Luna de miel en Ciudad del Vaticano
La masa de fieles que se agolpa en los laterales de la avenida que desemboca en la plaza de San Pedro es variada e internacional. A Rebeca y a Juan, los dos de Madrid, que acaban de iniciar en Roma su luna de miel, les parece que Joseph Ratzinger puede ser un Papa magn¨ªfico. Aunque haya sustituido el espa?ol por el alem¨¢n en sus discursos.
"Bueno, yo he visto que los Reyes de Espa?a est¨¢n sentados en primera fila, no creo que nos vaya a hacer de menos", dice Rebeca, rubia y delicada, que va envuelta en una bandera espa?ola. Est¨¢ emocionada, dice, por la belleza de la ceremonia.
Tambi¨¦n los turistas miran hipnotizados sin dejar de enfocar con sus c¨¢maras el sagrado de la bas¨ªlica de San Pedro, adornado con parterres de flores. De la fachada cuelga un enorme tapiz que representa a Cristo pescador de almas. El espect¨¢culo es deslumbrante.
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