Cuidado con los resultados
El detalle m¨¢s curioso del c¨®nclave para elegir a Ratzinger, o Mazinger, como nuevo Papa es que la famosa chimenea no tiraba bien y la Capilla Sixtina se llen¨® de humo, cabe esperar que sin da?os serios para la obra eterna de Miguel ?ngel
Melancol¨ªa pol¨ªtica
En una situaci¨®n como la del Pa¨ªs Vasco, donde la sombra de ETA es alargada, se puede ser cualquier cosa excepto ingenuo. El todav¨ªa lehendakari fue desde Santurce y Bilbao hasta Madrid para vender una sardina poco apetitosa ante cuyo ofrecimiento ¨¦l mismo se asombraba de que no fuera bien recibido. ?La clave? Su extra?eza adolescente ante una simplicidad envenenada. Ibarretxe, confiando en una posible mayor¨ªa ilusoria obtenida en las urnas, se quiso autorizado para consultar en refer¨¦ndum a los vascos si quer¨ªan constituirse en un Estado Libre Asociado, que es como si Francesc Camps preguntara a sus valencianos si desean ser catalanes. ?El resultado? Un subid¨®n de los socialistas que ha puesto de los nervios a Rajoy-Acebes-Zaplana, esa agujereada tripleta central de otro partido que se hunde.
La Mostra, otra vez
Es un misterio que los responsables municipales de la Mostra del Cinema Mediterr¨¤ni consideren id¨®neo como director del festival a un mediocre director de pel¨ªculas de ciencia ficci¨®n bastante cutres en lugar de designar a alguien que tenga acreditada su profesionalidad en la gesti¨®n de este tipo de acontecimientos. No conozco a Juan Piquer m¨¢s que a trav¨¦s de algunas de sus horrorosas pel¨ªculas de hace a?os, pero parece sensato pensar que Fellini jam¨¢s habr¨ªa aceptado ser director de la Mostra de Venecia ni Godard se habr¨ªa hecho cargo del Festival de Cannes. En cuanto a la valencian¨ªa del director, se dir¨ªa que el rescate de los valencianos que optaron en su d¨ªa por otros horizontes vitales para desarrollar su profesi¨®n no ha deparado m¨¢s que fiascos de mucha consideraci¨®n, incluyendo la n¨®mina algo triste de los hijos de los m¨¢s c¨¦lebres.
Arte por imitaci¨®n
Hay, o hab¨ªa, en Elche un tipo listo que aprovechaba el espect¨¢culo de la poda de sus miles de palmeras para pasar la gorra entre los curiosos, como si el avispado sablista tuviera algo que ver con el asunto. Viendo algunas pinturas, leyendo algunas novelas, asistiendo a ciertas representaciones esc¨¦nicas, el curioso tiene exactamente id¨¦ntica impresi¨®n. Que eso ya lo ha visto antes en cualquier otro lugar y mucho mejor confeccionado, que demasiado a menudo se toma al lector o al espectador por un imb¨¦cil desprovisto de cultura y tradici¨®n -lo que justificar¨ªa que se le embauque con su asistencia a ese tipo de copias de tercera mano-, y que nada m¨¢s f¨¢cil que disfrazar con un leve toque personal el prestigio de obras m¨¢s o menos consagradas. Dicho de otro modo: ya no basta con tener que soportar la faceta m¨¢s chistosa de un Woody Allen, hay que ver, encima, las tonter¨ªas de quienes lo copian bajo el pretexto del homenaje.
Ombligos del mundo
Nada descarta todav¨ªa que en esa afici¨®n de muchas adolescentes por dejar el ombligo al aire, adornado o no por ansiosos productos de ferreter¨ªa, al caminar por las calles, anide una rara y muy justa reivindicaci¨®n del cord¨®n umbilical perdido sin su permiso. Que yo sepa, s¨®lo Pablo Neruda pidi¨® permiso para nacer, en un c¨¦lebre poema, es decir, para ser de nuevo otra persona. A¨²n as¨ª, esa impl¨ªcita cruzada en busca del cord¨®n perdido desde?a algo tan serio como mostrar sin rubor los tobillos, muy a menudo ocultados por unos vaqueros sin fondillos pero de media vuelta desgastada sin piedad por el roce del asfalto. Gabriel Ferrater, el maestro de toda una generaci¨®n de poetas catalanes de expresi¨®n castellana, hizo un poema, m¨¢s bien un verso, espl¨¦ndido sobre unas muchachas que regresan de la playa a media tarde y llevan en sus tobillos toda la abrasadora luz del d¨ªa. A lo mejor porque s¨®lo las mujeres maduras y los poetas saben que las turbulencias del tobillo siempre tendr¨¢n m¨¢s inter¨¦s que la castraci¨®n indeseada del ombligo.
Dios salve al Papa
Cuando el nuevo Papa afirma que vivimos tiempos de relativismo moral parece ignorar que siempre ha ocurrido as¨ª desde que el mundo es mundo, de lo que hace ya bastantes miles de a?os, antes incluso de que la Iglesia cat¨®lica se convirtiera en la gran multinacional de la fe empe?ada en evangelizar a todo el mundo. Y eso que se le supone una gran talla intelectual y dista de ser un campesino afable como Juan XXIII. Lo que en realidad quiere decir est¨¢ claro para todos, me parece, pero sorprende que el Papado parezca incapaz de asumir que desde su instauraci¨®n hasta nuestros d¨ªas han ocurrido muchas cosas y en muchos sitios. Tantas, que no hay manera de saber c¨®mo diablos mantener intactas las esencias, en la medida en que ese repertorio de verdades inmutables s¨®lo anida, y no siempre, en la mente de quienes prefieren creer todav¨ªa en ellas.
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