. Ya no pasaba entonces. El caso de Delibes, que sigue siendo fiel a Destino, es una excepci¨®n. Hay gente para la que el dinero no es lo m¨¢s importante. Ahora los escritores hablan cada vez m¨¢s de dinero, incluso cuando no est¨¢n negociando.
P. Los autores cambian m¨¢s de editorial.
R. Los que venden, continuamente, y los editores peque?os necesitamos tener un cat¨¢logo, unas relaciones de rec¨ªproca confianza. Eco y Quino podr¨ªan haberse ido adonde quisieran y se mantuvieron fieles a Lumen.
P. ?Se arrepiente de haber vendido Lumen?
R.]]>No, ni la he echado de menos. Soy en parte culpable de que mi hija haya entrado en este negocio, que es muy dif¨ªcil. Si hubiera sabido que le iba a gustar tanto quiz¨¢ no habr¨ªa vendido, pero est¨¢ bien que ella empiece con su propio proyecto.
P. Tiene buenos recuerdos de Lumen.
R. Tuvimos una suerte loca. Era una editorial muy rentable y con gastos m¨ªnimos. De El nombre de la rosa se vendieron millones, y de Mafalda tambi¨¦n. Fue una etapa muy divertida y fant¨¢stica. De lo que hicimos no lamento casi nada.
Babelia
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