El largo adi¨®s
Pasaste junto a m¨ª y ni me viste, de tan abstra¨ªdo. Ibas calle abajo, a toda prisa, y alargu¨¦ la zancada, hasta alcanzarte. Pero antes, observ¨¦ c¨®mo sacabas de tu bolsillo un pa?uelo limpio y lo acariciaste repetidamente, con una extra?a ternura. Cuando me puse a tu lado, me miraste y sonre¨ªste, tal y como si te hubiera sorprendido en un juego sin fundamento. Antes de guardarte el pa?uelo, me abanicaste con ¨¦l: del mocoso al presumido, dijiste, el pa?uelo se me figura la met¨¢fora de la despedida. Y entonces, siempre a paso lobero, me contaste una historia fascinante: un teniente coronel republicano, cuando abandonaba la celda camino del pared¨®n, le confi¨® a uno de sus compa?eros de cautiverio, lo ¨²nico que ten¨ªa: un pa?uelo. "Entr¨¦gaselo a mi mujer. Lo entender¨¢". Sesenta a?os m¨¢s tarde, su viuda recibi¨® aquel largo adi¨®s, y busc¨® los restos del teniente coronel, en una desolada fosa com¨²n, sin ning¨²n nombre, sin ninguna fecha, sin ninguna flor. Aqu¨ª est¨¢n, junto con los restos de todos o de casi todos los republicanos, que fueron asesinados aquel mismo d¨ªa. Qu¨¦ crimen, se lament¨® la viuda: Ni una se?al que d¨¦ testimonio de su memoria. De su memoria, de su dignidad y de su ejemplo. Y t¨² continuabas a toda prisa, calle abajo, hasta que de pronto nos asalt¨® el mar, por entre los ficus del parque. Perdona, pero tengo prisa, y no es una fabulaci¨®n, sino el relato de la saca y el fusilamiento del teniente coronel Etelvino Vega y 26 compa?eros m¨¢s, el 15 de noviembre de 1939. Etelvino Vega, que fue comandante militar de Alicante, ya en capilla, areng¨® a cuantos marchaban juntos. Aquella madrugada, hasta los muros de la c¨¢rcel se estremecieron con la Internacional. Voces entra?ables y pujantes inundaron galer¨ªas y celdas, llevando a los presos un aliento solidario de futuro y libertad. ?Lo comprendes, no? Antes nunca hab¨ªa ocurrido una cosa as¨ª. Y tiene que saberse, ?no te parece?, por eso llevo prisa. Me esperan. El domingo que viene es un buen d¨ªa para resta?ar tanta injusticia y levantar un monolito, sobre esa fosa com¨²n y olvidada, y ponerle los nombres, las canciones, los recuerdos a tanto sacrificio.
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