Sostenibilidad y estrategias
El planeta Tierra es una peque?a porci¨®n del universo de la que no tuvimos constancia visual hasta 1968 cuando en plena carrera espacial los tripulantes del Apollo la fotografiaron por primera vez en su viaje de regreso tras orbitar la luna. Aquella primera imagen real qued¨® grabada en la retina de millones de humanos, quienes, a trav¨¦s de la televisi¨®n y la prensa, tomaban conciencia, gracias a una fotograf¨ªa de la belleza, pero tambi¨¦n de la fragilidad de nuestro planeta.
Eran los a?os previos a la primera gran crisis despu¨¦s de las dos contiendas que hab¨ªan sacudido Europa en el siglo XX. Un momento crucial del que tambi¨¦n surgi¨® un rearme de conciencias sobre la imposibilidad del crecimiento ilimitado al que algunos creyeron que nos conduc¨ªa la era industrial. Esta situaci¨®n ocasion¨® un giro copernicano en la conciencia colectiva de millones de humanos que, por primera vez en 1970, dieron carta de naturaleza al movimiento ambientalista tras una manifestaci¨®n por las calles de diferentes ciudadanas norteamericanas exig¨ªa a los poderes p¨²blicos un ambiente m¨¢s saludable y un crecimiento sostenible.
Se instaur¨® de este modo el D¨ªa Mundial de la Tierra, en cuya g¨¦nesis dominaron movimientos ajenos a las instituciones, pero que poco a poco ¨¦stas ¨²ltimas asumieron en su mayor¨ªa los postulados preconizados hasta crear una corriente de opini¨®n no solo favorable a las posiciones medioambientalistas, sino que a d¨ªa de hoy tal como afirma Manuel Castells, el verde ha impregnado el ideario de todos los partidos pol¨ªticos y pr¨¢cticamente de la mayor¨ªa de las asociaciones desde principio de los a?os noventa.
De este modo la preservaci¨®n y el reconocimiento de aquel fr¨¢gil planeta que fotografiaron los tripulantes de la nave Apollo se ha convertido en una prioridad para todos los gobiernos, pero es sobre todo una demanda social de crecientes expectativas a la que no se le puede dar la espalda, pues los problemas que lo aquejan son m¨¢s reales que nunca. La reducci¨®n de la capa de ozono, la lluvia ¨¢cida, la acumulaci¨®n de basura, la explosi¨®n demogr¨¢fica, la contaminaci¨®n de los suelos, la contaminaci¨®n de las aguas o la extinci¨®n de especies son, por citar s¨®lo algunos, los principales retos a los que debemos dar respuestas contundentes en los pr¨®ximos a?os, si queremos alcanzar el desarrollo sostenible con el que dar un portazo definitivo al alarmante proceso degenerativo al que nos han conducido las sociedades industrializadas durante el siglo XX.
La labor de las instituciones internacionales y de las grandes potencias es decisiva para marcar los objetivos hacia los que nos deberemos conducir nosotros mismos. Sin embargo, la realidad nos demuestra que tales objetivos requieren un esfuerzo singular por parte de las administraciones y gobiernos regionales y locales, por lo que acuerdos internacionales como el alcanzado en Kioto para reducir la emisi¨®n de gases de efecto invernadero, la conservaci¨®n y regeneraci¨®n de humedales de importancia internacional a partir de la Convenci¨®n Ramsar de 1971, la Convenci¨®n Internacional sobre la Diversidad Biol¨®gica o las estrategias de desarrollo sostenible puestas en marcha en la Uni¨®n Europea son puntos de encuentro para atajar una problem¨¢tica que, como puede comprobarse, requiere estrategias internacionales en la que el resultado final ser¨¢ muy superior a la suma de espacios que se adhieran a ellos.
El Gobierno valenciano est¨¢ comprometido en el cumplimiento de cada uno de estos objetivos a trav¨¦s de acciones propias impulsadas en el marco general que las sostienen: as¨ª hemos aprobado el Cat¨¢logo de Zonas H¨²medas de la Comunidad Valenciana, al que las sentencias judiciales, una tras otra est¨¢n dando la raz¨®n a la Consejer¨ªa de Territorio y Vivienda; en el marco del Protocolo de Kioto, hemos creado el registro de autorizaciones para la prevenci¨®n y control integrado de la contaminaci¨®n (IPPC), la biodiversidad de la Comunidad Valenciana supera la de pa¨ªses como Alemania, Gran Breta?a u Holanda; estamos recuperando, con inversiones propias, suelos contaminados como en el caso del ¨²ltimo tramo del Turia u otros espacios degradados de nuestro territorio, y acabamos de poner en marcha las bases para la Estrategia de Desarrollo Sostenible de la Comunidad Valenciana, un documento clave de cuya evoluci¨®n y acuerdos entre todos los agentes de la sociedad civil y las administraciones va a depender el modelo de crecimiento que el gobierno impulsar¨¢ de cara a las pr¨®ximas d¨¦cadas.
Podemos decir que cuando han transcurrido poco m¨¢s de treinta a?os desde aquellas primeras manifestaciones en EE UU, la conciencia proteccionista del planeta Tierra ha crecido exponencialmente. El siguiente paso ha sido plasmar unos objetivos que a¨²n cuando puedan parecer insuficientes son los que han dado paso a estrategias en el corto plazo y a su asunci¨®n por una gran mayor¨ªa de los gobiernos estatales y en nuestro caso al compromiso y la participaci¨®n en su consecuci¨®n. No podemos perdernos en disquisiciones, cuando la amenaza a la Tierra es una realidad a¨²n hoy. Estoy convencido de que en un futuro habr¨¢ nuevos caminos para atajar la depredaci¨®n a la que se ha visto sometida la Tierra desde que el ser humano puso el pie sobre ella y la someti¨® a sus necesidades dando origen a una androcracia todav¨ªa vigente y que empieza a ponerse en duda por parte de algunas corrientes filos¨®ficas.
Rafael Blasco es consejero de Territorio y Vivienda.
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