?rase una vez en New Jersey...
Bruce Springsteen interpreta ante un reducido auditorio, en el River Theatre de Red Bank, los temas de su nuevo disco, 'Devils and dust'
"Tener que hablar de m¨²sica es dif¨ªcil. Es como el sexo. Siempre es mejor hacerlo". Con estas palabras se presentaba Bruce Springsteen en el River Theatre de Red Bank, en New Jersey, el 4 de abril ante 250 privilegiados y las c¨¢maras de la cadena VH1. El motivo era la grabaci¨®n del programa Storytellers, un formato televisivo que permite a los compositores compartir su m¨²sica y sus m¨¦todos creativos con la audiencia y al p¨²blico asistente preguntar lo que siempre quiso saber sobre Bruce y nunca tuvo ocasi¨®n de formular. O sea, un sue?o del que desde finales de marzo se ven¨ªa informando en Internet. El club de fans Backsteets era el encargado de sortear los asientos entre sus fieles y ante la posibilidad de ser los primeros en escuchar el nuevo trabajo del Boss, Devils and dust, el programa iba cobrando categor¨ªa de evento.
'Devils and dust' habla de la confusi¨®n y el poder del miedo con la guerra de Irak
Vuelve a los or¨ªgenes dominando como nadie los tiempos y el escenario
A las siete de la tarde, y bajo rigurosas medidas de control, en el exterior del reci¨¦n estrenado River Theatre, un auditorio circular de buena ac¨²stica y poca capacidad, se pod¨ªan ver de forma ordenada los rostros sonrientes de los afortunados ante la indiferencia de los oriundos de Red Bank, que no sab¨ªan exactamente lo que all¨ª se coc¨ªa. Dentro, Bruce Springsteen ultimaba la prueba de sonido en penumbra juntando estribillos de varias canciones ante la mirada de sus m¨¢nagers, John Landau, B¨¢rbara Carr, y su mujer, Patti Scialfa.
A las siete y media, apertura de puertas y sorpresa para los primeros de la fila, ya que les colocan en unas sillas detr¨¢s del escenario, a escaso medio metro de donde Bruce actuar¨¢. Gritos, besos, abrazos...
A las ocho en punto sale el presentador de la VH1 y arenga a las masas. "Es un sue?o tener a Bruce en Storytellers", pero la gente quiere ver al Boss y el de New Jersey no defrauda. Son las ocho y siete minutos.
El River Theatre, decorado con telas azuladas colgadas del techo, se pone en pie y Bruce Springsteen empieza un viaje a trav¨¦s de sus canciones. Arranca con Devils and dust, una creaci¨®n llena de fuerza que habla de la confusi¨®n y el poder del miedo con la guerra de Irak como tel¨®n de fondo. ("Sobrevivir a base de matar las cosas que quieres, el miedo es una cosa peligrosa que puede oscurecer tu coraz¨®n"). La arm¨®nica y el ritmo que Bruce imprime a la guitarra "le da una tensi¨®n extra a la letra". As¨ª nos lo cuenta, al tiempo que analiza cada uno de los versos de la canci¨®n y surge una pregunta: "?Todo esto lo tengo en cuenta cuando estoy componiendo? Evidentemente, no".
El clima es de gran calidez y Springsteen se destapa como monologuista de humor tras interpretar Blinded by the light. Hace referencia a que la canci¨®n ha llegado a ser n¨²mero uno interpretada por los Manfred Mann, y Bruce lo atribuye a que el grupo cambi¨® una palabra de su texto original, cosa que evidentemente no le hizo mucha gracia, y s¨®lo as¨ª se explica el ¨¦xito. Ovaci¨®n. Springsteen no tiene reparos en re¨ªrse de s¨ª mismo recordando c¨®mo en los inicios sal¨ªa humo del diccionario cuando buscaba letras imposibles de canciones interminables. Habla del punto de vista del artista en las canciones y de su implicaci¨®n en las historias que cuenta. Habla de identidad, de amor, de compromiso y llama a escena a su mujer Patti Scialfa para interpretar a d¨²o Brilliant disguise, una balada del ¨¢lbum Tunnel of love. Es la ¨²nica ayuda que reclama en toda la noche, ya que para este viaje el Boss se basta y sobra con sus guitarras, electrificadas o no, sus arm¨®nicas, su piano y la complicidad de su p¨²blico. Incluso para reinterpretar temas como The rising o Waiting on a sunny day. La sensaci¨®n que se transmite es que Bruce est¨¢ en el sal¨®n de su casa tocando para unos amigos. Pone voz de falsete imitando a Smokey Robinson dramatizando la letra de Waiting... y el auditorio se lo pasa en grande. La fiesta de los grandes estadios ahora pasa a ser dom¨¦stica, sin perder intensidad.
As¨ª es como se nos va a presentar en la gira que le va a traer a Espa?a en junio y se intuye que, pese a las largas colas que se van a formar para conseguir las entradas, la recompensa va a ser completa. Tanto el nuevo disco como su puesta en escena son impecables y lejos de la imagen de granjero desali?ado con algunos kilos de m¨¢s que ofreci¨® en la gira de The ghost of Tom Joad, Bruce est¨¢ en forma y viene con sus botas, su chaleco y sus vaqueros.
Eso s¨ª, va a aparcar el gran ruido de la E Street Band, para matizar vocalmente, cada una de sus nuevas canciones.
En Devils and dust Springsteen consigue sacarle m¨¢s partido a su voz y alcanza una amplitud de tonos in¨¦dita hasta hoy en su discograf¨ªa. (?Desde los graves de The hitter hasta Maria's bed, que ya le gustar¨ªa firmar a Ryan Adams!). Bruce vuelve a los or¨ªgenes dominando como nadie los tiempos y el escenario.
De su nuevo trabajo tambi¨¦n interpret¨® Jesus was an only son al piano, recuper¨® Nebraska y con Thunder road cerr¨® el repertorio en Red Bank, y s¨ª, sigue habiendo magia en la noche.
Ya s¨¦ que a estas alturas nadie puede pensar que soy neutral cuando se trata de Bruce Springsteen, pero si me lo permiten, les recomiendo Devils and dust, un disco que aunque todav¨ªa no se haya publicado, va a convertirse en un cl¨¢sico. Al tiempo.
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