Personalidad

Ven¨ªa Al Ayre Espa?ol a Madrid con el mismo programa con el que acababa de presentarse en el Concertgebow de Amsterdam. Cuentan las cr¨®nicas que el ¨¦xito fue all¨ª apote¨®sico. Bueno, pues aqu¨ª tambi¨¦n lo ha sido. Hay en el grupo aragon¨¦s algo tan envidiable como juventud a raudales, lo que suele significar pasi¨®n en la misma medida. Como eje, la madurez alcanzada por L¨®pez Banzo como director no s¨®lo ce?ido a nuestro repertorio y su deseo por dotar a sus versiones bachianas de verdadera personalidad. El caso m¨¢s claro estuvo en la Suite n? 1, a la que quiso y supo darle el car¨¢cter danzante -y hasta galante- que tiene como base, de manera que le sali¨® m¨¢s latina que alemana y, por encima de todo, suya. En la Misa en sol menor aparecieron las voces, una por parte y con el inconveniente a?adido de que la sala sinf¨®nica del Auditorio es demasiado grande para esos menesteres. Cumplieron con creces, como los solistas instrumentales a los que les toc¨® lucirse en los fragmentos correspondientes. La segunda parte se dedic¨® a cuatro villancicos y una cantada de Jos¨¦ de Torres, contempor¨¢neo de Bach y maestro de la Real Capilla. La tal cantada -M¨¢s no puede ser- es digna de un H?ndel. De cierre, y como propina, una incre¨ªble j¨¢cara de Juan Franc¨¦s de Iribarren en la que se sali¨® literalmente el contratenor Xavier Sabata. Nos dieron las tantas, pero vali¨® la pena.