?ngel Santos Ruiz, maestro de bioqu¨ªmicos
Don ?ngel -el "don" no necesita, en casos muy singulares, apellidos- ha sido profesor de miles de farmac¨¦uticos y el maestro de varias generaciones de bioqu¨ªmicos espa?oles. La historia de la bioqu¨ªmica en nuestro pa¨ªs va unida indisolublemente a su nombre.
Naci¨® en Reinosa, Santander, el 19 de julio de 1912. Licenciado en Farmacia en la Universidad de Madrid y en Medicina en la de Salamanca. Doctor en ambas con las m¨¢ximas calificaciones por la Universidad Matritense. Se inici¨® en la investigaci¨®n muy joven, en el Instituto de Patolog¨ªa M¨¦dica que dirig¨ªa el profesor Gregorio Mara?¨®n, al tiempo que impart¨ªa clases pr¨¢cticas en la Facultad de Farmacia. En 1936 gan¨® la plaza de auxiliar de Qu¨ªmica Biol¨®gica, asignatura com¨²n a los estudios de Ciencias, Farmacia y Medicina y, en 1940, la c¨¢tedra de la misma denominaci¨®n de la Facultad de Farmacia de Madrid.
S¨®lo en las facultades de Farmacia pod¨ªa seguirse, hasta bien avanzados los a?os sesenta, esta disciplina esencial para el desarrollo de la biomedicina, de la fisiopatolog¨ªa molecular, de la gen¨¦tica, de la biotecnolog¨ªa..., lo que explica que la gran mayor¨ªa de bioqu¨ªmicos sean farmac¨¦uticos o disc¨ªpulos de los mismos. Fue el primer presidente del Comit¨¦ espa?ol de la Uni¨®n Internacional de Bioqu¨ªmica y, en esta calidad, fue miembro fundador de la Sociedad Espa?ola de Bioqu¨ªmica cuando, precisamente en Santander y con el impulso de los profesores Severo Ochoa y Alberto Sols, comenz¨® en 1961 su trayectoria excepcionalmente fruct¨ªfera.
Era decano de la Facultad de Farmacia de Madrid cuando empec¨¦ mis estudios en 1950. La carrera duraba entonces seis a?os. En los dos ¨²ltimos segu¨ª sus clases de bioqu¨ªmica... y ya no me alej¨¦ nunca de esta ciencia fascinante ni de mi profesor, entonces, despu¨¦s ya siempre maestro. Como la de tantos otros cient¨ªficos -Jos¨¦ Antonio Cabezas, Mar¨ªa Cascales, Manuel Losada, Julio Rodr¨ªguez Villanueva... por no citar m¨¢s que a los primeros que acuden a mi mente al redactar apresuradamente estas l¨ªneas-, mi trayectoria universitaria e investigadora estuvo desde aquel momento vinculada a don ?ngel, situado siempre a la distancia justa. En la Universidad, en el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, en las academias de Farmacia y Medicina, el profesor Santos Ruiz, constantemente atento, animando siempre a emprender, a no cejar en los esfuerzos para contribuir a ampliar el conocimiento y a utilizarlo con sabidur¨ªa. Dirigi¨® m¨¢s de un centenar de tesis doctorales. Fue durante 15 a?os presidente de la Real Academia de Farmacia. El presidente actual, Juan Manuel Reol Tejada, subrayaba hace pocas semanas el honor y la alegr¨ªa que representaba para todos tenerlo all¨ª, l¨²cido, atento, siguiendo las deliberaciones.
Era, en el sentido estricto de la palabra, benevolente. Quer¨ªa y procuraba el bien para todos. Hizo de la lucha contra la enfermedad y el sufrimiento el hilo conductor de su vida. Pausado, firme, sonriente, sab¨ªa discernir lo esencial de lo secundario, lo importante de lo urgente.
Nos quedan innumerables discursos, libros, publicaciones, reflexiones, recuerdos de una larga vida de la que, de todas sus dimensiones, destaca la calidad humana, la preocupaci¨®n y compromiso con los otros, con los m¨¢s j¨®venes en particular.
Hace tan s¨®lo unos d¨ªas estuve hablando con ¨¦l en la Real Academia de Medicina. Comentamos la amenaza que representa la gripe aviar. Segu¨ªa con su inmenso bagaje de conocimientos, en la frontera misma de la ciencia.
Ayer fue enterrado en B¨¦jar, su espacio terrenal m¨¢s querido, de donde procede la familia de su mujer, do?a Mar¨ªa del Carmen D¨ªaz. A ella, a todos sus hijos, nietos, biznietos, familiares, amigos, disc¨ªpulos, a la Farmacia, a la Ciencia, a la Universidad, a las instituciones acad¨¦micas, nos deja recuerdo imborrable.
Explicaba sus clases de maravilla. S¨®lo tiza y pizarra al alcance. Los oligoelementos fueron durante a?os su predilecci¨®n. Luego, los enzimas descarboxilantes. M¨¢s tarde, las disfunciones abordadas a escala molecular. Sab¨ªa defender sus puntos de vista con la misma capacidad que pon¨ªa luego en la escucha a los dem¨¢s. Caminante, deportista, nadador empedernido hasta muy avanzados los 80 a?os.
Escudri?¨® con tanta pasi¨®n como serenidad el misterio de la vida. Ahora ya estar¨¢ -cient¨ªfico riguroso y profundamente religioso al tiempo- tratando de interpretar el de la muerte y, como sucede con las estrellas, aunque haya desaparecido f¨ªsicamente, su luz nos seguir¨¢ llegando para guiar, con la estela luminosa de su ejemplo, nuestros rumbos. Es el legado de quienes se han atrevido, como ¨¦l, a sembrar todos los d¨ªas de su vida.
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