Loter¨ªa, ideolog¨ªa y eficacia
Lograr una vivienda social es tan improbable como ganar la loter¨ªa. Parece una frivolidad, pero es tristemente cierto.
En un momento en que los precios est¨¢n tan especulativamente disparados, la vivienda social, aquella cuyo precio es accesible para las familias marginadas del mercado libre, es un bien muy escaso; de ah¨ª tanto debate.
Pero el debate actual, tantas veces manipulador e interesado, no est¨¢ en si el Gobierno central va a incluir en su Plan los APTM (acr¨®nimo de apartamentos) de 30 metros cuadrados. Esa cuesti¨®n, a pesar de su resonancia medi¨¢tica, es secundaria.
La discusi¨®n deber¨ªa centrarse no en el qu¨¦, sino en el c¨®mo.
Los sucesivos gobiernos han ido instrumentando pol¨ªticas m¨¢s o menos acertadas, emanadas de la normativa ?de 1978!, pero siempre dependientes de la ideolog¨ªa gobernante m¨¢s que de su eficacia. Y es que la pol¨ªtica de vivienda social es una cuesti¨®n claramente ideol¨®gica: no es casual que nos encontremos inmersos en una crisis justo despu¨¦s de dos legislaturas de la derecha, en las que se ha considerado que la vivienda no era un problema porque los espa?oles "la pod¨ªan pagar" ?Recuerdan la frase?
Los objetivos y medidas del Gobierno central en su llamado Plan de Choque de la Vivienda son correctos
En su dif¨ªcil carrera de obst¨¢culos, el aspirante a una vivienda social, una vez reunidos todos los requisitos personales exigidos, necesita un Gobierno auton¨®mico y municipal que est¨¦ por la labor y con voluntad y capacidad para desarrollar una pol¨ªtica ajustada a las necesidades de su territorio. Si, por ejemplo, vive en Catalu?a, estos factores se dan. Pero en las grandes ciudades tendr¨¢ otras dificultades por la carencia objetiva de suelo. Por cada vivienda social habr¨¢ cien solicitantes, por lo menos.
Si vive en Baleares lo va a tener muy dif¨ªcil, por no decir imposible.
Al Govern de les Illes Balears la vivienda social parece que le "molesta" y, en consecuencia, promociona lo m¨ªnimo. S¨¦ de qu¨¦ estoy hablando: durante los cuatro a?os en que gobern¨® el Pacte de Progr¨¦s, se hicieron m¨¢s viviendas sociales que en los diecis¨¦is que gobern¨® el PP y hom¨®logos. Ahora que vuelve a gobernar la derecha han paralizado gran parte de las promociones que estaban en marcha, incluso la rehabilitaci¨®n de barrios degradados. ?Vaya sensibilidad social! La demanda registrada desde el Instituto Balear de la Vivienda en la ciudad de Palma es de 10 por 1, pero la real es muy superior.
Baleares es una de las pocas autonom¨ªas que no tiene Ley del Suelo propia, con lo cual los sistemas de gesti¨®n son decimon¨®nicos. Para agravarlo m¨¢s hay ayuntamientos que ni siquiera tienen normas urban¨ªsticas actualizadas. No hay control, pero, eso s¨ª, el Plan Territorial de Mallorca considera vivienda m¨ªnima la de 60 metros cuadrados.
Una vivienda no se improvisa. Pol¨ªticas cambiantes cada cuatro a?os no hacen sino enredar a¨²n m¨¢s el asunto. Entre la obtenci¨®n del suelo y la entrega de la vivienda construida pasar¨¢n a?os, tres como m¨ªnimo. Si adem¨¢s, dada la carencia de suelo urbano, hay que gestionarlo, el proceso se puede complicar ad infinitum seg¨²n la normativa vigente y la eficacia de la Administraci¨®n correspondiente (sea auton¨®mica, local o ambas. ?Dios nos coja confesados!).
Los objetivos y medidas del actual Gobierno central en su llamado Plan de Choque de la Vivienda son correctos y es admisible que, para darles realce, se haya resucitado el discutido Ministerio de la Vivienda (que sea la ¨²ltima resurecci¨®n). Todo ayuda. Sobre todo la insoslayable generaci¨®n o cesi¨®n de suelo por parte de quien puede aportarlo: instituciones y gobiernos (central, auton¨®mico o local).
Pero hace ya veinte a?os que hablamos de estos mismos objetivos y, de hecho, el Gobierno central no tiene ya m¨¢s competencia en esta materia que la financiaci¨®n del llamado Plan de Vivienda, dependiente en ¨²ltima instancia del Ministerio de Hacienda y de los Presupuestos aprobados. O establecer el marco de armonizaci¨®n de las Comunidades Aut¨®nomas. En cualquier caso, bienvenida sea esta acci¨®n pol¨ªtica real, tan interesadamente criticada por algunos: Ladran, Sancho, se?al que cabalgamos.
?Y el alquiler? El fracaso de las experiencias de oferta p¨²blica de alquiler se ha debido al centralismo y a la deficiencia en la gesti¨®n (heredados del franquismo, lo que no es excusa 30 a?os despu¨¦s), que han consolidado una cultura de permanencia vitalicia en el mismo hogar que no se ha conseguido superar. De ah¨ª el rechazo a los 30 metros cuadrados. Es una superficie suficiente para una persona, siempre que respete los m¨ªnimos de habitabilidad, pero ?va a vivir realmente una sola persona?, ?por cu¨¢nto tiempo?, ?qui¨¦n lo garantiza? Si el contrato es por cinco a?os (obligado por la Ley de Arrendamientos Urbanos), es improbable que una persona (joven o no) viva ese tiempo sola.
El plan vigente permite viviendas de 40 y 50 metros cuadrados, buen producto para alquiler. Pero para asegurar que su ocupaci¨®n sea rotatoria y adecuada a su tama?o se requiere una gesti¨®n rigurosa y ejecutiva que evite condiciones inhumanas como el hacinamiento de colectivos en situaci¨®n precaria. Estimular el alquiler de viviendas privadas gestionado desde la Administraci¨®n para dar a los propietarios las garant¨ªas que no da la LAU, no basta. ?No ser¨ªa m¨¢s operativo modificar la ley?
Dado que la iniciativa privada no quiere, no puede o no sabe cubrir la demanda, la iniciativa p¨²blica est¨¢ obligada a promover el mayor n¨²mero posible de viviendas sociales. Pero aun siendo lo esencial, una vez conseguido el parque adecuado a las necesidades, no queda garantizado el ¨¦xito de la empresa. Requiere una gesti¨®n presidida por la eficacia y no, como suele suceder hasta en las mejores familias, por criterios politiqueros, clientelistas o ben¨¦fico-asistenciales. Pero eso ya es harina de otro costal.
Teresa Garc¨ªa Alba ha sido directora general de Regesa, Empresa P¨²blica de Vivienda del ?rea Metropolitana de Barcelona y directora general del Instituto de la Vivienda de las Illes Balears.
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