Los grupos de opini¨®n entre los purpurados determinar¨¢n la elecci¨®n del nuevo pont¨ªfice
Los cardenales se dividen en tres corrientes: 'dogm¨¢ticos', 'reformistas' y 'sociales'
No existen partidos en el colegio cardenalicio. La divisi¨®n civil entre conservadores y progresistas puede funcionar uno a uno, porque todos los cardenales tienen su ideolog¨ªa pol¨ªtica, pero queda en un plano muy secundario cuando se re¨²nen en c¨®nclave para tomar una decisi¨®n de tanta importancia como la de elegir Papa. S¨ª hay afinidades y prioridades compartidas entre los pr¨ªncipes de la Iglesia, y de ellas surgen grupos de opini¨®n que, por v¨ªas no del todo directas, suelen determinar el resultado de la elecci¨®n. Definir esos grupos comporta una cierta dosis de arbitrariedad, pero, de forma gen¨¦rica, pueden distinguirse tres: el dogm¨¢tico, el reformista y el social.
Los electores tienen ideas muy claras sobre las necesidades de la Iglesia
Un cardenal es un hombre de edad avanzada que ha llegado a la c¨²spide de su carrera, est¨¢ acostumbrado a mandar en su di¨®cesis o dicasterio y tiene ideas muy claras sobre las necesidades de la Iglesia. Esas ideas le aproximan a algunos de sus colegas y le distancian de otros, dentro de lo mucho que comparten (la fe, el empleo, la pertenencia a una estructura homog¨¦nea), y permiten agruparlos. Nadie pertenece de forma exclusiva a una corriente y los grupos no chocan entre s¨ª, salvo, a veces, en la cuesti¨®n del "reformismo".
- Dogm¨¢ticos. Dominar¨¢n el arranque del c¨®nclave porque su jefe de filas, Joseph Ratzinger, ser¨¢ probablemente quien m¨¢s apoyos reciba en la primera votaci¨®n, y porque sus inquietudes (no sus soluciones) son m¨¢s o menos compartidas por todos. Creen en una Iglesia firme, militante y de doctrina clara, capaz de hacer frente al relativismo moral en Occidente, al vigor religioso del islam y a la infiltraci¨®n de otros ritos en Suram¨¦rica, ?frica y Asia. Consideran que una pol¨ªtica m¨¢s o menos tolerante ante el divorcio, los anticonceptivos o la homosexualidad reportar¨ªa, en el mejor de los casos, un incremento ef¨ªmero en la popularidad del catolicismo, pero desorientar¨ªa a los creyentes y desvirtuar¨ªa la esencia de la fe que tienen la misi¨®n de defender.
Son partidarios de mantener una estructura eclesial centralizada y una Curia (gobierno vaticano) poderosa, ya que las di¨®cesis, que muchos de ellos dirigen, est¨¢n m¨¢s expuestas a la presi¨®n de las sociedades locales; desconf¨ªan de una excesiva participaci¨®n seglar en los ritos y consideran que algunas de las reformas abiertas en el Concilio Vaticano II fueron un error, porque difuminaron la identidad cat¨®lica. Juan Pablo II fue uno de los suyos, aunque muy sensible tambi¨¦n a la corriente social, y sus figuras m¨¢s representativas hoy son, adem¨¢s de Ratzinger, el austriaco Christoph Schoenborn, el estadounidense Bernard Law, el nigeriano Francis Arinze y el indio Ivan Dias.
- Sociales. Hacen hincapi¨¦ en la necesidad de extender los valores cat¨®licos al conjunto de la sociedad y en la tarea de apostolado, y creen que la Iglesia debe estar presente en todos los conflictos humanos. Forzando un poco los t¨¦rminos, podr¨ªa decirse que si los dogm¨¢ticos optan por la calidad, los sociales prefieren la cantidad.En este grupo s¨ª son relevantes las sensibilidades pol¨ªticas, que generan grandes diferencias en la interpretaci¨®n de las prioridades sociales. Los m¨¢s conservadores, como los italianos Camillo Ruini y Angelo Sodano, el espa?ol Antonio Mar¨ªa Rouco o el colombiano Alfonso L¨®pez Trujillo, rozan la tentaci¨®n del integrismo; en cualquier caso, ocupan la primera l¨ªnea en el combate contra la educaci¨®n laica y la tendencia del Estado moderno a convertir la religi¨®n en un asunto privado. En el otro flanco social, el progresista, se presta m¨¢s atenci¨®n a la lucha contra la pobreza y la injusticia. Cardenales como el hondure?o ?scar Rodr¨ªguez Maradiaga, el surafricano Wilfrid Fox Napier y, hasta cierto punto, el italiano Dionigi Tettamanzi (que concuerda en algunas cuestiones con dogm¨¢ticos y reformistas) piensan que la Iglesia debe hacer un poco m¨¢s para combatir los males terrenales.
- Reformistas. Creen que el Concilio Vaticano II no ha sido desarrollado en todo su potencial y que el nuevo Papa deber¨ªa dar un nuevo impulso a las reformas esbozadas por Pablo VI e interrumpidas por Juan Pablo II. Lo primero, seg¨²n ellos, es fomentar el di¨¢logo en el interior del catolicismo y conceder un cierto grado de autonom¨ªa a las di¨®cesis, reduciendo la omnipresencia vaticana y acerc¨¢ndose a las necesidades de cada comunidad. Si los dogm¨¢ticos tienen sus bases teol¨®gicas en el medievo y los sociales en el siglo XIX, los reformistas prefieren apelar a los Padres de la Iglesia de los primeros siglos.
Contra el cierre de filas propuesto por los dogm¨¢ticos argumentan que la Iglesia ha sobrevivido a todas las tormentas durante 20 siglos por su capacidad de adaptarse al cambio de los tiempos. Su jefe de filas indiscutible es el italiano Carlo Maria Martini, retirado en Jerusal¨¦n y fuera de competici¨®n por motivos de salud. Otros "reformistas" destacados son el belga Godfried Daneels y los alemanes Karl Lehman y Walter Kasper.
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