Un partido con plumero
Acaba de presentarse en Valencia un nuevo partido que se etiqueta "de izquierda renovada" e intitula USD, Uni¨®n Social Dem¨®crata. Algo sabemos de sus promotores y nada apenas de su ideario, excepci¨®n hecha de las declaraciones divulgadas por los medios de comunicaci¨®n. As¨ª pues, y por mera cortes¨ªa, consignamos esta novedad en el ruedo pol¨ªtico y nos preguntamos -simples ganas de conjeturar- por los mimbres que nutren su ideario, pues no es lo mismo que encomienden sus mentes a los beatos Toni Blair y Anthony Giddens, pongamos por caso, que a los rojos de pi?¨®n fijo como Marta Harnecker y Enric Hobsbawm. Todos caben bajo la pancarta socialdem¨®crata, pero no son homologables, como es bien sabido por los expertos en estos distingos.
A falta de mejores precisiones por parte de sus l¨ªderes y con el riesgo obvio de incurrir en un juicio de intenciones, tenemos la impresi¨®n de que, en el mejor de los casos, estamos ante un intento m¨¢s de abrir una brecha en el tupido mercado de las opciones pol¨ªticas ind¨ªgenas, crecientemente condensadas en una sola y misma, modulada hacia un lado u otro seg¨²n las circunstancias. En el peor, se tratar¨ªa de reproducir el conocido esperpento de un partido improvisado para mermar la clientela del PSPV-PSOE y reba?ar en el plato de los decepcionados, que son una mies nada desde?able. Una maniobra tan deleznable como precaria que, aqu¨ª y ahora, ¨²nicamente servir¨¢ los intereses del PP, como ha ocurrido en otras tandas de pretendidos socialistas independientes que han acarreado votos para la derecha. Nihil novo sub sole, que dec¨ªa aquel.
Las primeras declaraciones del secretario general de esta novedosa formaci¨®n corroboran cuanto acabamos de anotar. Y no tanto por las andanadas ret¨®ricas que dispara contra las siglas socialistas, lo que hasta cierto punto es coherente si ha de disputarle los votos y simpat¨ªas, sino por los silencios delatores con respecto al frente conservador que gobierna. Aqu¨ª s¨ª se le ve el plumero al aludido dirigente, miembro de la ancha camada de damnificados del PSPV, partido en el que, seg¨²n confiesa, no encontr¨® encaje ni acaso destino. Tal indulgencia para con la derecha, cuando ¨¦sta habr¨ªa de ser la adversaria prioritaria, nos induce a pensar que USD tiene sus hipotecas y compromisos. Tiempo hay y ocasiones tendremos para radiografiar aqu¨¦llas y ¨¦stos.
Comprendemos que fundar un partido obliga a movilizar todos los recursos posibles, y ni a¨²n as¨ª hay la menor garant¨ªa de que el intento cuaje, cuando, como queda dicho, las cartas est¨¢n repartidas, por no hablar de las ingentes sumas de dinero que se necesita. Sin embargo, hay limitaciones que no debieran soslayarse, y una de ellas es la instrumentalizaci¨®n de las asociaciones vecinales. El vecindario no est¨¢ para levantar peanas o caldear personalismos, que a la postre es en lo que acaban estos partidos de pan llevar. Los colectivos vecinales, sin declinar de sus plurales obediencias pol¨ªticas e individuales, tienen objetivos ajenos a la lucha por el poder -que es tarea partidaria- y, en cambio, vienen obligados a tender puentes con todas las instancias gobernantes, independientemente de sus colores. Involucrar estas organizaciones en ambiciones propias de partidos es tanto como invalidarlas. Pero eso lo saben de sobra las cabezas visibles de USD y les trae al fresco.
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